› Por Rodrigo Fresán
UNO Rodríguez lee que, en ese agujero negro que es la Red, un tal Murdock 129 –“especialista en videos maratónicos”– acaba de colgar en YouTube su nueva pieza-performance: una foto fija del rostro acerado de Darth Vader acompañado por un loop de diez horas de su pesada respiración como ruido negro de fondo. Y eso es todo. Y ya hay especialistas que lo recomiendan como método de relajación y herramienta contra el estrés muy superior a las inspiraciones y espiraciones del zen y del yoga. Rodríguez decide intentarlo y, a los pocos minutos, sufre ansioso ataque de asma. Enseguida, Rodríguez se arrastra por esa pequeña estrella muerta más que Estrella de la Muerte que es su piso hipotecado y escucha a su hijito (quien algún día lo heredará para intentar terminar de pagarlo) que, al oírlo roncar despierto, pregunta nervioso desde la sala: “¿Quién anda ahí?”.
“Soy tu padre”, gime Rodríguez.
DOS Y por estos días, la cosa pasa por saber si España es asteroide sublevado o se arrodilla ante las demandas del Imperio Galáctico. ¿Es Mariano Rajoy caballero jedi o lord sith? Eso de andar desobedeciendo porcentajes de déficit: ¿es pose pactada bajo cuerda con la Nave Madre Bruselas para contentar al orgullo ibérico, o auténtico y tal vez suicida gesto de desafío? ¿Angela Merkel es algo así como la versión femenina del Emperador Palpatine? ¿Era esa foto del presidente del Eurogrupo estrangulando manual y no telekinéticamente al ministro de Economía español una broma o una transparente expresión de deseo? Quién sabe. Algo queda claro: faltan héroes, sobran villanos y (forma alternativa de la villanía) abundan los ineptos. Mientras tanto, vuelve a subir la prima de riesgo y a caer la Bolsa, el próximo jueves hay huelga general (más bien huelga sargento, por lo desganada que se la anticipa) y nadie confía en nadie. Ahora mismo es domingo y el PSOE (siglas que evocan a aquellas de R2-D2 y C-3PO) se apresta para la anunciada caída absoluta en la muy poblada Andalucía que, desde hace tres décadas, ha sido su “granero de votos” y territorio siempre ambicionado por el, para los socialistas, Lado Oscuro. Asturias sería el desconsolador premio consuelo. En números y euros: la gestión de 37.000.000.000 de gasto autonómico. Yoda González figura lo justo, de Zapatero (¿el Jar Jar Binks de nuestro desencanto?) poco y nada se sabe desde hace tiempo, y Rubalcaba vuela de un lado a otro repartiendo cansados (y ya cansadores) retruécanos con resignación más cerca de Alec Guinness (quien pidió a George Lucas que, por favor, lo matara pronto y le permitiera volver a su casa) que de Obi-Wan Kenobi. La sombra de Aznar, vivísima, es La Amenaza Fantasma. Mientras tanto –en el contexto de la próxima aprobación de una ley de transparencia que, juran, acabará con acomodos y enchufes y obligará a todo organismo gubernamental a informar sobre cómo se gasta el dinero público– las princesas de mayor rango dentro del PP intentan colocar a maridos y hermano en ventajosos puestos de trabajo. El Duque Undargarin (mientras se ventila el dato de que, parece, en su momento se fingió sordo para salvarse del servicio militar) se queja porque todos los republicanos rebeldes lo juzgan y condenan. El rey, por su parte, se reunió con los empresarios y banqueros, les pidió que “arrimen el hombro”, pero se olvidó de ordenarles que –en todo sentido– dejen de meter la pata. Y sobran sables de luz desenvainados, pero no alcanzan a iluminar las pesadas sombras.
TRES Y, claro, resulta tan tentador justificar acciones responsabilizando a seducciones imposibles de resistir. Así, el Mal como una especie de gripe para la que no hay analgésico que valga porque ya se sabe: la gripe dura siete días con medicamentos o una semana sin tomar nada. Rodríguez susurra y tose (como más de media España, en esta primavera tormentosa y nevada en la que las temperaturas suben y bajan como las cifras del riesgo país) y su hijo entra. Y ve la foto de Darth Vader en la pantalla (no le inquieta el que su padre pierda el tiempo imitando a Darth Vader; le alcanza y le sobra con saber que su padre no está agonizando sobre la alfombra) y, aliviado, le anuncia que está próximas a reestrenarse, una vez más, la saga de Star Wars. “¡Ahora en 3-D, papá!” Rodríguez –a quien ni en su propia infancia le entusiasmó todo eso; nada que ver con ese tipo que no hace mucho mató a su esposa porque le rompió su colección de juguetitos Star Wars– se dice a sí mismo que ni loco va a darle un euro más a Lucas. Rodríguez apaga la computadora y enciende el televisor y, de nuevo, profundos análisis de la personalidad psicótica de Mourinho estilo Anakin Skywalker antes de quemarse del todo y de estrenar yelmo. Después, repetición de la luz mágica e industrial de las fallas de Valencia ardiendo en la noche y la preparación de las diferentes cofradías que desfilarán cargando sus ídolos mitológicos la próxima Semana Santa acompañados de eufóricos despachos sobre el creciente número de turistas/invasores como única forma de mantener más o menos a flote a una raza condenada. Paella y fuego y sangría y sangre y estío y hastío. Y comienzan a contarse y a descontarse los votos en Andalucía y Asturias. Y todos los políticos –todos: los ganadores derrotados y los perdedores victoriosos– parecen tan satisfechos. Mientras, para buena parte del resto de la población, la cosa está tan mal como al final de El imperio contraataca.
CUATRO Para Rodríguez, a la mañana siguiente, todo sigue igual. Igual de peor. Espía titulares en las primeras planas y no entiende mucho; del mismo modo en que nunca entendió la información en letradas líneas ascendentes al principio de las dos trilogías cósmico-guerreras. Ganó el PP en Andalucía, pero sin mayoría absoluta, y ¿continuará ahí el PSOE en dupla con Izquierda Unida? Ganó el PSOE en Asturias pero ¿regirá allí el PP en sociedad con FORO? Gobierne quien gobierne y pacte quien pacte, lo cierto es que –aunque subió la Izquierda– cada vez menos votantes salen a votar porque, total, para qué, si al final se eligen y se ubican y se felicitan. Izquierda o derecha, el centro del universo siempre son ellos. De ahí que Rodríguez opte por comprarse el primer número de Mongolia: mensuario que se reirá de la realidad actual. Motivos y temas no le faltarán –en la portada se anuncia “España tiene una salida (Barajas)” y adentro se instruye “Haga Patria, deje este país”– y Rodríguez se ríe, porque es preferible reír que llorar y así la vida se debe tomar. Sube al metro rumbo a su trabajo en una colonia cercana hojeando Mongolia. Entre los consejos para quienes decidan partir para vivir un poco está el de “Si piensa emigrar a Buenos Aires, descuartice a todo aquel español que le recuerde por enésima vez que ‘coger’ significa ‘follar’”. Otros pasajeros lo miran reírse y sus risas no les causan la menor gracia. A Rodríguez no le importa. Y se sigue riendo como se siente: solo. Lo que no es lo mismo que sentirse Hans Solo, pero sí igual a todo aquel que sueña con una galaxia muy, muy lejana en la que los buenos no tengan que jadear como los malos para así poder recuperar la calma y encontrar el descanso en paz.
Que la Fuerza los acompañe. Van a necesitar mucha si quieren seguir respirando.
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