Lun 01.03.2004

CONTRATAPA

Hay cada nena en la calle

Por Juan Carlos Volnovich *

–Lo vi en la tele, doctor –me dice el portero del edificio en el que vivo.
–Qué barbaridad, ¿no?
–No vaya a creer. Se lo veía repintón.
–A lo de Avellaneda me refiero.
–¡Ah! Mire, a ese tipo hay que colgarlo. Yo, si por mí fuera, a ese tipo lo lincho.
–¿Pero no era que vos estabas en contra de la pena de muerte? No me vas a venir ahora con eso de hacer justicia por mano propia.
–Lo que pasa es que esto es otra cosa. A ese tipo hay que matarlo o, al menos, que se pudra en la cárcel.
–¿Vos sabés lo que les hacen en la cárcel a los “violines”?
–Eso mismo, que se lo cojan y que lo revienten a golpes los otros delincuentes. Que bien se lo merece. Cuando pienso en esas pibitas, pobrecitas... tan tiernas, violadas por ese enfermo mental. Me viene una furia; me da una indignación. ¡Qué clase de degenerado! No me entra en la cabeza cómo alguien puede hacer una cosa así.
–Hacerlo y volver a hacerlo. El tipo ya había estado preso por eso. Lo que a mí no me entra en la cabeza es que, aun sabiéndolo, ni el sistema penitenciario, ni los vecinos, ni los familiares que dejaban las nenas a su cuidado, hayan podido evitar la tragedia que vino después.
–Para mí que ahí hubo un ajuste de cuentas. Para mí que el tipo las violó y las mató por venganza contra el padre. Igual que a Junior, ¿vio? Es así como arreglan sus asuntos los mafiosos. Si no pagás, te lo cobramos. Si no cumplís, te mato a tu hijo aunque seas el presidente de la república.
–¿Y vos creés en esa versión?
–Yo no sé si fue verdad o no, pero que es creíble, es creíble. Si no es por eso, ¿por qué un tipo va a hacer una cosa así?
–Será porque le gustan las pibitas, será que se excita con las nenas y no se puede contener.
–Y, la verdad, doctor, es que hay cada nena. ¿Usted vio cómo andan las minitas por la calle hoy en día? Ya no se sabe si son nenas o si son mujeres. Por eso, yo a mi hija la cuido. Nada de andar por la calle. Nada de acercarse a gente extraña. Nada de andar mostrando el ombliguito.
–Yo no sé si Marela habrá mostrado el ombliguito, pero a estas pibas les pasó lo que les pasó dentro de la casa del vecino y con el tío. A lo mejor, si hubieran estado en la calle, se salvaban.
–¡Nooo! Doctor, la calle es lo peor. Hay cada nena por la calle. Mire. Mire esa yegua que va por la vereda de enfrente. Mire si no está para el crimen. Yo no sé si es que me estaré poniendo viejo, pero últimamente, a mí, cuanto más pendejas, más me gustan. Mire. Mire esas tetitas. Y después se la agarran con uno, como les pasó a esos pobres muchachos que estaban de turistas en Camboriú. ¡El garrón que se tuvieron que comer los cordobeses, allí! ¿Y todo por qué? Por nada. Se engancharon dos turritas en la playa y se las llevaron para el departamento. Tanto lío ¿por qué? Por levantarse a dos minitas en la playa para curtir y sacarles unas fotos para mostrarles a los muchachos.
–Es que en Brasil hay mucha prostitución infantil.
–Eso. Eso es lo que pasa. Está todo montado para la gilada y los chabones cayeron en la trampa como dos chorlitos.
–Pero es que eran dos nenas.
–¡No! Qué van a ser dos nenas. Eran dos atorrantitas que están allí para sacarles guita a los turistas. Además, a quién se le ocurre que anteshay que andar preguntando la edad. ¿A ver, querida? Mostrame tu documento de identidad.
–Si los llevaron presos, por algo será...
–Claro. La culpa de todo la tuvo la otra. La que se quedó afuera e hizo la denuncia. La pesadilla que pasaron los cordobeses por culpa de esa guacha. Matarla es poco, mire.

* Psicoanalista.

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