Como en las viejas historias que leía de pequeño, los príncipes se quedan con la más bella. Pero también en mis recuerdos de pequeño atesoro esos cuentos que resaltaban la dignidad del mendigo, que con menos armas había logrado llamar la atención de la bella dama. Viejo y querido Gimnasia, el lobo del pueblo, simplemente gracias por hacerme creer por un largo mes que era posible creer en la utopía. Digno subcampeón del fútbol argentino, bravío equipo e inteligente entrenador que a los triperos desparramados por el mundo nos hiciste sentir que pese a todo seguimos siendo los incondicionales y eternos hinchas del tablón. La historia del mundo es circular: los desclasados, los comunes, debemos conformarnos con la migaja de los poderosos. Pasa en todo el mundo, pocos tienen mucho y el resto debemos conformarnos con intentarlo, con coraje, con valor y decisión, los mismos que demostraron en cada jornada de domingo esos once leones que defendieron nuestra camiseta. Hoy siento orgullo de ser tripero y no me molesta la alegría de los bosteros ni la de los otros habitantes de La Plata. El sufrido pueblo tripero, el que no llega a fin de mes con su sueldo, el que llena canchas y canchas sin haber salido nunca campeón, se levantará nuevamente, como cada año y seguirá fiel e incondicional. No pudo ser. La bella se quedó otra vez con el príncipe, pero fue nuestra amante durante largo tiempo. Hace diez años lloré por la oportunidad perdida, pero hoy salgo a la calle con el pecho inflado y convencido, más que nunca, de que me moriré siendo del Lobo. Porque guardo en mis retinas la pasión de ese pueblo incontrolable, el coraje de su gente, los trenes cargados de hinchas para ir a cualquier lugar, a los que se ratean del laburo para seguirte, a los que saben que quizá nunca vean una vuelta pero que no están decididos a dejar de lado ni un céntimo de las convicciones en pos de la masificación y el triunfalismo. Que festeje Boca, ellos saben cómo hacerlo. Nosotros seguiremos convencidos de que la utopía nos sirve para caminar. Y la pucha que hemos caminado, viejo y querido Gimnasia.