CONTRATAPA
La beligerancia de Dios
› Por José Pablo Feinmann
Hay, para ser escuetos, tres modos de creer en la neutralidad de Dios. 1) Dios ama a todas sus criaturas por igual. Al amarlas así le es imposible tomar partido por unas en contra de otras. 2) Dios nada tiene que ver con la historia humana. O se ha desentendido de ella (por hastío, por cansancio) o está entregado a otros menesteres. A pensar, por ejemplo, en su propia esencia. Tarea, quién habría de no comprenderlo, ardua y que lleva su tiempo. 3) No sé si Dios existe o no. Mal podría saber algo sobre su neutralidad. Esta posición, la del agnóstico, se inscribe entre las que postulan la neutralidad de Dios. No poder conocer sus designios es un modo de quitarlo del medio. 4) Dios no existe. Lo que no existe es neutral a todo. Neutral, por definición, a la existencia. (Esto es complicado: si Dios no existe es porque no existe, no porque sea lo que no-existe. Si fuera lo que no-existe sería la nada. Y la nada tiene mucho que ver con la existencia y con el hombre. La verdadera postulación de la inexistencia de Dios no debería ni proponerlo como “nada”. Sino como ausencia total de toda posible significación. También se podría decir que “esto” es “algo”. Que Dios “es” eso: “ausencia total de toda posible significación”. Y esto podría no detenerse. En rigor, ciñéndonos al tema de la neutralidad, quien cree que Dios no existe cree que es neutral. Porque no puede ser otra cosa. Porque toda no-neutralidad implicaría una intromisión en la historia humana. Y sólo lo que existe se puede entremeter con lo existente. Dios no: su neutralidad está determinada por un hecho absoluto, su inexistencia.)
Lo sensato será detenernos en la primera formulación. Es la que reclama la bondad divina. Dios es neutral porque ama a todas sus criaturas. No toma partido por unas o por otras dado que para El todas, equivocadas o no, son dignas de su amor. La base de ese amor es la redención. Si Dios ama a todas sus criaturas, incluso a las más abyectas, es porque, en Su infinita bondad y sabiduría, sabe que aún éstas pueden redimirse.
El señor Bush no piensa así. El señor Bush ha declarado algo tan contundente como escalofriante: “Dios no es neutral”. Dios, entonces, ha tomado partido. Dios, al no ser neutral, no ama a todas sus criaturas. Hay criaturas a las que no ama. Ya que no está con ellas, está con otras que son quienes Lo representan. Esta no neutralidad de Dios abandona a millones de seres humanos al desamor divino. Dios no es el Dios del amor. Dios ama a algunos y a otros no. Y a los que ama los ama porque los ha elegido como los representantes de Su causa. Dios ama al señor Bush. El señor Bush representa la causa de Dios. Dios está con vos Bush. Dios es –no ya el del amor– sino el del conflicto, el de la beligerancia. No sólo interviene en la historia humana, sino que lo hace tomando partido. En suma: Dios existe, Dios interviene en la historia humana, Dios no es neutral, ama a unos y a otros no, Dios es conflicto, beligerancia, Dios está en guerra.
El señor Bush no está loco. O sí. El y Rice y todos los que lo votaron y respaldan y escuchan con seriedad y no se han arrojado a las calles a pedir socorro o a reclamar cordura y no guerras santas, cruzadas guerreras. Como sea, la “locura” del señor Bush le es muy funcional a los intereses de la nueva modalidad del Imperio norteamericano. Lo que ha hecho Bush es simple. Dijo “Dios no es neutral”. Al decirlo dijo “Dios está conmigo”. “Con mi causa, que es la de mi país.” Bush ha creado a Dios. Al Dios que él necesita. Que el Imperio bélico norteamericano reclama. Dios no es neutral porque es como nosotros queremos que sea, porque sostiene nuestros valores, defiende nuestros intereses. Nuestros intereses son, ahora, los de Dios porque nosotros los hemos puesto en El. Dios ya no ama a todas sus criaturas. Eso es chatarra vieja. El mundo ha llegado a un extremo tal de peligrosidad que no es posible amar a todas sus criaturas, ya que algunas deberán ser destruidas para solucionar estas cuestiones. La solución está en nuestras manos. Somos los únicos capaces de solucionar los tumultos de la condición del hombre sobre la Tierra. Somos, así, Dios. Haremos Su tarea y El nos permitirá hacerla. Estará a nuestro lado, alentándonos. En nuestros rezos lo sentiremos. El nos lo dirá: “Continúen. Sigan. Están haciendo lo que hay que hacer. Lo que yo haría si no estuvieran ustedes. Ustedes son Yo”. Dios no es neutral se transforma en “nosotros somos Dios”. “Nosotros somos Dios” se transforma en “tenemos el derecho de ser justos, de imponer la justicia, de gobernar y reinar sobre todos aquellos a quienes Dios, al elegirnos, ha abandonado”. Nosotros, al ser elegidos por Dios, somos el Bien. Los abandonados por Dios, el Mal. Seamos claros: no necesitamos que Dios nos diga quiénes son el Mal. Dios, al elegirnos, ha delegado esa facultad todopoderosa en nosotros. No es Dios quien nos dice: “El Mal está ahí”. Este paso ha sido innecesario. Dios no hace cosas innecesarias. Dios se ha limitado a elegirnos. A estar de nuestra parte. En nuestro bando. A militar entre nosotros. A asumir nuestra beligerancia como la Suya. Es todo. “Dios no es neutral” no significa que habrá de señalar a los malos y a los buenos. “Dios no es neutral” significa que ha elegido a los Suyos, que somos nosotros. Al elegirnos dejó en nuestra manos decidir dónde está el Mal. Esa es nuestra tarea. Nos la entregó Dios. “Estoy con ustedes. Procedan.” Ahora, procederemos. Decidiremos, desde nosotros, dónde está el Mal. Y allí estaremos para arrasarlo. Necesitamos, para tan santa tarea, ser la más poderosa potencia guerrera de la historia de la humanidad. Algo que ya somos pero acrecentaremos. Nada nos impedirá vivir en paz. Y si es necesario que sobre esta tierra poseída por el Mal sólo quedemos, en el fin de la batalla, nosotros y Dios, así será.
El mundo está en peligro. Un gnosticismo bélico, alimentado por el miedo y la ignorancia, por la voluntad de poder y el racismo cultural, por unos petroleros bravucones y un pueblo descerebrado, por una inmensa, interminable provincia que lo ignora (como impecable provincia que es) todo de los demás y, por consiguiente, no sabrá a quiénes se mata en su nombre, en el nombre de su seguridad, ha asumido un segundo mandato en la centralidad del mundo. Esa centralidad se propone expandirse indefinidamente. No hay lugar en el que su enemigo pueda no residir. Estará en todas partes. Estará, sobre todo, ahí donde el Imperio y sus intereses decidan que está. No hay espacios neutrales. Nadie está a salvo. Porque Dios ha elegido. Porque Dios no es neutral. Y santificará la cruzada de Sus guerreros. Tanto, como si ellos mismos lo hubieran creado. ¿Qué Dios tendremos que crear para defendernos del de Bush?