CONTRATAPA
El campo olvidado
› Por Jack Fuchs *
La semana pasada descubrí que al mapa ya conocido de los campos de concentración de la Europa invadida por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial le faltaba un campo de exterminio, hasta hace muy poco tiempo dejado fuera de la historia. El 3 de noviembre pasado, el presidente francés Jacques Chirac, acompañado por Simone Weil, inauguró el Centro Europeo del Resistente Deportado, sitio dedicado a la memoria de los miembros de la resistencia al régimen nazi, en Alsacia-Francia, a sólo pasos del campo de concentración de Natzweiler-Struthoff, el único instalado por los nazis sobre territorio francés.
Mi primera reacción a la noticia fue de confusión: pero si ese es el nombre de un campo de exterminio –del cual una amiga mía es sobreviviente– que existió en el norte de Polonia, sobre el mar Báltico, pensé, debe haber un error. Recurrí a la obra de Raul Hilberg, La destrucción de los judíos de Europa, uno de los trabajos más exhaustivos sobre el tema que data de 1985, entre otros. Allí encontré Stutthof –campo de concentración situado en Polonia–. Un par de letras de diferencia entre ambos nombres fue lo que me había llevado a la confusión.
En efecto, Stutthof fue un campo de concentración nazi en el norte de Polonia, por el cual pasaron 115.000 prisioneros, perecieron 65.000 y otros fueron transferidos a otros campos de exterminio. En 1944 comenzó a llegar una gran cantidad de judíos, en su mayoría mujeres transferidas de campos de trabajo en los Estados bálticos o de Auschwitz. El 9 de mayo de 1945, Stutthof fue liberado por el ejército soviético.
Ambos campos existieron, a pesar de que el Struthoff francés fue olvidado y apartado de la historia. Las explicaciones que encontré sobre este “olvido”, por parte de historiadores especializados franceses y alemanes son diversas, pero se centran básicamente en el hecho de que el estudio de los campos de exterminio nazis comenzó en los años noventa, ya que en los años inmediatamente posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial los historiadores se concentraron en buscar testimonios y luego, en los años ’70 y ’80, se investigó más profundamente sobre la tragedia judía, la Shoá.
Tiendo siempre a buscar respuestas. Me interesa preguntarme y tratar de indagar sobre cuáles pudieron haber sido los motivos de estos olvidos, y en particular el olvido de los franceses respecto de este campo de la muerte que existió en su territorio durante la ocupación nazi.
No son numerosas las publicaciones que pueden encontrarse sobre el campo de Struthoff, por el cual pasaron, a partir de 1941 cerca de 52.000 personas, de las cuales 22.000 murieron, algunas en la cámara de gas, otras en trabajos forzados, otras de hambre y otras en manos de médicos nazis de la Universidad Reichsuniversität, de Estrasburgo, que encontraban en Struthoff conejillos de India humanos para sus experimentos. En Struthoff perecieron personas deportadas originarias de toda Europa. Entre 1941 y 1945, de los 52.000 prisioneros, el 14% eran franceses; los polacos representaban cerca del 35% del total de la población, los soviéticos el 25%. Pueden contarse 22 nacionalidades distintas, de toda Europa: griegos, españoles, checos, noruegos. En su mayoría, se trataba de detenidos políticos, opositores o resistentes. A partir de 1943, comenzaron a llegar deportados de Holanda, Bélgica y Francia, que debían esperar un eventualproceso en Alemania. Hubo también detenidos gitanos y judíos, que representaron el 20% de la población del campo. Venidos de ghettos u otros campos de concentración, llegaron después del verano de 1944 e integraron los comandos de trabajo.
Nuevamente me pregunto, al descubrir en estos días la existencia de otro campo de la muerte, ¿cómo Struthoff pudo haber permanecido en el olvido por sesenta años, excluido de los mapas que dibujan la expansión que tuvo la barbarie nazi? Lo ocurrido en Struthoff debe ser recordado, sus víctimas lo merecen y, probablemente el hecho de que Francia recién ahora pueda ocuparse del tema, luego de sesenta años, al inaugurar un sitio en homenaje a la Resistencia, lleva otra vez a la reflexión sobre lo ineludible, aunque difícil, que significa recordar las derrotas y los infiernos vividos por los pueblos.
* Intelectual, pedagogo y escritor. Sobreviviente de Auschwitz.