› Por Alejandro Grimson
En este momento grave para la Argentina, donde el gobierno ajusta derechos, es necesario convocar a la formación de una amplia convergencia social, cultural y política contra el neoliberalismo. Sin embargo, hoy no existe en el país ninguna fuerza política capaz, por sí sola, de articular el heterogéneo espacio social que sufre las consecuencias de este avance de la derecha en el plano económico, social y cultural.
El kirchnerismo, el peronismo y una amplia izquierda social se encuentran en una encrucijada. Hoy, en esta fase defensiva, donde el gobierno avanza en distintos planos, donde hay una estrategia con logros significativos de estigmatización de los doce años y de todo el kirchnerismo, el mayor de todos los errores es entrar en el juego que propone el macrismo. El triunfo más extraordinario de la estigmatización es lograr que la respuesta consista en sectarismo. Si no se comprende esta operación, se estará colaborando inmensamente con la estrategia macrista. Las discusiones acerca del pasado generan divisiones al interior del campo progresista y popular. Debemos plantear con absoluta claridad: estamos en contra de todos los corruptos y a favor de todos los derechos. Si llega a haber alguna división, que no sea por debates sobre el pasado. Que sea por la orientación política necesaria para el presente.
La salida de este laberinto es que todo el énfasis recaiga en las necesidades inmediatas del pueblo argentino y en hacer política para defender derechos. Unir a todos los sectores sociales y políticos, lo cual implica que nadie tiene asegurada la conducción de esos procesos. Traducir la unidad contra las medidas económicas y contra el ajuste de cuentas social y cultural en una articulación contra el modelo neoliberal, en una amplia confluencia política.
¿Cuál es el obstáculo para constituir este frente? Esa necesidad que se hace patente en los conflictos contra el ajuste, en las luchas sociales y culturales, no tiene un conjunto de dirigentes que puedan sentarse en una mesa y acordarlo. Primero, porque todavía hoy las tensiones de pasado tienen un peso excesivo para las necesidades del presente. Segundo, porque un frente de este tipo implica un acto de generosidad de parte de todos, dejando en un segundo plano la cuestión de los protagonismos. Tercero, porque quizás los principales referentes de esa convergencia contra el neoliberalismo requiera de nuevos protagonistas. Es necesario que actores sociales y culturales diversos estén dispuestos a dar el paso que el país necesita. Dirigentes sociales y culturales, personalidades de la ciencia y la cultura, articulando movimientos sociales, sindicatos, dirigentes y militantes políticos.
Es una convergencia que habrá que construir de abajo hacia arriba. Una construcción de unidad en cada una de las luchas por todos los derechos. Y una expresión política de esa convergencia, donde tienen que estar invitados todos los sectores. Con excepción de aquellos que prefieran contribuir al juego que propone el gobierno.
Hay ciertas condiciones necesarias para que esa confluencia sea exitosa. Primero, se trata de hacer política en diálogo y ofreciendo respuestas a los problemas concretos de los trabajadores, los sectores medios, las Pyme, los barrios, los clubes sociales, los centros culturales, los vecinos. A través de articular modos efectivos para defender derechos, conquistas y resolver problemas, se construye una oposición a las medidas neoliberales y a cualquier variante del modelo neoliberal. En ese proceso se elaboran propuestas, ideas, leyes, programas viables, efectivos, creíbles en función de un único criterio: mejorar la vida de la mayoría de los argentinos en el corto y largo plazo. Apuntar a una sociedad más igualitaria, más participativa, más democrática. Con una fuerte vocación de construcción de mayoría.
Segundo, tienen cabida en la confluencia todas las tradiciones, ideologías e identidades políticas que concuerden en oponerse al avance neoliberal. Todas las fuerzas deben aceptar que lo prioritario es defender los derechos. En ese sentido las reivindicaciones de cada sector o partido o líder resultan claramente secundarios. Quienes prioricen sus intereses por encima de la defensa de los derechos claramente estarán trabajando en favor del avance neoliberal.
Tercero, es necesario crear mecanismos participativos y democráticos. Hay un agotamiento de los mecanismos verticales, con mayor agudeza en una etapa defensiva. La confluencia plural antineoliberal será democrática o no será nada.
* Doctor en Antropología por la Universidad de Brasilia.
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