Sáb 05.01.2013

CONTRATAPA

Una humanidad obscena

› Por Osvaldo Bayer

Desde Bonn, Alemania

Sí, el año que se fue se caracterizó por la palabra crisis económica. La palabra más pronunciada al brindar por un nuevo año fue: “Para que se acabe la crisis”. Otra vez faltan recetas. Una característica típica del llamado ordenamiento económico que domina el mundo: el capitalismo. Los diarios están cargados de nuevos proyectos –por supuesto, sin salirse ni una coma del sistema–, de nuevas proposiciones. Más impuestos, menos impuestos; eliminación de beneficios societarios, rebajas de sueldos, menos gastos en cultura, etc., etc., los conocidos de siempre. El investigador alemán Matthias Horx ha respondido a la pregunta sobre qué espera del futuro de la humanidad: “¿Futuro? No, es una palabra que ya no quiero oírla. Cuando se nos pregunta sobre el futuro siempre terminamos hablando del presente. Siempre volvemos al hoy de la humanidad, ya no podemos titularnos investigadores del futuro. Cuando pensamos en el futuro utilizamos siempre nuestro archivo de la memoria. Y entonces construimos o un cuadro del horror o una visión cubierta de dulzura. Sólo una cosa: el futuro será algo que nada tiene que ver con lo que nosotros esperamos de él.” Y finalmente señala como única conclusión positiva: “Ser capaces de construir un Estado social que no sea capaz de arruinarse por sí mismo. Aprobar sistemas de cuidado de la niñez y de la vejez. Obtener un sistema de salud que lleve cada vez más salud a la humanidad. Y, por supuesto, el cuidado de la naturaleza. Ese tiene que ser el futuro, la paz, en el mundo y en la sociedad”.

Sí, seguimos sin aprender de las experiencias. La actual crisis europea no es disculpable de ninguna manera. Ni se ha pensado en el futuro ni se han calculado los gastos ni se ha logrado crear sociedades ordenadas sin violencias internas. Basta ver las estadísticas de Grecia, de Portugal, de España, de Italia. Pobreza, desocupación, emigraciones por falta de futuro. Cuando se nos dijo que “todo lo iba a regular el mercado”. Justo, el mercado desreguló todo. Hasta ahora ha aumentado la riqueza de pocos y ayudado a la miseria de muchos. Lo muestran en todos sus detalles los mismos estudios oficiales de esos países. Las palabras que se oyen todos los días desde Norteamérica a Europa son siempre: “problemas de financiación”, “incapacidad de pago de las deudas”, “bancarrota del Estado”, “desacuerdo político en el manejo del presupuesto”. Y eso se nota en la realidad de todos los días: inflación, creciente pobreza, desocupación, violencia en las calles... Cuántos siglos ha vivido el mundo ya con su sistema capitalista y nunca se llegó a acordar un método que regule todos esos aspectos y busque llegar a una auténtica democracia. Al contrario: las diferencias sociales son cada vez más grandes. Lo vemos hoy claramente: lo dicen los propios estudios europeos sobre la crisis griega. Los griegos acaudalados muestran cada vez fortunas más grandes mientras aumenta el número de las familias pobres. En Europa, Grecia es conocida como “una tierra muy pobre con los políticos más ricos”. En el diario alemán Frankfurter Rundschau escribe el politólogo griego Ferry Betzaglou: “En Grecia hay protestas por todos lados, una ola de suicidios entre gente sin trabajo, una clase media cada vez más empobrecida. Pero a un grupo poblacional parece no haberle alcanzado la recesión: a los políticos”. Están las declaraciones juradas de ellos ante el Congreso. Por ejemplo, el ex ministro de Finanzas Evangelos Venizelos tiene una fortuna de 2,37 millones de euros y posee 27 propiedades; el actual primer ministro Antonis Samaras posee 13 propiedades y depósitos bancarios por 276.678 euros, 25.119 libras esterlinas y 12.825 dólares; el anterior primer ministro Loukas Papadinos, 14 propiedades y depósitos por 1.200.000 euros. Y así podríamos seguir la larga lista. ¿Eso es democracia?

