Jue 13.10.2005

CONTRATAPA

América nació en Nicaragua

› Por José Steinsleger *

¿Cómo nos llamamos? Con la conquista fuimos “las Indias”, y luego “Nuevo Mundo”. España nos bautizó de hispanos y Francia de latinos para diferenciarnos del norte anglosajón. El neofranquismo habla de “Iberoamérica”, Cuba agrega “y del Caribe” al gentilicio “América Latina”, y con énfasis mercadotécnico Washington se refiere a “las Américas”.
En consecuencia, faltan los nombres de muchos pueblos y culturas: las originarias de América (mal llamadas “indias”), las de Africa (mal llamadas “negras”), y las de origen lusitano, semita, eslavo, balcánico y asiático que del estrecho de Bering al de Magallanes se mezclan y habitan en un continente donde Estados Unidos, país que no tiene nombre, se apropió del nuestro: América.
Nombre justo, conciso y original, la voz “América” podría hallar vigorosa justificación en las investigaciones de Jean Marcou, geógrafo francés, quien sostiene que si bien el nombre se inspiró de modo confuso en el apodo Amerigo de quien llamábase Alberico Vespucci, la voz de marras tendría origen maya-quiché: Amerrique o Amerique, en francés suavizado (“Sobre el origen del nombre America”, Sociedad Geográfica de París, 1875, puntilloso y fascinante estudio, que a continuación reseñamos).
Amerrique era el nombre indígena dado a las montañas existentes entre Juigalpa y La Libertad, departamento nicaragüense de Chontales. El geólogo y naturalista Thomas Belt, autor de The Naturalistic in Nicaragua (1874), observó que la sierra o cordillera de Amerrique forma la línea divisoria de las aguas, entre el lago de Nicaragua y el río Bluefields.
De 1868 a 1871, Belt fue ingeniero de la compañía Minera de Chontales, en las minas de oro de Santo Domingo, San Benito y San Antonio. Anteriormente, las minas habían sido explotadas por los indígenas y los españoles. Avidos de oro, los tripulantes del cuarto y último viaje de Colón (1502-03) fueron los primeros en divulgar con persistencia la voz “amerrique”.
El piloto mayor Vespucci, entre ellos. Un año después, Vespucci dejó de llamarse Alberico y adoptó el de Amerigo, nombre desconocido en Europa pero dado por sus marineros a propósito de Amerrique o Amerique. Es decir, que en lugar de tener el honor de dar su nombre al “Nuevo Mundo”, de éste salió el nombre que lo hizo célebre.
La segunda parte de esta historia tuvo lugar en abril de 1507, en Saint Dié, pequeña población de Lorena. Allí fue traducida del francés al latín la carta de relación Quatuor Navigationes de Vespucci a Francesco de Médicis, impresa con el nombre de Cosmographiae Introductio, única partida auténtica de bautismo del Nuevo Mundo.
Según Alexander Humboldt, la obra de 52 páginas fue “...preparada con el mayor descuido por un librero muy oscuro, quien fue a comer pasas a Lorena e inventó el nombre América”. Humboldt se refiere al dibujante de mapas Martin Waltzemüller, pero desconocía que el canónigo Jean Basin, insigne poeta, recibió la orden de la traducción latina a causa de “la elegancia, característica de su estilo”, según Gualterio Lud, canónico impresor.
La modestia del poeta Basin, autor del nombre latino Americus dado por primera vez a Vespucci en traducción muy libre (y del nombre America, dado también por primera vez al Nuevo Mundo), no dice una sola palabra de su presencia. En cambio, Waltzemüller se dio audazmente por autor de la obra, bajo el nombre cacofónico de Martin Ilacomylus.
Cuando el canónico Lud tuvo en sus manos el primer ejemplar de la edición, suspendió con indignación la tirada, de la que no se conoce más de un ejemplar que hoy cuesta más de un millón de dólares. Waltzemüller fue despedido y se fugó con las planchas. Sin embargo, dos años después reimprimió la obra en Estrasburgo, cometiendo el primer acto de falsificación y piratería después de la invención de la imprenta. Por otro lado, Cosmographiae Introductio no hace mención alguna a Cristóbal Colón, cuya existencia ignora. En tanto, Vespucci fue acusado de colocar su nombre en las cartas, pretendiendo arrebatar a Colón la gloria del “descubrimiento”. Sin embargo, no fueron los sabios quienes impusieron al vulgo el nombre América.
En todos los puertos de mar era sabido que Vespucci no era el descubridor del “Nuevo Mundo”. La resistencia de los sabios a la adopción del nombre “América”, adoptado por el vulgo, duró tres siglos. En los actos oficiales, en el Consejo de Indias, en las Historias de las Indias de Oviedo, de Gómara, de Las Casas, no se emplea el nombre de Vespucci.
Al recibir la Cosmographiae Introductio, Vespucci debe haberse sentido por extremo lisonjeado. “Si hubiese querido –dice Marcou– pudo desconocer esa ‘gloria peligrosa’, pues no ocurrió su muerte hasta el 22 de febrero de 1512: pudo al menos escribir a sus amigos de Florencia, declarándoles que nunca había tenido la pretensión de suplantar a Colón, ni a los otros primeros ‘descubridores’ y exploradores del Nuevo Mundo. No sucedió esto...”

* De La Jornada de México. Especial para Página/12.
* En maya quiché “Amerrique” significa “país del viento”, “país donde el viento sopla siempre”.

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