CONTRATAPA
El careo
› Por Raúl Kollmann
El juez Claudio Bonadío decidió él mismo conducir el careo porque se suponía que iba a ser tenso, peleado, y además era en el marco de las irregularidades de la investigación por el atentado contra la AMIA. Eso lo hacía doblemente importante.
Frente al escritorio del juez y a un cartelito que decía “Todo pasa”, nos sentamos los dos careados. En un sillón, el abogado Víctor Stinfale, defensor del principal imputado en el caso AMIA, Carlos Telleldín. En el otro sillón yo, periodista de Página/12, que cubrí para este diario casi todo lo que ocurrió en la investigación. Detrás nuestro, representantes de todas las partes que intervienen en la causa: los abogados de la DAIA, la AMIA, del ex comisario Ribelli, de los familiares agrupados en Memoria Activa y de los que integran Familiares. Además, en persona, Laura Ginsberg, cuyo esposo fue asesinado en el ataque.
Bonadío leyó entonces la materia del careo, extrayendo frases de las declaraciones que en su momento hicimos Stinfale y yo.
“El señor Kollmann –empezó el juez– sostuvo que tanto Stinfale como Telleldín le dijeron una y otra vez que cobraron 400.000 dólares por declarar en la causa AMIA en contra de los policías bonaerenses actualmente detenidos. Varias veces Telleldín y Stinfale le mencionaron que cobraron en dos pagos de 200.000 dólares y que incluso hubo una entrevista radial, en el programa ‘La Cornisa’, en la que ante una pregunta de Kollmann, Telleldín admitió haber cobrado. Según Kollmann, Stinfale le dio hasta el detalle de que cobraron en un banco muy cercano a su estudio.”
“En cambio, el doctor Stinfale –siguió relatando el juez– negó en su declaración que haya estado presente cuando supuestamente se produjo el pago de los 400.000 dólares y que por sus sentidos nunca percibió que se haya pagado cifra alguna por el testimonio de Telleldín en la causa AMIA.”
Bonadío redondeó: “La contradicción es evidente y no necesita explicación, de manera que este careo está convocado para que aclaren esta diferencia notable entre lo que dijeron uno y otro bajo juramento. Les doy la palabra”.
Stinfale levantó su brazo y pidió hablar, abriendo así el careo.
“Lo que el señor Kollmann dice que yo dije es cierto. Es verdad que yo le dije que nos pagaron, que fueron 400.000 dólares, que pudo ser en tal banco o tal otro. Es posible que yo haya dicho todo eso. Ahora bien, yo le miento a la prensa, hago lo que se llaman operaciones de prensa, siempre en acuerdo con mi cliente, en este caso el señor Telleldín. De manera que seguramente le dije un montón de mentiras a Kollmann y a muchos otros periodistas, pero era lo que a mi cliente le convenía. Siempre les miento a los periodistas. Eso sí, lo que yo declaré aquí en la causa en su momento, de que con mis sentidos nunca percibí ningún pago, eso lo ratifico.”
Lo dicho por Stinfale dejó perplejos a todos, al juez, los abogados y obviamente a mí. El letrado afirmando, bajo juramento, que casi siempre les miente a los periodistas.
Yo exhibí la copia de uno de mis últimos artículos sobre el caso AMIA y relaté: “el 16 de marzo pasado, Telleldín me llamó desde la cárcel para contarme cómo habían cobrado el dinero y eso es lo que publiqué en Página/12. Dijo que el primer intento de cobrar los 200.000 dólares iniciales fue el 4 de julio de 1996. Fue en el barrio de Belgrano, pero según Telleldín, Stinfale contrató una empresa de seguridad para filmar la operación. La SIDE, que era la que entregaba el dinero, se dio cuenta y la operación abortó. El segundo intento fue al día siguiente, en Ramos Mejía, donde Stinfale tiene su estudio. Ahí, según Telleldín, hubo un error de su familia y tampoco se hizo. Pero al final, el dinero se cobró la tarde del mismo 5 de julio, en el departamento de Eduardo Telleldín, hermano deCarlos. Este me contó que el dinero se invirtió en la compra de un hotel en La Falda, Córdoba. Al día siguiente de cobrar, el 6 de julio, Telleldín declaró en la causa AMIA y según su relato después de declarar cobró los otros 200.000. Publiqué todo esto porque tengo la convicción de que efectivamente ustedes cobraron: me lo dijo usted, doctor Stinfale y me lo dijo Telleldín”.
Stinfale siguió en lo suyo: “Nosotros les solemos mentir a los periodistas. Le reitero que son operaciones de prensa”.
En el juicio oral del caso AMIA recientemente declaró Telleldín y le preguntaron sobre el pago de los 400.000 dólares por parte de la SIDE o del gobierno de Carlos Menem o del juez Juan José Galeano. Telleldín se fue en evasivas, pero hacia el final reconoció que desde el despacho del juez se comunicó con un familiar en el preciso momento en que cobraban.
–Discúlpeme señor Telleldín, si ese familiar le decía que no le entregaron el dinero, ¿usted hubiera declarado en la causa? –le preguntó uno de los abogados presentes.
–No, no hubiese declarado –contestó Telleldín.
En el careo quedó en claro quién dice la verdad y quién la esconde, tal vez con argumentos tan ingeniosos como cínicos. Pero eso puede ser que no tenga la menor importancia. Acá lo grave es que un gobierno, un servicio de inteligencia, la Justicia y los imputados tratan de tapar la maniobra que protagonizaron. Y lo fundamental es que todos dejen de mentir para que se sepa la verdad: si los policías bonaerenses imputados en el atentado son únicamente corruptos, extorsionadores, integrantes de una mafia –sólo por eso les corresponderán penas altísimas en el juicio–, o si además tuvieron que ver con la masacre de la AMIA. Si se pagó para que Telleldín diga la verdad y es cierto que los policías fueron cómplices de los terroristas o si se pagó una declaración para armar una pista trucha.
Eso es más trascendente que un abogado que dice, bajo juramento, que siempre les miente a los periodistas.