Sáb 21.05.2011

CONTRATAPA

Europa Europa

› Por Sandra Russo

“Las condiciones objetivas, dicen los sociólogos, estaban dadas. Las subjetivas comienzan a darse”, escribió esta semana en una magnífica nota –publicada en Rebelión– la profesora de Sociología de la Universidad Complutense Angeles Diez. Las elecciones legislativas fueron y serán una nimiedad comparadas con el verdadero motor de las movilizaciones en las plazas españolas, que amenazan regar a Europa con una generación con algo para decir. Esto no estaba previsto. Pero qué fisura, qué corte posible puede haber más claro que el generacional. Desde la sociología también se ha dicho que los hijos lo son más de su época que de sus padres. Quizás estemos ante un nuevo ciclo global.

Angeles Diez lleva su análisis hacia ese descontento de los parados, los jóvenes que no pueden tener un proyecto de vida. El neoliberalismo, que desde hace décadas pone eje en el mercado y no en los seres humanos, se desentendió del proyecto de vida de las nuevas generaciones. Las fotos de la Puerta del Sol muestran un paisaje social parecido pero muy diferente al argentino en el 2001, y al de las protestas árabes de ahora. Europa está saqueando su propio Estado de Bienestar. Ahora tiene sus propias zonas sacrificables. Lo ha sido antes América latina y lo es gran parte de Africa. Ahora esos jóvenes españoles desocupados y desencantados que están siendo expulsados del sistema le reclaman a la política su rendición ante los poderes fácticos. No tienen futuro porque la economía, sea del PP o del PSOE, los arrastrará hacia el mismo barro. Se han quedado sin política.

Angeles Diez remonta ese desencanto a las marchas multitudinarias que se hicieron cuando Aznar se unió a Estados Unidos en la guerra de Irak. Por las calles, decenas de miles de españoles gritaban “Lo llaman democracia, y no lo es, no lo es, no lo es”. Fue la consigna más cantada, la que expresaba una fisura entre la legitimidad y la legalidad en el sistema democrático. Aznar había sido elegido presidente y legalmente podía meter a España en la guerra. Pero hay que ponerse en la piel de los jóvenes españoles que durante semanas llenaron las plazas gritando que no: era a una guerra sanguinaria y mentirosa a la que se estaba entrando.

La alternativa fue el PSOE y ahora da lo mismo si es el PP o el PSOE, y también son socialistas los gobiernos griego y portugués. Todos ajustan como manda ajustar el FMI, hasta esta semana comandado por otro socialista. Esto quiere decir: Europa no tiene democracias que permitan elegir otro rumbo económico que no sea el neoliberal. Las socialdemocracias se fundieron con los conservadurismos y pueden pelearse mucho en los debates por televisión, pero están limitados a eso: a esa representación de la representación.

Por eso es más patético que sea Rodríguez Zapatero el que ajusta, y que Rajoy lo critique porque ajusta muy poco. Eso es lo que ofrece el sistema político español al pueblo español. Ya están hablando de pueblo, después de que este sistema viciado y perforado por la derecha también ha mancillado y vaciado de contenido la palabra “ciudadano”.

En la página tomalaplaza.net, donde se concentra en España toda la información sobre las plazas tomadas en toda Europa, aparece un manifiesto que obviamente no es “oficial”, ya que la protesta no tiene líderes ni caras visibles hasta ahora. Precisamente, dice que “somos personas que hemos venido libre y voluntariamente, que después de la manifestación decidimos reunirnos para seguir reivindicando la dignidad y la conciencia política y social. No representamos a ningún partido ni asociación. Nos une una vocación de cambio. Estamos aquí por la dignidad y por solidaridad con los que no pueden estar aquí. ¿Por qué estamos aquí? Estamos aquí porque queremos una sociedad nueva que dé prioridad a la vida por sobre los intereses económicos y políticos. Abogamos por un cambio en la sociedad y en la conciencia social. Demostrar que la sociedad no se ha dormido y que seguiremos luchando por lo que nos merecemos mediante la vía pacífica. Lo queremos todo, lo queremos ahora, si estás de acuerdo, ¡únete! Es mejor arriesgar y perder que perder por no haber arriesgado”.

Circula otro Manifiesto de los Indignados, como se han dado a conocer los ocupantes de las plazas. Un nombre que los inviste de dignidad. Se indigna quien tiene con qué y de qué indignarse. Este otro escrito se llama “Democracia real ya” y sigue la misma línea del anterior, pero profundiza el cuadro de situación según lo ven quienes han salido a la calle y no quieren volver a sus casas, jóvenes y viejos con el hechizo del Pensamiento Unico ya roto. Contiene algunas de estas ideas:

- Las prioridades de toda sociedad avanzada han de ser la igualdad, el progreso, la solidaridad, el libre acceso a la cultura, la sustentabilidad ecológica y el desarrollo, el bienestar y la felicidad de las personas.

- Existen derechos básicos que deberían estar cubiertos en estas sociedades: a la vivienda, al trabajo, a la cultura, a la salud, a la educación, a la participación política, al libre desarrollo personal y derecho al consumo de los bienes necesarios para una vida sana y feliz.

- El actual funcionamiento de nuestro sistema económico y gubernamental no atiende estas prioridades y es un obstáculo para el progreso de la humanidad.

- La democracia surge del pueblo, así que el gobierno debe ser del pueblo. Sin embargo, en este país la mayor parte de la clase política ni siquiera nos escucha. Sus funciones deberían ser llevar nuestra voz a las instituciones, no la de enriquecerse y medrar a nuestra costa, atendiendo sólo a los dictados de los grandes poderes económicos y aferrándose al poder a través de una dictadura partidocrática encabezada por las inamovibles siglas del PSOE.

En su análisis escrito en Madrid, Angeles Diez dice que los procesos sociales tienes “algo de orgánico, algo de mágico y algo de memoria”. Lo orgánico son los cuerpos en los que se inscriben, los cuerpos que se arrebatan y se cansan, y es el ritmo vital de los procesos sociales, que tienen un principio, un climax y un desgaste. Lo mágico “se expresa en la construcción de la posibilidad donde sólo había improbabilidad –concluye Diez–, tiene que ver con la potencia, con lo que puede llegar a ser. La memoria es la mirada del ángel de la historia, que hoy en Madrid se pregunta qué cosa fue la Transición española y a qué le llaman democracia”.

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