Mié 20.02.2002

CONTRATAPA

Cruzadas

› Por Juan Gelman

El 12 de febrero pasado se produjo en EE.UU. un hecho que asombró a no pocos: el ex vicepresidente demócrata Al Gore elogió sin reticencias a Bush hijo por dirigir la mira de su cruzada hacia “el eje del mal”, Irak, Irán, Corea del Norte. Fue el primer mensaje político de importancia que el frustrado candidato a la presidencia emitió desde las elecciones que le dieron el triunfo a su rival republicano. Gore subrayó que la próxima etapa de la “guerra antiterrorista” ha de consistir en la eliminación del régimen iraquí, para lo cual –dijo– “debemos estar dispuestos a ir hasta el final”.
Es cierto que Gore apoyó en 1991 la resolución del Capitolio que autorizó a Bush padre a declarar la guerra contra Saddam Hussein, pero sorprendió que encomiara a quien le robó la presidencia mediante un fraude electoral notorio. ¿Habrá impulsado a Gore la ola patriótica en boga en su país? ¿Un rapto de honesta convicción que lo lleva a abandonar todo resentimiento y a respaldar a Bush hijo, eso sí, casi cinco meses después del 11 de septiembre? ¿O el motivo es otro? Ocurre que el 5 de febrero –una semana antes de que Al Gore hiciera esas declaraciones– Bush hijo decidió ampliar la ayuda a Colombia (731 millones de dólares para 2003), destinar explícitamente asistencia para la lucha contra la guerrilla y, en especial, 98 millones de dólares a la custodia del oleoducto Caño Limón. Ocurre que es el más importante de Colombia –770 kilómetros de largo–, que transporta el oro negro del yacimiento de Arauco al puerto caribeño de Coveñas, que la guerrilla lo dañó 170 veces con otras tantas bombas el año pasado, interrumpiendo su funcionamiento y sus beneficios durante 226 días. Ocurre que el oleoducto es operado por la Occidental Petroleum Corporation y sobre todo ocurre que la familia Gore posee un buen paquete de acciones de la Oxy, como cariñosamente llaman al gigante petrolero con sede en California.
Gore padre nunca fue rico hasta que, al terminar su mandato de senador en 1970, Armand Hammer –fundador de Oxy y su presidente casi eterno– lo nombró miembro del directorio con un sueldo de 500.000 dólares anuales. ¿En pago acaso de favores recibidos? Hammer solía decir que tenía “metido en el bolsillo trasero” al viejo Gore. El hijo es ejecutor de un fondo fiduciario que incluye acciones de Oxy por valor de 500.001 a 1.000.000 de dólares, según una declaración fiscal jurada de 1999. Desde los ‘70 Al recibe 20.000 dólares anuales de la empresa por derechos de explotación mineral de un terreno que nunca perforó. Hammer falleció en 1990 y en vida no sólo cultivó la amistad de Gore padre. Neil Lyndon, ex miembro del personal de Oxy, cuenta en su libro de memorias Witness to History (“Testigo de la Historia”) que el patrón invitaba a cenar también a Gore hijo: “A menudo comían juntos con los lobbystas de Oxy en Washington, quienes repartían, según las directivas de Hammer, decenas de millones de dólares en sobornos y favores al mundo político”. Por ejemplo, para las campañas electorales del Partido Demócrata. La inversión en Al Gore rindió jugosos dividendos. A fines de 1997, el entonces vicepresidente de EE.UU. abogó con éxito por la venta a Oxy del patrimonio nacional en el yacimiento de Elk Hills, Bakersfield, California. Constituyó la mayor privatización de propiedad federal en la historia de Estados Unidos, por un valor de 3,65 mil millones de dólares.
No fue ésta la única intervención oficial a favor de la empresa. En 1999 el secretario de Energía estadounidense, Bill Richardson, se reunió en Cartagena con altos funcionarios del gobierno colombiano, el presidente Pastrana incluido, para que apoyaran los deseos de Oxy de explotar las reservas petrolíferas de Samoré, en territorio de los indios u’wa. Estos resistían –y resisten– ese intento y Bogotá envió en febrero del 2000 varios centenares de soldados que los expulsaron de tierras legalmenteadquiridas. Al notario que extendió los títulos de propiedad lo encontraron muerto en enero de ese año. Los u’was han declarado que se suicidarán colectivamente, tirándose de un risco de 400 metros de altura, si la Oxy empieza a perforar. La tradición cuenta que algo similar hicieron para no someterse a los conquistadores españoles.
Al Gore se autopresenta como campeón de la seguridad ambiental y en su calidad de senador presentó proyectos de resolución para defenderla... en Japón, Malasia y Papua Nueva Guinea. Hace decir a sus voceros que él nada tiene que ver con Caño Limón, un oleoducto que ha derramado más de 2 millones de barriles del crudo en ríos y lagos cuyas aguas se han tornado impotables y en suelos que se han vuelto infértiles. Pero Al sigue interesado en explotar las reservas de Samoré, que se estiman en 1400 millones de barriles, es decir, más de 20 mil millones de dólares a los precios actuales del mercado.
“Estamos buscando una explicación a este ‘progreso’ que va contra la vida –señala un manifiesto u’wa de agosto de 1998–. Pedimos que cese esta clase de progreso, que cese la explotación de petróleo en el corazón de la Tierra, que cese la sangría deliberada de la Tierra... pedimos a nuestros hermanos y hermanas de otras razas y culturas que se unan a la lucha en que estamos empeñados... creemos que esa lucha debe convertirse en una cruzada mundial para defender la vida.” Exactamente lo contrario de la cruzada de Bush.

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