Ahora tengo una propuesta para testear su intuición. Suponga que le doy los siguientes datos: en una fiesta con muchísima gente, se producía algo muy curioso: ¡había solamente tres hombres! Más aún: el 99 por ciento de las personas que habían concurrido eran mujeres. La idea de los dueños de casa había sido la de organizar un baile. Con semejante proporción entre los sexos el plan original estaba a punto de fracasar.

La pregunta entonces es la siguiente: para tratar de compensar la situación, ¿cuántas mujeres tendrían que salir del salón para que el porcentaje de mujeres ahora sea del 98 por ciento?

Antes de pensar con cuidado la respuesta, le propongo que piense qué es lo que le dice su intuición, es decir, que haga una suerte de estimación (no necesariamente los cálculos correctos sino una conjetura) sobre el número de mujeres que tendría que salir del salón para que ahora el porcentaje de mujeres se reduzca a un 98 por ciento.

Una forma de pensar >el problema

Como el uno por ciento de las personas están representados –por ejemplo– por los tres hombres, uno puede deducir de acá el número total de asistentes al baile. Si tres personas corresponden al uno por ciento, entonces el 100 por ciento serán 300 invitados.

Por lo tanto, en el salón había 297 mujeres y solamente tres hombres.

Ahora bien: queremos que salgan la cantidad de mujeres necesarias para que ahora, las personas del sexo femenino que queden, representen un 98 por ciento. ¿Cuántas mujeres tienen que salir?

Los hombres seguirán siendo tres, pero ahora, en lugar de que tres personas representen el uno por ciento, queremos que esas tres personas representen el dos por ciento. ¿Cómo se logra eso?

Tal como usted intuye, para que tres personas representen el dos por ciento es porque en total tiene que haber 150 personas. Como en total había 297 mujeres, tienen que salir 150 de ellas. De esa forma, quedarán 147 mujeres. Si les sumamos los tres hombres, en el baile habrá ahora 150 personas en total y ahora sí, está contestada la pregunta.