Se llama César y hoy cumple nueve años.
El primer cumpleaños que celebramos juntos fue con tres velas. Tenemos la foto en casa.
Mañana festejará con sus compañeros de la escuela, jugando a los bolos, “al bowling, ma”, corregiría él.
Al principio viajábamos en el Sarmiento mirando al “gran buenos aires”, y luego tomábamos el 21 hasta Villa Martelli, donde estaba nuestra casa de entonces. Cuando cruzábamos la General Paz, César gritaba: “Los tutú” , y yo aún lo corregía. Teníamos un perro que se llamaba Málaga, no por mi ciudad, sino por el club de fútbol; era macho.
Tenía veintidós años y cuidar a alguien que no fuera yo misma era una responsabilidad enorme. Pero eso de sacar y poner pañales debe estar en el ADN, porque se me dio de maravillas.
Con César íbamos y veníamos del médico. Se enfermaba seguido y se curaba menos rápido.
Nos mudamos a Devoto y fue al jardín por primera vez a sala de cuatro. Teníamos un Fiat Week-end y escuchábamos a Los Piojos y la Bersuit. César tarareaba “Fasolitaa queridoo...” y yo debía saltar el tema.
Luego nos fuimos al Barrio Chino y en la calle Arribeños tuvimos una gata, Lola, y cuatro naranjos en la puerta. También hay foto: César durmiendo en la cama y Lola sobre una hamaca. César tuvo su primera novia, Antonia, una hermosa vecina de cinco años.
Marché a México y fue la primera vez que nos separamos. Volví para sus seis años, a tiempo para la piñata: una pelota de Boca. Casi muere de la sorpresa y yo de la emoción.
Desde ese día no nos separamos más...
Ahora vivimos en Villa Crespo, al lado de las vías del tren. Tenemos una tortuga que se llama Ramírez y una terraza donde salta la soga junto a sus hermanas Romi y Macarena.
En su noveno cumpleaños sólo deseo que siempre soplen para César “buenos aires” y que sea tan feliz como soy yo al verlo crecer.
Carmen Escalante
DNI 93.873.501