Lun 21.04.2003

CONTRATAPA

Menem quiere su Mosul

› Por Sergio Moreno

En la película Contra el enemigo, filmada hace más de cinco años, un grupo de árabes vuela con una camioneta bomba el edificio del FBI en Nueva York, asesinando a 600 personas. La película fue estrenada bastante antes de que volaran las Twin Towers y mucho después de que estallara la AMIA en Buenos Aires. El actor Denzel Washington es el agente del FBI que va a descubrir el complot de rigor, cuya parte central gira alrededor de la “toma” de la ciudad por parte del ejército de Estados Unidos y el encarcelamiento y persecución de cuanto árabe anda suelto por la Gran Manzana.
Bruce Willis, con la sonrisa ladeada que usa en todos sus films –similar a la de una escultura en madera–, perpetra el rol de un general del ejército norteamericano al que un grupo de políticos –presidente, alcalde, asesores, ministros– le pide que tome cartas en el asunto, esto es, que imponga el estado de sitio en Nueva York y salga con su tropa a cazar terroristas árabes. “Por favor, no me obliguen a hacer esto”, dice el personaje de Willis a los políticos. “El ejército no actúa como un bisturí: es una espada”, continúa el general, alertando que su tropa no andará con sutilezas a la hora de “cumplir con la misión encomendada”.
Lejos de Hollywood, la semana pasada el ejército norteamericano y los marines asesinaron a 19 civiles en Mosul, al norte de Irak. Como una espada, entraron cortando el tejido social sin sutilezas. Los militares, dicen los propios marines, no están preparados para cumplir el rol de policías y cuando deben actuar lo hacen según su entrenamiento, que consiste básicamente en matar al enemigo.
En este caso, el enemigo fueron civiles. Las tropas norteamericanas dispararon contra iraquíes inermes que se habían hartado del caos en que se convirtieron las principales ciudades de Irak tras la devastación que causó la coalición anglo-norteamericana. Para el soldado, en este caso norteamericano, las únicas razones que valen son las órdenes. Por el horrendo resultado que derramaron en las calles de Mosul, se puede intuir cuáles fueron esas directivas.
La tremenda acción de los soldados de la Unión es un ejemplo cabal de lo que puede hacer un ejército ocupando las calles de las ciudades –sean cuales fueren– ante la protesta social. Las tragedias de Mosul funcionan también como una voz de alerta para los argentinos.
A menos de una semana para las elecciones, un candidato explicitó sin eufemismos sus planes para contener la protesta social. “Vamos a sacar a la calle a las Fuerzas Armadas para ayudar a proteger la libertad, la vida y la propiedad de los argentinos”, reiteró Carlos Menem. El riojano, amigo de la mano dura y admirador de la familia Bush (sea el padre o su vástago presidente), aclaró que no tolerará no sólo la delincuencia sino que su combate será contra piqueteros y asambleístas que intenten cortar calles y rutas.
No hace falta mucha imaginación para deducir lo que ocurriría en caso de que Menem sea presidente de este país ante la primera marcha piquetera que se realice bajo ese hipotético escenario: el Ejército Argentino, como en cualquier dictadura pasada, tomando las rutas y ciudades, con sus armas de fuego de grueso calibre, apuntando a Luis D’Delía, o a Juan Carlos Alderete, o a Raúl Castells, o a Néstor Pitrola, o a todos juntos. Quizá disparen sus FAL. Gases lacrimógenos no podrán tirar porque son las fuerzas de seguridad y no las armadas los que poseen equipamiento antidisturbio, que no siempre utilizan adecuadamente (probado está que la dirección política es clave en cualquier operativo policial; baste sólo recordar a Maximiliano Kosteki y a Darío Santillán).
Menem quiere, con su insistencia ideológica de reprimir la protesta social y el crimen con las Fuerzas Armadas, varios Mosul. Tendrá su Bruce Willis (siempre habrá quien esté dispuesto a degradar la calidad de lademocracia argentina aún más), su hora de la espada y sus muertos. Es poco probable que un país así, con Menem y los militares tirando en las calles como en el norte de Irak, sea gobernable.

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