› Por Mempo Giardinelli
Como una injusticia que se repitiese, el Club Atlético Vélez Sarsfield vuelve a consagrarse campeón del fútbol argentino en circunstancias entre extrañas y absurdas.
Como si estuviera condenado a ganar campeonatos que parecen contaminados, este domingo que pasó el equipo de Liniers llegó a campeón luego de un triunfo arduo e inobjetable, pero en una cancha sin público y cuatro horas después.
Un absurdo total, al que se sumó otro hecho ridículo: este final de campeonato y el logro velezano –por lejos el mejor equipo del torneo– quedaron prácticamente desdibujados porque casi todos los diarios y secciones deportivas retacearon la información dándole mucha más importancia a la despedida de un gran jugador, Martín Palermo, y al raro festival del descenso que involucra a una institución tradicional.
Cómo no van a sentir bronca los hinchas genuinos, si hace dos años también le tocó a Vélez jugar otra final (también contra Huracán) en la que casi toda la prensa de entonces se ocupó de restarle méritos a aquel equipazo, base del actual. Y todo por culpa de un mal arbitraje (que hay cientos de ellos desde hace años), de las exageradas protestas del señor Angel Cappa y de cierto rencor inexplicable de cierta prensa que más parece adicta a los negocios.
Y sin embargo es sabido, y todo el mundo lo reconoce, que Vélez Sarsfield es uno de los pocos clubes modelo que tiene la Argentina, tanto a nivel institucional como deportivo. Es eso lo que quiere celebrar esta nota.
Este octavo título nacional obliga a subrayar los valores de esta institución y de este equipo excepcional, que juega realmente bien y da gusto ver, es luchador y tiene varios virtuosos, además de contar con la delantera más goleadora del campeonato argentino. Con ese capital lleva cuatro puntos de ventaja sobre su inmediato competidor y se corona campeón, aunque todavía falta jugarse una fecha. Tiene, además, el mejor promedio acumulado de puntos de los últimos cinco años en el fútbol argentino.
Todo el mundo futbolero que sabe apreciar este deporte –y en la Argentina son muchísimos y de todos los colores– sabe y valora que este equipo de talentosos futbolistas está dirigido desde hace años por un mismo técnico, como era antes, cuando el fútbol argentino alcanzó sus mejores glorias. En este caso se trata de Ricardo Gareca, ex jugador y goleador de la institución, que dirige a Vélez desde diciembre de 2008. Caso único, además, Gareca en cinco temporadas consecutivas obtuvo dos campeonatos y es asistido por otra gloria velezana: José “El Turu” Flores.
Ahora campeones del Torneo Clausura 2011, esta estrella se suma a las logradas en los campeonatos: Nacional 1968, Clausura 1993, Apertura 1995 y Clausura 1996, 1998, 2005 y 2009. Y sin embargo todavía –paradójica o neciamente– muchos lo consideran un club “chico”, aunque Vélez sólo es superado en cantidad de títulos y copas obtenidas (ocho en Argentina y cinco internacionales, incluyendo la Libertadores y la Intercontinental) por Boca Juniors, River Plate e Independiente.
En el devastado y disminuido fútbol argentino, en el que casi ningún club puede retener por más de una temporada a sus mejores jugadores y cuyos técnicos se cambian cada dos o tres meses, es notable el caso excepcional de Vélez durante la gestión del presidente Fernando Raffaini –a su vez continuación de otros dirigentes que se suceden democráticamente– y del encargado de fútbol profesional Christian Bassedas, ex capitán y jugador emblema en la exitosa era de Carlos Bianchi como entrenador, en los ’90.
Para que Vélez haya logrado este nuevo título, y habiendo llegado en paralelo a las semifinales de la Copa Libertadores 2011, tuvieron relevancia varios jugadores que ya fueron campeones en 2009, son la base estable del gran juego de este equipo y merecen que se los nombre: Sebastián Domínguez, Emiliano Papa, Fabián Cubero, Víctor Zapata, Franco Razzotti, el exquisito Maximiliano Moralez y el tremendo goleador uruguayo Santiago Silva.
Pero también se destacaron los dos notables arqueros (Marcelo Barovero y Germán Montoya) y varios delanteros surgidos de las inferiores del club, como Juan Manuel Martínez y Ricardo Alvarez, además de jóvenes talentos como Bella, Vuletich, Tobio, Ortiz, Canteros, Díaz y Giusti, a los que se suman tres probados delanteros que se incorporaron este año: el goleador David Ramírez, Augusto Fernández y el veterano centrodelantero de la Selección Mexicana Guillermo Franco.
El domingo que viene, cuando se juegue la última fecha contra Racing, de locales, es de esperar que sea una fiesta inolvidable dentro de la cancha, pero también fuera de ella. Yo esperaría que todo el periodismo deportivo nacional reconociera este ejemplo, como seguramente harán los hidalgos adversarios de ese día y de todos los días. Porque la jerarquía futbolística velezana de estos tiempos, y el ejemplo de esta institución, no es sólo para Vélez. Es para todos y todas, y a la Argentina bien que le viene. Me parece, ¿no?
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