Viajando en el Subte “B”, trayecto “Malabia-Uruguay”, a diario observo una piara de seis delincuentes que suben de vagón en vagón para robar a los desprevenidos pasajeros.

Organizados de una forma que sorprende, suelen entrar por dos puertas a la vez juntándose donde se encuentre su ocasional presa, se aproximan y uno de ellos se aboca a la tarea de abrir su cartera, mochila, morral, o lo que fuera, mientras el resto del grupo de ubica estratégicamente para que al pasaje se le dificulte observar su accionar. Sorprende su habilidad, pero más sorprende su impunidad.

Conocidos por la mayoría de los cotidianos usuarios, a su paso muchos tratamos de evitarles dando muestras de que sabemos quiénes son y a qué vienen. Alguna vez alguien le hace señas a la pobre víctima elegida o intenta de alguna forma que ésta caiga en la cuenta de lo que está ocurriendo, pero ¿quién se puede animar a hacer escándalo frente a seis predadores organizados que dan toda la impresión de ser bastante peligrosos? Nadie.

Esto no es una leyenda urbana ni producto de mi imaginación, es un hecho concreto y cotidiano. A cualquier persona avispada que frecuentemente utilice este servicio se le puede preguntar por los seis delincuentes que diariamente viajan entre nosotros.

Entonces, ¿quién podrá defendernos? Tal vez el Chapulín Colorado, porque Metrovías, bien gracias.

Raúl Enrique Herrero

DNI: 12.623.187