› Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn, Alemania
Hace casi un año y medio escribí para esta contratapa una nota llamada Damiana, hoy vuelvo al caso con el nuevo nombre que ha recibido aquella adolescente en idioma aché, la de su etnia, una población indígena que vive desde hace siglos en el Paraguay. Relaté en esa página el destino que había tenido esa niña en nuestro país, Argentina, a principios del siglo pasado. Fue una víctima más de la política de desprecio y explotación a los que se sometió a los pueblos originarios desde siempre.
En 1896, unos colonos blancos de Sandoa (Paraguay) buscaban un caballo que se les había perdido. De inmediato acusan a un grupo de achés, originarios de las selvas paraguayas, de haber sido ellos los culpables, ya que los sorprendieron en un asado. Sin comprobar nada los balean y caen muertos tres achés, uno de ellos una mujer. Queda viva una niñita de unos cuatro años que es entregada a los antropólogos estadounidenses Ten Kate y Charles de la Hitte, quienes la retienen para estudiar sus rasgos típicos. La llaman Damiana porque el día en que se la apropian en el calendario es San Damián. Ironías cristianas. A las cosas hay que hacerlas bien. Dos años después entregan la niña en La Plata al doctor Alejandro Korn, director del hospicio de esa ciudad. La madre de éste utilizará como sirvienta a Damiana. En 1907, el antropólogo Lehmann-Nietzche la fotografía desnuda, la “india” tenía ya 14 años, foto que fue exhibida en el museo de La Plata. Dos meses después la desdichada murió. Su cabeza fue enviada al académico Johann Virchow, en Alemania. El cráneo –cortado en la frente con un serrucho– fue mostrado allí en la Sociedad Antropológica de Berlín. El resto de su cuerpo fue llevado al Museo Antropológico de La Plata. Hasta que, en 2007, una organización aché del Paraguay reclamó los restos de Damiana. Fueron muchos los científicos y estudiantes argentinos que entonces se ocuparon de poner en claro las cosas y finalmente entregaron esos restos a su tierra aché. Fue una ceremonia plena de emoción. Los representantes argentinos supieron pedir disculpas por lo que se había hecho con Damiana, quien para los achés pasó a llamarse desde ese momento Kryygi y posteriormente Kryygimai, mai significa que ha muerto. Fue un acto con un profundo significado porque señala una vez más que la ética finalmente triunfa.
Pero, para tener completa la reivindicación, había que recuperar los huesos de la cabeza de la niña que habían sido enviados a Berlín para su “estudio” y, por supuesto, para su exhibición.
Finalmente, esos huesos fueron encontrados en el museo del hospital Charité, Berlín. Fue una tarea que se propuso y logró la ciudadana alemana Heidi Boehme-cke, quien junto a otras personas –entre científicos argentinos y estudiantes universitarios– solicitó a las autoridades alemanas la entrega de esa cabeza a su pueblo originario, los aché. También lo hizo la organización paraguaya Liga Nativa por la Autonomía, Justicia y Etica. Pero el museo alemán exigió que ese pedido fuera realizado por el gobierno argentino. No le bastaba la solicitud de científicos e intelectuales justamente interesados en reparar el daño moral que se había cometido no sólo con la niña Kryygi, sino también con su pueblo aché. Se continuaron haciendo los trámites en ese sentido apoyados por la embajada argentina en Berlín. Ya se estaba por conseguir este último paso cuando reaccionaron los aché a través de su organización. El director del museo berlinés donde se halla el cráneo ha recibido una carta de la mencionada Liga Nativa donde se le señala que “no encargamos ni confiamos algún mandato a nadie para gestionar en nuestro nombre y lugar la restitución de la cabeza de Kryygi en Berlín. Y aclaramos que todo trámite de restitución –respetuoso de nuestra soberanía, de nuestros tiempos de meditación y ritmo propio de decisión sociopolítica– debe contar con nuestro aval debidamente escrito, nuestro conocimiento y nuestro acuerdo previo”. Es decir, le están negando a los científicos y estudiantes argentinos el gesto bien positivo que tuvieron de comprender el caso, en lo que significa la autocrítica y la reparación del nefasto delito con esa niña al no haberla devuelto a sus ancestros, al utilizarla como sirvienta, mostrar su cuerpo desnudo en un museo y finalmente haber exhibido su cabeza en un museo europeo.
