Jue 05.01.2006

CONTRATAPA

Preparados

› Por Juan Gelman

Circulan en Alemania noticias varias acerca de un próximo ataque de EE.UU. a Irán, ya previsto y diseñado. La agencia DPA difundió el 23-12-05 un artículo del periodista y experto en inteligencia Udo Ulfkotte en el que éste afirma que, según “fuentes de seguridad occidental”, el director de la CIA, Porter Gross, visitó Ankara el 12 de diciembre para solicitar el apoyo de Turquía a un probable ataque aéreo contra las instalaciones nucleares iraníes. Es decir, que los aviones estadounidenses puedan partir de territorio turco para llevarlo a cabo. La agencia de noticias alemana señaló además que Washington informó de sus intenciones a los gobiernos de Arabia Saudita, Jordania, Omán y Pakistán. El diario berlinés Der Tagesspiegl (28-12-05) cita, a su vez, declaraciones de agentes de inteligencia de la OTAN: la Casa Blanca adelantó a sus aliados que explora todas las opciones para domeñar a Teherán, incluida una intervención militar.
La argumentación de la Casa Blanca es la misma que esgrimió para invadir Irak: Irán pretende fabricar armas nucleares, aunque su gobierno insiste en que utilizará esa energía con fines pacíficos, y colabora con Al Qaida, desde luego. Según la DPA, Gross habría entregado a funcionarios de inteligencia turca tres dossiers que probarían el apoyo iraní a la red terrorista y habría dado al gobierno de Recep Tayyip Erdogan el vía libre para bombardear a los nacionalistas del ejército de liberación del Kurdistán que pululan ocultos en las montañas de Irak cercanas a la frontera con Turquía. Ankara teme el pujo separatista del 18 por ciento kurdo de su población, unos 13 millones de habitantes.
Turquía había observado la actividad militar norteamericana en la región con cierto escepticismo y hasta se había opuesto a comienzos del 2003 a que su territorio se utilizara para atacar el norte iraquí. Rumsfeld no se cansa de repetir que ese hecho acentuó las dificultades de la ocupación de Irak. Sin embargo, hace un par de semanas el comandante en jefe del ejército turco, Yasar Buyukanit, declaró después de una visita a Washington que las relaciones con la contraparte norteamericana eran de nuevo excelentes. Algo tendrá que ver la multiplicación del número de altos funcionarios de Europa occidental y de los servicios de inteligencia de EE.UU. que recalan en Ankara. “En cuestión de días, el jefe del FBI, luego el jefe de la CIA y el secretario general de la OTAN Jaap De Hoop Scheffer estuvieron en la capital turca” (Der Spiegel, 2-1-06). El mes pasado también lo hizo la secretaria de Estado Condoleezza Rice, previa parada en Berlín.
El proyecto de bombardear Irán no es nuevo y parecería que su ejecución está cercana. En una entrevista que concedió a la NBC en enero del 2005, el vicepresidente Dick Cheney subrayó que, en vista de la belicosidad antiisraelí de Teherán, “Israel bien podría actuar primero y dejar que el resto del mundo se ocupe luego de ordenar el caos diplomático” que un ataque de Tel Aviv provocaría. Por lo pronto, el periodista Seymour Hersh reveló que comandos yanquis se han infiltrado ya en territorio iraní (New Yorker, enero de 2005). Y a fines del 2004, el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, libró a las fuerzas armadas de EE.UU. la orden de prepararse para lanzar en 12 horas o menos un ataque preventivo contra cualquier país del mundo sospechado de tener o desarrollar armas de destrucción masiva, Irán y Corea del Norte en particular. Esto no es chiste: el plan incluye una opción nuclear (The Washington Post, 15-5-05). El peligro late en las entrañas del 2006.
El cese de la Guerra Fría desplazó de Europa a Asia el eje de la tensión nuclear en el planeta. Tanto en Israel e Irán en el oeste, como en Corea del Norte y Japón en el este, pasando por India y Pakistán en el sur, se asiste a una actividad en ese campo que la Casa Blanca mide con dos pesos y dos medidas. Acusa a Irán de incumplir el tratado internacional de no proliferación de armas nucleares, pero alimenta el programa israelí de producción de armas nucleares. Incluye a Corea del Norte en “el eje del mal”, pero establece una “asociación estratégica” con la India y W. Bush se compromete a lograr que el Congreso encienda la luz verde para abastecer a Nueva Delhi de tecnologías nucleares avanzadas (IPS, 29-1205). El presidente norteamericano decretó que la India es un Estado nuclear “responsable”. Irresponsables son los otros.
Los “halcones-gallina” ven con buenos ojos la demanda de los conservadores nipones que exigen la modificación del estatuto impuesto a Japón al término de la Guerra Mundial II: le prohíbe contar con grandes fuerzas armadas y producir o adquirir armas nucleares. Tokio viene almacenando ingentes cantidades de plutonio procesado en Europa que rápidamente se pueden derivar a la fabricación de armamento nuclear y esto desataría la reacción de Pekín y una carrera de consecuencias imprevisibles. “A veces pienso que, al crear al ser humano, Dios sobreestimó sus posibilidades” (Oscar Wilde).

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