Mar 17.12.2002

CONTRATAPA

Previsiones

› Por Antonio Dal Masetto

En la calle, alguien me llama y tardo en reconocer a mi viejo amigo Luis. Tiene puestas unas antiparras de soldar y en la cabeza, debajo de la boina vasca, lleva un casco plateado. Lo noto un poco más grueso y, después de los saludos, se lo comento. Se palmea el estómago.
–Sigo en el mismo peso. Lo que tengo abajo de la ropa es el equipo de protección contra descargas electromagnéticas, gases tóxicos, vibraciones, ondas acústicas, rayos alfa, beta y gamma, contaminaciones atmosféricas de las aguas, del suelo y del subsuelo. Esto no da para más, se está cayendo a pedazos, estamos en las últimas. ¿Cómo me doy cuenta? ¿Dónde me doy cuenta? En los más simples, rutinarios y cotidianos de nuestros hábitos. Lavarse la cara a la mañana, por ejemplo. Abrís la canilla y dentro del chorro de agua bailan unos hilos verdes, fucsias, amarillos, que nunca habías visto antes. ¿De dónde vienen? Misterio. Vas a hacerte un té con agua mineral y las hornallas del gas empiezan a silbar como serpientes venenosas y largan escupitajos igual que volcanes arrojando lava. ¿Con qué están conectadas esas hornallas? Estamos en peligro, esto revienta en cualquier momento. Agua, gas, los de las compañías de electricidad, las telefónicas, hace mucho que nadie invierte un mango en mantenimiento. Imaginate la cantidad de caños subterráneos que están reventando continuamente. Imaginate los millones de metros de cables pelados. Yo no tomo contacto con nada que sea de metal. Las manijas de las puertas, por ejemplo. Me conseguí un buscapolo para chequear si hay electricidad en cualquier cosa que vaya a tocar. Por supuesto, dejé de usar ascensores. No acciono una llave de luz ni por casualidad. Uso un palito. Si levanto el tubo del teléfono me protejo con un guante de goma gruesa. Ni siquiera me arriesgo a prender el televisor con el control remoto. Compré varios rollos de papel aluminio, unas planchas de corcho y me confeccioné el traje y el casco protector que llevo puestos. También compré un par de galochas y le coloqué plantillas de aluminio. Se pudre todo. Ninguna empresa hace mantenimiento de nada. Me preocupa mucho el tema de los frenos. ¿Quién te garantiza que los frenos de los colectivos funcionen? Si estás arriba, corrés peligro. Si cruzás la calle, aunque tengas luz verde, lo mismo. ¿Quién te asegura que el colectivo pueda frenar al llegar a la raya blanca? Y los subterráneos... Les fallan los frenos y aparecés en la superficie sin necesidad de subir la escalera. Los trenes... ¿Te fijaste el estado en qué están? No hay más asientos, no hay vidrios, no hay luces, no hay puertas, no queda nada. Sólo mugre y pintadas de aerosol por todos lados. Si no hay mantenimiento para todo eso, ¿por qué se supone que va a haber mantenimiento de los frenos? Tené cuidado cuando te toque andar por Retiro, fijate siempre si está por llegar un tren, porque no sería nada raro que siga de largo, salga de la estación y te lleve puesto junto con la Torre de los Ingleses y tengas tu última parada en el hall del Sheraton. No voy a entrar en el tema de la comida porque ésa es una historia larga y no quiero que te deprimas. El aceite de las papas fritas y las milanesas debe ser más o menos el que no llegaron a tirarles a los ingleses durante las invasiones. Otro tema –y acá te pido que razones más que un poquito–: si no hay presupuesto para nada, ¿quién le hace el service a las centrales nucleares? Contestame eso, si podés. Seguro que la radiactividad ya empezó. Manejate con cuidado al respirar. Estás respirando mucho. No pongas tanto entusiasmo. Economizá pulmones, respirá poco. No sabés la cantidad de basura que te estás metiendo adentro. Fijate el ritmo que llevo yo. Tomo el aire indispensable y lo largo rápido. Se vienen tiempos cada vez más difíciles. Y te puedo pronosticar cómo termina esto. En cualquier momento nos vamos a cruzar por la calle, nos vamos a ver fosforescentes y nos vamos a decir: “Qué bien se te ve, ¿cómo está la familia?, ¿cómo va el trabajo? Qué linda fosforescencia atómica la tuya,me encanta tu fosforescencia, ¿cómo la conseguís?, ¿por qué tu fosforescencia es más fosforescente que la mía?”.

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