La ciudadana alemana Heidi Bochme-cke ha reaccionado con enorme tristeza ante este hecho porque hubiera querido estar también –como estuvo en la entrega de los otros huesos de la difunta– en el acto de solidaridad entre los que representan al pueblo ofendido y a los de las sociedades de los ofensores.
Escribimos esto porque todo el desarrollo de los hechos reivindicativos de la figura de esa inocente niña víctima del racismo muestran una nueva actitud de las generaciones jóvenes. Hacerse cargo del violento racismo que se cometió en el exterminio de los pueblos originarios y la posición de creerse “civilizados” al tratar de imponer la cultura europea. En vez de hacer un verdadero encuentro de las dos formas de vivir, para aprender una de otra. Por eso es una pena la actitud de los achés de querer actuar solos. Ojalá pues que sean los argentinos que reciban de los alemanes ese símbolo que es la cabeza de la adolescente humillada al extremo, para entregárselas ellos a su pueblo original y demostrar así que lo que hicieron sus antepasados fue un mero y repudiable racismo. Realicemos juntos lo que nuestras generaciones anteriores no lo llevaron a cabo.
Relatar este hecho parece una búsqueda de desviar la atención, cuando en Europa arde Troya porque la rabia del pueblo quema edificios enteros de pura rabia. Grecia. Sí, la Grecia aquella donde alguna vez Sócrates y Platón abrieron las puertas a la sabiduría. Pero es que la vida también está conformada por los cubos del juego de “rompecabezas”. Si en los pequeños hechos –que a veces son fundamentales– se pisotea la Etica, qué podemos esperar luego cuando esa falta de Etica provoca grandes acontecimientos de violencia, a veces justa, a veces exagerada, por pura desesperación.
Por ejemplo esto, a lo cual el diario regional de Bonn le ha dedicado una página entera. Título: “Dejan cesante a una directora de jardín de infantes católico”. Subtítulo: “Por haberse separado de su marido, la docente de 47 años de edad ha sido despedida por la Iglesia Católica”.
Uno relee esos títulos porque no lo puede creer. ¿En Alemania, esto? ¡Si fue uno de los primeros países que aprobó la ley de divorcio! Sí, pero esto ha ocurrido en la región católica de Alemania. La noticia trae una foto donde se ve a dicha maestra tocando guitarra y cantando rodeada por un grupo numeroso de niños sonrientes. Informa el diario que, al saberse la noticia, de inmediato un grupo de padres apoyó a Bernardette Knecht, la docente despedida. Un vocero de esos padres dijo: “No luchamos contra la Iglesia Católica, pero sí defendemos a un ser humano”. Es que la maestra posee la fama de ser muy buena docente, muy paciente y bondadosa con los niños. Pero el responsable de la Iglesia Católica en la escuela fue muy parco. Dijo el padre Schiffers: “Nuestros docentes firmaron un contrato y deben cumplirlo”. En ese contrato se establece que está prohibido el divorcio.
Increíble. Como el otro suceso de estos días que también atañe a la Iglesia Católica, en esta región renana. El Concejo Municipal de la ciudad de Colonia (Köln) aprobó por unanimidad una declaración en la que se repudian los procesos contra las llamadas brujas realizados por la Iglesia Católica hace 400 años, que finalizaron con la muerte en la hoguera de las acusadas. Este comunicado se firmó al cumplirse justo 400 años de la ejecución de Katharina Henot, quemada viva. El Concejo Municipal ahora la rehabilitó, señalando la inmensa injusticia cometida con ella y con las demás mujeres. El mismo cuerpo municipal ha solicitado al arzobispo católico de Colonia que se distancie de aquellas resoluciones criminales tomadas en esa época. Pero hasta ahora el arzobispo no ha respondido.
La historia del ser humano. ¿Cuándo se aprenderá a defender la Vida y la Libertad por encima de todo?
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