Por Alfredo Leuco

Confieso que el miércoles pasado se me heló la sangre. Sentí herido mi orgullo periodístico. El diario La Nación en una nota firmada por la respetada Susana Reinoso anunciaba que Gabriel García Márquez cumplía 75 años. Epa, me dije asustadísimo. Yo el año pasado escribí una columna para la radio celebrando ese festejo redondo como manda tácitamente la lógica absurda de los números terminados en cero o en cinco. ¿Puedo haberme equivocado tan groseramente? ¿Pude haber sido tan poco riguroso con un escritor único al que siento como una especie de santo patrono de los periodistas? En medio de la angustia miré la solapa de los primeros libros que encontré en mi biblioteca. Por ejemplo, el segundo tomo de la obra periodística de Gabo editada por Sudamericana arranca diciendo: “Nació en 1928”. No soy Einstein pero me las rebusco con las sumas y restas. Hice el cálculo y 2003 menos 1928 daba exactamente 75. Estuve a punto de bajar los brazos cuando fui a buscar Por la libre, el tomo 4 de esas maravillas que escribió y donde está el reportaje que le hizo a Mario Firmenich. Y otra vez apareció el fantasma tan temido: “Nació en Aracataca en 1928”. La herida narcisista que tenía era más larga que esperanza de pobre. Pero fui por la tercera (la vencida) en una biografía hiperdetallista llamada El viaje a la semilla que escribió Dasso Saldívar, nacido en Antioquia, Colombia, en 1951 (eso espero). En la página 86 juro que dice textualmente: “El hecho de que casi todo el embarazo de su primogénito se hubiera desarrollado en Riohacha daría pie durante años a la creencia de que García Márquez había nacido en la capital de la Guajira. Pero no: nació en Aracataca, en olor de bananeras, la calurosa mañana del domingo 6 de marzo de 1927, a las 8.30, mientras el abuelo Nicolás asistía a la misa de ocho”. En ese lugar del tercer capítulo aparece la nota 21 que en la página 481 dice textualmente: “La partida de bautismo asentada en el libro 12, folio 126, marginal 324, de la iglesia parroquial de San José de Aracataca dice que Gabriel José García Márquez nació el 6 de marzo de mil novecientos veintisiete (1927). El otro dato que establece inequívocamente que el escritor nació en 1927 y no en 1928 es que Luis Enrique, el hermano que le sigue, nació el ocho de setiembre último (1928), según la partida asentada en libro 11, folio 96, marginal 192 de la misma iglesia”.
El alma lentamente me fue volviendo al cuerpo pero igual fui a buscar una fotocopia de la partida original que publica Saldívar como anexo de su trabajo. Las palpitaciones se fueron normalizando y por la tarde en la radio comenté este episodio y otras informaciones sobre el primer tomo de sus memorias titulado Vivir para contarla que ya lleva ocho ediciones en la Argentina con 145 mil ejemplares vendidos.
Pero los sustos no terminaron. Después leí que el periodista Fernando García en el diario Clarín insistió en que Gabo estaba festejando en su casa de México sus (suene música de misterio) 75 años. Ya era demasiado. Clarín y La Nación con sus poderosos archivos contra la frágil memoria y modesta biblioteca de este humilde cronista. Creí enloquecer. Se agregaba, además, que nuestro admirado cumpleañero ya estaba trabajando en el segundo tomo de sus memorias que saldrán este año coincidiendo con su onomástico. ¿75 o 76? Me carcomía la duda de nuevo.
Aturdido en medio del ring caminé hasta las cuerdas y me aferré precisamente a sus memorias. En la página 76, al fondo, dice: “Fue así y allí donde nació el primero de siete varones y cuatro mujeres, el domingo 6 de marzo de 1927, a las nueve de la mañana y con un aguacero torrencial fuera de estación, mientras el cielo de Tauro se alzaba en el horizonte. Estaba a punto de ser estrangulado por el cordón umbilical, pues la partera de la familia, Santos Villero, perdió el dominio de su arte en el peor momento”.
Es verdad que Gabo dice de arranque que “la vida no es lo que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. Esa es unadefinición que podría extenderse hacia toda la literatura de ficción. Pero el periodismo tiene la obligación de expresarse con exactitud para poder ofrecer una primicia con todas las letras y números y anticiparles a los lectores que ayer García Márquez acaba de cumplir 76 años. Lo firmo. Sobre cuándo nació, doy mi palabra. Aunque por suerte importa más que, efectivamente, nació y sigue esparciendo realismo mágico aun a pesar suyo.