CONTRATAPA
› CONGRESO DE LA LENGUA
¿Evento bizarro?
Por Alberto Ferrari Etcheberry
Las organizadores del III Congreso de la Lengua Española están enviando invitaciones oficiales para “la sesión inaugural de dicho evento”, que tendrá lugar en el hermoso Teatro El Círculo. ¿Cómo lo tratará el periodismo? No parece aceptable que noteros y fotógrafos se apretujen como si fuera un festival televisivo. Tampoco que amuren a escritores de otras latitudes para que confiesen que fue una injusticia que Borges no hubiera recibido el Nobel.
“Mi patria es mi lengua”, definía Goethe y en nuestro medio parece que esa relación se cumple, al menos en cuanto a que ambas están parecidamente maltrechas. Por eso los lectores esperamos algo más de la crónica, por ejemplo: ¿qué diferencia nuestra lengua de la que se habla en la península? Los lingüistas alemanes de la Universidad de Augsurgo señalan nuestra especificidad en un diccionario de argentinismos del año 2000 y de 729 páginas, mucho más amplio que el más antiguo que tengo, que tiene casi un siglo. Quien lo recorra comprobará la riqueza del habla vernácula para construir insultos, “malas palabras”, etc. Por ejemplo: mientras los españoles se conforman con “majadero”, nosotros podemos elegir entre más de 40 sinónimos para “gil” y para “gilipollas”; nuestra creatividad supera la docena. ¿Por qué? Vaya pues este aporte para quienes tengan que trabajar en o alrededor del congreso.
En realidad la propia denominación provoca el interrogante: “Congreso de la Lengua española”: ¿española? En el colegio teníamos clases de “castellano”. Averigüé en generaciones posteriores y la situación era la misma. Primera pregunta de buen periodista: “Señor experto: ¿cuándo cambió?”. Y luego: “¿por qué?”. Y finalmente: “¿es apropiado el cambio?”.
Confieso que a mí esta denominación me parece tan absurda como llamar británico al inglés. Nuestro “idioma nacional”, como recuerdo fue denominado bajo alguna administración militar, nació en Castilla y el adjetivo que la gramática manda es castellano, aunque en inglés se diga spanish, como que me huelo que esta metamorfosis algo le debe al eje globalizador. ¿Cómo dirán los chinos?, ¿cuando lleguen habrá otro cambio?
Por otro lado, la Constitución Española protege “las distintas modalidades lingüísticas de España”. Vale. ¿Por qué entonces vascos, catalanes, gallegos, valencianos tienen que ser agraviados con la denominación de español, esto es, el adjetivo común a todos, para la que es una lengua regional? Pero acá viene la paradoja: la Constitución Española me da la razón y proclama: “El castellano es la lengua española oficial del Estado”. Y reconoce a las otras también como españolas: “Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas”. Perfecto.
¿Y nosotros, por qué tenemos que llamar español a lo que por la Constitución Española vascos y catalanes llaman castellano? Bastante español tenemos ya con Telefonica (sin acento), Repsol y afines para que también nos españolicen el habla. Con este cambio, anticonstitucional en España, me parece que se contrabandea alguna forma de imponernos una capitis diminutio, algo así como si el papado hubiera bautizado al latín como “idioma católico”.
No me parece que esto sea anecdótico. Menos cuando el idioma se destruye cotidianamente sin razón ni necesidad. Hasta ayer no más un joven de habla castellana podía aspirar a ser bizarro: valiente, generoso, lúcido, espléndido, intrépido, arrojado, apuesto, gentil, gallardo, magnífico. Vaya usted ahora a la facultad de la calle Puan y pregunte algo similar a lo que llevo escrito y probablemente recibirá un “bizarro” por la cabeza. No se enorgullezca: los eruditos lo estarían calificando de grotesco, extraño, fantasioso y hasta de loco en el sentido habitual del habla de esta tierra: rayado. “¿Por qué?”, debería preguntar el periodista. A nuestro bizarro que luce a Espronceda los expertos (que seguramenteestarán debatiendo en Rosario) sin rubor lo han reemplazado por el significado inglés que los diccionarios ingleses sostienen que viene del francés cuando el original es italiano. Entonces “ir del médico” está mal y es cocoliche, pero no es así con bizarro... siempre y cuando venga de París, Londres o EE.UU.
¿Exagero? La Real Academia Española (acá nada tengo contra el adjetivo) ha convertido idiomáticamente a los brasileños en extraños colegas de los carpinteros, almaceneros, plomeros, peluqueros, curanderos, etc. al nombrarlos “brasileros”, sustrayéndolos así del conjunto que integraban con catamarqueños, caraqueños, santiagueños y demás.
¿Exagero? La exigencia se mide de acuerdo al objeto analizado y estoy hablando de un congreso de expertos de la lengua. Dejar de lado el análisis de pavadas como llamar español al castellano después de siglos de llamarlo castellano, como lo hace la propia Constitución de España, o adoptar para bizarro el significado antónimo no me parece que traiga resultados bizarros ni bizarros.
La esquela de la autoridad del Congreso invita a “la sesión inaugural de dicho evento” ratificando a la página oficial de la web, que lo califica de “el evento cultural” del año, por lo que yo –soslayando el “dicho” y poniendo sobre la mesa que la redacción no pertenece a alguna mediocre agencia de publicidad y que la invitación es por cuenta y orden de expertos y se refiere a la máxima reunión de expertos de la lengua– rechazo indignado la tentación de leer en nuestro idioma pero comprender en inglés y corroboro el significado de evento en los diccionarios de nuestra lengua, desde el Domínguez al de la que pule y da esplendor y concluyo: evento igual hecho imprevisto o que puede acaecer, o no. Por ello, azorado me pregunto: ¿habrá congreso?