CONTRATAPA
La leyenda de Lorena
› Por Mariana Carbajal
Lorena Martínez tiene 11 años, los ojos color miel y el pelo castaño, muy lacio. Es la abanderada de la escuela rural más austral de la Argentina, frente a Lago Escondido, con la Cordillera de los Andes como telón de fondo, 57 kilómetros al norte de Ushuauaia. Es un paraje fueguino de apenas doscientos habitantes, una zona boscosa que deslumbra por su belleza, se mire hacia donde se mire.
Probablemente la voz de Lorena se escuche muy pronto en todo el país. La nena, de mirada seria y pocas palabras, escribió una leyenda preciosa sobre el Paso de Garibaldi, que a escasos kilómetros de esa escuelita permite el cruce cordillerano, bien en lo alto, por la ruta 3 que une Ushuauaia con Río Grande. En ese punto el camino es de ripio, angosto, escarpado. El precipicio rocoso termina en las aguas verdes del lago. Los pobladores le temen al Paso Garibaldi. Dicen que ahí los accidentes de tránsito son frecuentes especialmente en el invierno, cuando la superficie de la ruta está congelada y el viento sopla helado.
La leyenda de Lorena cuenta que “desde hace casi un siglo en la aldea de Lago Escondido se comenta que en el Paso Garibaldi pasan cosas extrañas ... Muchas personas pasan con temor porque dicen que por allí anda rondando un espíritu inquieto... Dicen que es Cóndor pata grande, un espíritu que hace maldades, que hace caer rocas desde lo alto de la precordillera sobre toda clase de transportes”.
Desde hace tiempo el Paso Garibaldi es transitado por una fila constante de camiones, que se dirigen unos metros más allá de la escuelita de Lorena y entran al Aserradero Bronzovich, el más grande de la provincia, de donde salen cargados de rollizos de lenga.
En ese aserradero trabaja el papá de Lorena, como la mayoría de los papás de los 17 chicos de la escuela Entre Ríos. Doce son de primaria y 5 de jardín de infantes. Como casi todos en Lago Escondido, Lorena y su familia llegó hasta aquí desde Misiones, porque a esa provincia (y también a Chile) van a buscar la mano de obra para el aserradero: saben trabajar la madera. Así se entiende que Lorena diga “Extraño el calor”, cuando se le pregunta sobre su vida en Tierra del Fuego.
La leyenda de Lorena fue elegida en su escuela para participar de un concurso lanzado por el Ministerio de Educación de la Nación para acercar a los chicos de primarias rurales a la radio: los chicos tenían que escribir historias breves sobre leyendas y personajes de su lugar. La ganadora de cada provincia se convertirá en un spot radial, con la voz infantil, los modismos y regionalismos de cada una, y se emitirá a través de radios de todo el país en los programas de mayor audiencia. La recepción de trabajos fue cerrada el martes en un acto que presidió el ministro Daniel Filmus precisamente en Lago Escondido, adonde concurrieron los alumnos de las cuatro primarias rurales de Tierra del Fuego –son alrededor de cuarenta, pero faltaron dos– y se leyó un texto por escuela. En pocas semanas se conocerán los ganadores.
“Estamos aquí unos cincuenta adultos escuchando a los chicos: es una metáfora de lo que tiene que pasar en la Argentina. Si los escucháramos no habría hambre, no habría guerra ni tantos problemas en el mundo”, comenzó Filmus su discurso en la escuelita de Lorena. Algunos de los chicos hicieron un viaje de más de cuatro horas en micro para estar ahí. Filmus siguió: “Las sociedades se definen de acuerdo a cómo tratan a los chicos: un solo chico que pierde la escolaridad es importante. Muchas veces, los economistas dicen que se gasta demasiada plata por tan pocos alumnos ...”. La escuela de Lorena es confortable. Está bien calefaccionada y luce agradable y bastante equipada. Pero tiene algunas limitaciones significativas: se provee de luz eléctrica por un generador del aserradero, lo que hace que a veces tengan problemas para usar las computadoras porque suele subir y bajar la tensión. Y no pueden conectarse a Internet, y así al mundo, porque en Lago Escondido no hay teléfono. “Lasfamilias tienen celular, pero muchas veces no hay señal. Se han pedido teléfonos públicos o semipúblicos, pero nunca pusieron ninguno”, contó Andrea Berenguer, directora, secretaria y una de las dos maestras de la escuelita.
Los habitantes de Lago Escondido, sin embargo, tienen reclamos más acuciantes. Por un lado, falta una sala de atención sanitaria. Un médico llega cada dos meses, y si algún chico (o adulto) tiene alguna dolencia tiene que cruzar casi 60 kilómetros hacia el sur, hasta Ushuauaia, o una distancia similar hacia el norte, hasta Tolhuin. El otro problema, que para muchos es más angustiante, es la ausencia de una escuela secundaria. “La venimos pidiendo hace mucho al Ministerio de Educación de la provincia. Yo presenté un proyecto: serían necesarios tres profesores nada más”, dice la directora. Pero nunca tuvo eco. Hoy, para seguir estudiando una vez que finalizan el sexto grado (el último en las escuelas rurales) los chicos tienen que hacer todos los días el mismo trayecto que para ir a un hospital. O sumar al desarraigo de haber dejado –además del calor– abuelos, primos y amigos en el norte argentino, el desarraigo de mudarse a los 12 años otra vez lejos de sus familias a Ushuauaia o Tolhuin. Hay una decena de chicos en esa situación.
“En invierno hay accidentes en la ruta casi todos los días. Imagínese la incertidumbre que vivimos hasta que vuelven”, dice Ricardo Barrientos, operario del aserradero, los temores sobre el Paso Garibaldi. Tiene una hija de 14 años que va al secundario todos los días a Tolhuin.
Lorena termina este año la primaria. Tal vez no pueda seguir estudiando. Salvo que, por una vez, a los malos espíritus les vaya mal.