› Por Osvaldo Bayer
Llevar la cultura nacional a los lugares más escondidos del país. Lo hace el Teatro Nacional Cervantes. En una gira interminable que alcanza a varias provincias, y principalmente a la región patagónica, vamos hasta pueblos apenas conocidos por los habitantes de las grandes ciudades. Se hace para presentar la obra teatral Las putas de San Julián, un episodio de las huelgas de peones rurales santacruceños de 1921. Por ejemplo, acabamos de estar en Tres Lomas, en la llanura pampeana bonaerense. Esa llanura inmensa, sin fin. Tres Lomas está justo allí, todavía en la pampa bonaerense, pero casi pegada a la frontera provincial con La Pampa. Cercana a Trenque Lauquen. Y a otras regiones con hermosos nombres de los idiomas de los pueblos originarios.
Tres Lomas, de ocho mil habitantes, con un hotel para turistas que sorprende por su amplitud, su arte arquitectónico, sus ventanales que llevan a mirar el paisaje que rodea todo, poblado de árboles y plantas nativas. Justo para ir a ver y oler la pampa, admirar su inmenso silencio, escuchar el infinito canto de sus pájaros. Cada habitación tiene el nombre de un pájaro pampeano. La puerta de mi cuarto tiene el nombre de Tacuarita y su figura, el de mi vecino se llama Benteveo.
La primera sorpresa fue que en la población se desarrollaba la Feria del Libro. Increíble, plena de libros pampeanos, patagónicos y muchos acerca de la docencia, ya que justo estaba allí la organización nacional de maestros. Se hallaban en el lugar el intendente de la ciudad y los secretarios de Cultura. De pronto, se levantó de entre el público una voz que expresó que en el lugar se quería quitar el nombre de Roca a una de las principales calles del lugar. Y comenzó un debate constructivo acerca de esa sombra histórica que había llevado a la muerte y la esclavitud a parte de la población de sus habitantes naturales. La Feria del Libro y sus temas. Siempre productivo el debate. Pude ser testigo de cómo hasta en estas regiones que parecen aisladas se debaten todos los temas y de la utilidad de esos encuentros para la cultura. El propio intendente Roberto Alvarez seguía todo paso a paso y los que empujaban verdaderamente las discusiones eran la directora de Cultura, Susana Cavallero, y el secretario de Cultura, Deporte y Prensa, Claudio Adema. Allí, en ese lugar poblado de libros se ponían raíces a los temas que por sobre todo traen a colación la ética y experiencia de los pueblos. A la noche, presentamos Las putas de San Julián, ese tema tan profundo de la historia patagónica. El llanto histórico de ellas parecía trasladarse por las ventanas de la sala a las extensas llanuras que curioseaban desde afuera con los increíbles sonidos y silencios de las pampas. Pero, sin lugar a dudas, ese silencio contenía el ruido de las andanzas de los soldados argentinos, fusiladores de tantos trabajadores rurales en aquellos años ’20 del siglo pasado en las planicies patagónicas. Ahí, esa noche, en Tres Lomas, se prendía el fuego del recuerdo de la injusticia cometida en otro paisaje argentino, ya casi hace un siglo, mucho más al sur, en tierras patagónicas.
Salimos del teatro. La pampa vive. Sonreían y pestañeaban las estrellas. El teatro nos había unido a todos, nos ha atado al paisaje. En los paisajes también se mata, pero siguen cantando los pájaros. El teatro nos unió al canto de los pájaros y a la emoción del recuerdo histórico. Llego a la habitación del hotel en plena pampa. Comienzo a escuchar los trinos de la tacuarita.
En estas contratapas hemos hablado no sólo de los genocidios argentinos sino también de los cometidos en otros pueblos. Por ejemplo, tendremos siempre presente el genocidio armenio cometido por el gobierno turco y nunca reconocido por éste. Ni reconocido ni lamentado. Acaba de producirse otro suceso que nos sigue hablando de la insensibilidad humana. El director de cine turco Faith Akin proyectó realizar un film sobre el periodista armenio Hrant Dink, asesinado en el 2007. Hrant Dink había dedicado toda su vida a denunciar el genocidio armenio por los turcos en el diario que él mismo publicaba. Ahora, el director turco Akin quería poner para que interprete a Hrant Dink a un actor turco, como gesto de unión y perdón. Pues bien, el director turco acaba de declarar que ningún actor turco aceptó jugar ese rol artístico. ¿Por temor o por odio? Qué falta de moral y de coraje civil.
Hrant Dink fue asesinado en pleno día el 19 de enero del 2007, delante de la redacción de su diario Agos, en Estambul. Este héroe civil de los armenios tenía como misión propia que los turcos mismos reconocieran su crimen masivo. No lo logró pero pasó a la historia como un luchador de esos que nunca abandonan sus principios humanitarios. En la Argentina, este año volverá a darse, en teatro, la vida de este héroe armenio. En la sede del teatro El Pasillo, el actor Daniel Ritto volverá a interpretar su obra de teatro Hrant Dink. Lo hará los jueves 18 y 25 de septiembre, y todos los de octubre. Una obra que abrazará a todos de pura emoción. El arte, justamente, debe interpretar a los héroes del pueblo.
Y antes de terminar no podemos dejar de lado lo que está sucediendo en Formosa. Desde hace un mes hay cinco integrantes de los pueblos originarios, son wichís, que están injustamente detenidos tras un ataque policial a la comunidad El Colorado del Oeste. Su territorio tiene petróleo y es codiciado por intereses extranjeros y por usurpadores que alambran y desmontan día y noche. El juez que entiende en la causa es Francisco Orella de Lomitas. Sostenemos que no hay motivos para que los wichís estén presos. Deben ser liberados. Mencionamos esto en nombre de los derechos humanos y del respeto que nos merecen los pueblos originarios.
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