Dom 02.10.2005

CONTRATAPA

Papas fritas

Por Juan Gelman

El episodio es conocido. Walter Jones, representante republicano de los EE.UU., no se limitó a votar por la guerra contra Irak en el 2002: irritado por la oposición de Francia al conflicto bélico, pidió –y obtuvo– que en el menú de la cafetería del Congreso se cambiara la denominación “papas a la francesa” por “papas de la libertad”. Y dijo: “Espero que cuando alguien ordene ‘papas de la libertad’ piense en nuestros hombres y mujeres que sirven a esta gran nación”. Se refería, claro, a los soldados que no tardarían en convertirse en invasores. Luego escribió centenares de cartas a las familias de los efectivos caídos en Irak y llenó con sus fotos en uniforme de combate las paredes del pasillo de su oficina. El también pensó en esos hombres y mujeres. Tanto, que “después de 1700 muertos, más de 12.000 heridos y 200 mil millones de dólares gastados” –declaró recientemente a la CNN– llegó para él la hora de iniciar la retirada de esas tropas. Presentó un proyecto de resolución que insta a la Casa Blanca a sacarlas de Irak a partir del 1º de octubre del año que viene. No es muy temprano y quién sabe si la resolución se aprobará, pero sin duda refleja la creciente marea en favor de la paz que se percibe en la potencia del Norte y que eriza la piel de los “halcones-gallina” de la Casa Blanca.
La multitudinaria manifestación contra la guerra que tuvo lugar en la capital norteamericana el pasado 24-9 –de 100.000 a 200.000 personas, según la fuente del cálculo– pronto convocó a los detractores. Para el ex izquierdista convertido David Horowitz, “se juntaron en Washington 100.000 partidarios de Al Zarqawi”, el lugarteniente de Bin Laden en Irak, aunque ninguno de los que voceaban “Paz ahora” era terrorista o portaba turbante. Para Christopher Hitchens, columnista de Vanity Fair, se trató de una masa de “fascistas, stalinistas y jihadistas” manipulados por Unidos por la Paz y la Justicia, la ONG que movilizó más gente para la concentración. Pero los adjetivos no cambian la realidad: el domingo 25-9 se realizó en Washington una contramanifestación a favor de la guerra patrocinada por Rightmarch, una alianza de organizaciones de extrema derecha: esperaba una asistencia de 20.000 personas, no concurrieron más de 400 (AP, 26-9-05). La mayoría silenciosa se dirige a otro lado.
Así lo revela una encuesta que Associated Press/Ipsos llevaron a cabo del 16 al 18 de septiembre pasado: el 65 por ciento opinó que se gastaba demasiado en la guerra y el 64 por ciento no confiaba o confiaba poco en que ese dinero se invirtiera apropiadamente en la reconstrucción de Irak (www.pollingre port.com/iraq.htm). El sondeo de CNN/USA Today/Gallup Poll realizado en esos mismos días aporta datos comparativos que muestran cómo se invirtieron las tendencias: en el período 14-16 de abril del 2003, a casi un mes de la invasión del 20 de marzo, un 76 por ciento aprobó la manera en que W. Bush manejaba la situación en el país ocupado y sólo el 21 por ciento, no. Esas cifras se revirtieron: en el período 16-18 de septiembre de este año, fueron del 32 por ciento y el 67 por ciento, respectivamente. En el período 24-25 de marzo del 2003, el 75 por ciento estimaba que no era un error haber enviado tropas a Irak, contra el 23 por ciento que opinó que sí lo era. Las cifras son hoy del 39 por ciento y el 59 por ciento, respectivamente. Otras encuestas demuestran asimismo que la megamanifestación del 24-9 es apenas la punta del iceberg del repudio a la guerra. La voluntad de paz de un buen sector del pueblo norteamericano recorre andariveles diferentes de las protestas contra la guerra de Vietnam. Entre otras cosas, gracias a Internet.
Los grupos pacifistas estadounidenses tienen orígenes diversos. El más extendido es MoveOn.org, que cuenta con más de 3 millones de participantes en una red que por e-mail organiza actividades en todo el país (www.moveon.org). Propició la realización de más de 1600 “vigilias” en apoyo de Cindy Sheehan, madre de un soldado muerto a los 24 de edad en Irak, que se ha convertido en símbolo del movimiento contra la guerra. Win Without War es una coalición con sede en Hollywood constituida por 40 organizaciones –entre otras, el Consejo Nacional de Iglesias y la Asociación nacional para el progreso de la gente de color– y su propuesta es clara: exige el fin de la guerra porque socava la seguridad de EE.UU. Cuatro organismos integrados por veteranos de las fuerzas armadas, dos de ellos exclusivamente por militares que combatieron en Irak, impulsan acciones por la paz y proporcionan información mediante sendos sitios web. Por su parte, Military Families Speak Out agrupa a 2400 familias de efectivos en actividad en el país ocupado y demanda el regreso inmediato de las tropas. Este mar subterráneo de protesta carece del bullicio estudiantil característico de las manifestaciones de los años ’60 contra la guerra de Vietnam. Es una “mayoría silenciosa” de potencial no menor.
Tom Andrews, ex representante demócrata por Maine y director de Win Without War, señalaba en la concentración del 24-9 que “hay mucha gente aquí que se pregunta dónde están los demócratas”. En efecto, ese fin de semana toda la conducción del partido presuntamente opositor al gobierno desapareció de Washington, incluyendo a Howard Dean, su presidente, y a Hillary Clinton, tal vez porque consideran una “causa noble” la guerra en Irak. El actor Martin Sheen, que personifica al presidente Jeb Bartlet en la serie de televisión The West Wing, también es miembro de Win Without War. Participa en sus actividades, crea el espectáculo de un presidente de los EE.UU. criticando al presidente de EE.UU. y abre paso a la ficción en lo real.

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