Y esto no sólo en Grecia, sino también en Italia, Portugal y España. En este último país, Rajoy, el conservador, fue elegido por mayoría absoluta. Había prometido terminar con la crisis, acabar con la recesión y la desocupación. Todo lo contrario ha ocurrido. Los únicos que han quedado protegidos por su política conservadora han sido los bancos y los más ricos de la sociedad. Esto se puede comprobar por las mismas cifras de las estadísticas actuales, a un año de su elección.

Al cumplir sus 80 años de vida ha sido recordado el sociólogo norteamericano Richard Sennett, famoso principalmente por haber sido en su país el principal enemigo del capitalismo. Escribió: “El capitalismo lleva al desastre. Al ser humano, a las tradiciones y a la naturaleza. Y nosotros firmamos la paz con ese sistema porque creímos que el capitalismo destruye para hacer lugar a un sistema nuevo y mejor. Cuando en realidad la sociedad capitalista-burguesa está siempre acompañada por pérdidas peligrosas, que han demostrado que con ellas aparecen conceptos negativos porque guarda en su resultado la fe en la destrucción creativa que nos ha traído finalmente a un balance aterrador”. Sus escritos tendrían que ser material de lectura en todas las escuelas de economía y un constante advertir acerca de los peligros a que está sometido por siempre el mundo capitalista. Es decir, la experiencia vital de la historia nos señala finalmente pensar más en el “Nosotros” que en el “Yo”.

Es una pena ver en la televisión europea repetirse escenas que ya Europa tendría que haber logrado eliminar para siempre: la pobreza extrema. Imágenes de Irlanda: gente de edad y sin techo está sentada junto a las estufas de un centro de ayuda católica. Junto a ellos, gente joven que busca almorzar o por lo menos recibir un sandwich. En Irlanda los llaman los “nuevos pobres”, son los que acaban de quedarse sin trabajo. En ellos hay una profunda tristeza. Podrán comer, sí, pero quedan los daños psíquicos por mucho tiempo. En ese comedor son repartidos por día entre 400 y 600 almuerzos. Hay otros que sólo vienen a retirar un bolso con comida para llevarlos a sus domicilios. Ese centro reparte 1800 paquetes con comida por día. La gente sin trabajo llega ya al 14,7 por ciento. Desde comienzos de la crisis financiera se perdieron nada menos que 400.000 puestos de trabajo, esto, para un país de cuatro millones y medio de habitantes es una pérdida más que enorme. Desde 2007, han sido cerrados 55.000 establecimientos de trabajo.

Los pronósticos señalan que en Grecia, Portugal, España e Italia va a proseguir por un tiempo la recesión económica. Y los desocupados van a marcar nuevos records de estadística. Se calcula que en esos países la crisis va a continuar hasta el 2014. Como Alemania ha dejado de importar productos de países vecinos, se estima que va a haber en este tiempo muy poco impulso de crecimiento. Precisamente, en Alemania existe un temor creciente a una ola de cierre de fábricas que podría iniciarse dada la falta de encargos de productos de exportación. Por eso se están realizando planes para estabilizar y salvar al euro.

La humanidad no aprende de sus experiencias. En Alemania, el 10 por ciento de la población posee el 70 por ciento de las fortunas. Volvemos a la pregunta: ¿eso es democracia? El dinero lo echa a perder todo, hasta al Arte. Lo denuncia el editor alemán Klaus Staeck en un artículo llamado “Precios obscenos”. Señala como una vergüenza occidental que se use el Arte para ganar dinero. Un cuadro del pintor alemán Gerhard Richter, llamado “Imagen abstracta”, acaba de venderse en Sotheby, Londres, nada menos que a 34,9 millones de dólares. Así, los multimillonarios tienen derecho a poseer el Arte para ellos. Cuando tendría que haber leyes internacionales que prohibiesen vender obras de arte a particulares y sólo permitir la venta a museos o galerías de Arte. Pero no, hasta el Arte es vendible. Una humanidad con crueldades, con injusticias increíbles que además vende al Arte. Una humanidad obscena.

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