Mar 05.02.2002

CONTRATAPA

Hermandad

Por Antonio Dal Masetto

Realizo un arqueo de mis fondos: ni un solo peso, ni un miserable dólar. Tengo bonos de todas las provincias y me sospecho que de algunas municipalidades. Esto me pasa por aceptar invitaciones al interior. Hay patacones, lecops, kakuys, quebrachos, ñandúes, federales, yaguaretés, arrayanes, seis ombúes con un gaucho mateando que seguro vienen de algún rincón de la provincia de La Pampa y un par de ballenas francas que me los deben haber enchufado en Puerto Madryn la semana pasada. Coloqué algunos en estos días, pero no me dan vuelto, así que tengo que ir gastando a cuenta hasta agotar el valor total de cada bono. Le di un quebracho de cincuenta al quiosquero, me lo aceptó porque es chaqueño y le manda dinero a la familia. Mi gasto fue de 1,80, un atado de rubios. Me estoy cuidando con el pucho: uno después de almorzar, uno a media tarde y otro después de cenar. Un atado me dura una semana. Para agotar el bono que le di al quiosquero voy a tardar más de seis meses. La otra posibilidad es que me ponga a fumar más tupido; terminaría antes con el bono pero me arruino la salud. Este es apenas un ejemplo, con todos los bonos pasa lo mismo. Así que meto el papelerío en una caja de zapatos, la ato con un piolín y me voy al bar, que es el sitio indicado para encontrar soluciones. Llego y sobre el mostrador hay una gran cantidad de cajas de zapatos, todas conteniendo bonos de los distintos parroquianos.
–Bienvenido a la hermandad de las cuasimoneda. A ver qué tiene en su cajita –me dice el Gallego.
La abro y muestro.
–Bien –sigue el Gallego–, teniendo en cuenta que cuando se paga con bonos no hay vuelto, el problema a resolver es cómo recuperar rápido el excedente. Doy un ejemplo simple, acá el amigo Bocha, que ya está medio pelado, le entregó un yaguareté de 100 a su peluquero. El corte de pelo vale siete, el Bocha se corta cada tres meses, así que para consumir los 100 yaguaretés va a tardar más de tres años. La idea es que otros parroquianos utilicen el crédito que el Bocha tiene abierto, compensándolo con los créditos que ellos a su vez tienen abiertos en otros comercios. En esta hoja que paso a repartir figuran, a la izquierda, los boliches del barrio que aceptan bonos, a la derecha los bonos ya entregados, que llamaremos créditos existentes, y el nombre de sus titulares. Vayamos a la praxis. ¿Usted de qué dispone?
Yo recién empiezo –le digo-., tengo un crédito de 48,20 en el quiosco de al lado de mi casa que me aceptó 50 quebrachos.
¿Qué le está haciendo falta?
Hoy tendría que comprar verdura y carne.
Señores, acaba de presentarse una oferta de tabaco a cambio de productos de verdulería y carnicería. Si los propietarios de los créditos correspondientes son fumadores, aprovechen la oportunidad y den un paso al frente. Muy bien. Esta es justamente la idea, cada uno de nosotros tiene bonos en algún lado, todos podrán gastar en el crédito de todos, todos nos cruzamos con todos, todos nos volvemos deudores y acreedores. Tito compra en la farmacia sobre los patacones que dejó Toto, Toto compra en la verdulería sobre los yaguaretés que dejó Polo, Polo compra en el marcadito sobre los lecop que dejó Pepe. Vayan preparando sus listas de necesidades. Tanto el que tenga que comprar tres kilos de asado para el domingo, como el que esté necesitando un par de alpargatas. Tendremos un panorama claro de cómo vienen las cuentas en esta planilla gigante que ya mismo clavo en la pared. Acá figurarán el debe y el haber de cada uno con respecto a las diferentes adquisiciones y aportes de sus propios bonos. Llevaremos una minuciosa contabilidad de los canjes cruzados que se vayan realizando. Para que lo entiendan, es como una cámara compensadora, cuantos más bonos se entreguen en mayor diversidad de negocios, mayor la posibilidad de créditos y mejor va a funcionar. Existen dos reglas de oro, se lo explico a usted que acaba de ingresar en la hermandad: primero, comprar siempre dentro del barrio y sus zonas de influencia, ya que los medios detransporte no aceptan bonos y uno no puede ir a buscar medio kilo de carne picada a Lisandro de la Torre y Avda. Eva Perón; segundo, no comprar cosas exóticas y tilingas, no se admitirá alguien que traiga crédito sobre, por ejemplo, artículos de equitación o palos de golf. Debemos ser austeros, serios y solidarios. Y de este modo podremos proveernos de todo, desde una lata de arvejas hasta un juego de sábanas, desde un paquete de yerba hasta una señorita de compañía, y así en permanente expansión. Quién le dice que con este sistema no podamos, en algún momento, acceder a un cero kilómetro. Haremos un balance todos los sábados, de manera que cada uno podrá arrancar la semana con las cuentas claras y el corazón contento. Y ojo, si alguno momentáneamente no tiene bonos disponibles o no colocó bonos en ningún negocio, que no se preocupe, acá tiene crédito, más tarde compensará. En nuestra hermandad de la cuasimoneda nadie va a morirse de hambre. Somos gente de honor.

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