CONTRATAPA
La clave es jugar con Lógica
› Por Osvaldo Bayer
No es que ahora uno va a borrar con el codo lo que escribió con la mano. Pero la verdad es que ya Alemania es vicecampeón del mundo con posibilidades de ser el campeón. ¿Pero cómo, no escribí acaso que el equipo de Alemania era más malo que el de Atlanta en el descenso de los años cuarenta? Sí, pero un momento, Beckenbauer, nada menos que Beckenbauer, el Kant del fútbol, declaró la semana pasada, después del partido de Alemania con Estados Unidos, que el único jugador de clase era el arquero Oliver Kahn y que a los otros diez había que “encerrarlos en una bolsa y cagarlos a palos a todos por igual porque son todos malos y todos tienen la culpa”. Y ahora ¿cómo se explica que Alemania con ese equipito, ese picado a la acuarela, dispute la final? Alguien se equivocó.
No, ni Beckenbauer ni yo (perdóneseme el atrevimiento) fuimos injustos. Es así. Y ayer con Corea sí, mostró más fuerza, un poco más de fuerza, pero el único jugador que ser destacó fue, como siempre, el incomparable arquero Oliver Kahn, premio Nobel de pelotazos, cabezazos, corners, sobrepiques, tiros al ángulo, cañonazos de media cancha y de cuatro metros. Eso es indiscutible.
Alemania no tiene ningún crack (salvo el número uno). Entonces ¿qué pasa? Estudiemos.
Ayer, el entrenador teutón lo explicó en forma breve: Dijo: “Aplicamos la Lógica”. Ah, bueno, lo hubiera dicho antes. Nos imaginamos que hicieron cursos acelerados de Aristóteles, para comenzar por el principio, y luego, en noches sin sueño, recorrieron el neoplatonismo con Abelardo Duns Scotus y Wilhelm von Ockham para luego desembocar en ese mar sin costas que es Leibnitz y terminar triunfantes en la Lógica Trascendental de Kant. Claro, así sí. Ahí está la clave. Mientras, los surcoreanos se conformaron con las cien flexiones diarias y los 400 metros llanos dos veces por día.
Interesante siempre, el entrenador alemán Rudi Völler. No dice nada, pero con una expresión es como si lo dijera todo. No, nada de cambiar este jugador por este otro, no. Sencillamente, con los mismos jugadores –todos de una medianía insuperable– se cambió de Lógica. Y listo el pollo. La cuestión es que los alemanes ganaron. Como decía el jugador inglés Linneker: “Nosotros jugamos y los alemanes ganan”.
Bien, claro, pero ¿cómo es que ganan con este equipo de lansquenetes que van y vienen por el campo de juego como si juntaran margaritas y, por ahí, la pelota los ayuda a meter el gol? Sí, un gol, uno solo por partido (salvo los ocho que les metieron a los domadores árabes de camellos).
A fuerza de no explicarse por qué, estos alemanes les ganan a todos y uno empieza ya a quererlos. Pobres chicos, salen a jugar para que se los coman los leones, y ganan.
Ayer, nuevamente Ballack: tiró, rebotó la pelota en el arquero coreano y la redonda volvió al mismo lugar de los pies de Ballack, y gol. Corea murió al atardecer. Listo, no hablemos más.
Las feministas alemanas lo explicaron todo diciendo que el éxito se debe a que hace 48 horas los jugadores alemanes fueron visitados por sus esposas o sus novias. No sabemos qué decir, nos falta experiencia para ello. Pero puede ser, claro, que los muchachos hayan entrado en el paraíso y cuando salieron a la cancha se pasaron pensando en él y no los pudo parar nadie. Pero claro, ésta ya es Lógica metafísica o dialéctica. No sabemos, yo diría sencillamente que el todo conforma un capítulo de la Lógica Interesante.
Cuando ayer lo vi jugar al alemán Jeremies no pude menos que acordarme de aquel half derecho de Rosario Central de fines de los sesenta: el negro González (sí, aquel que tiene el record todavía: fue expulsado a los veinte segundos de comenzar un partido porque le dio un bife a un jugador de Boca. Pobre Negro, no lo podía creer y se reía con la boca bien abierta mostrando la blanca dentadura como buen negro oriental). O Carrascosa, elhalf izquierdo del mismo campeonísimo equipo canalla. ¡Qué jugadores! Y ayer lo comparaba, como digo, con Jeremies y con Hamann. Y me preguntaba: ¿pero acaso lo han mecanizado al fútbol? La ausencia, ¡cuándo los volveré a ver entrando a la cancha, queridos Negro y Carrascosa, levantando la mano, campeones! ¡Cuánta nostalgia y buen fútbol!
(Debo decir algo: hay estudiosos que les atribuyen el éxito a los germanos porque ese equipo humilde tiene un sentido de comunidad y no hay protagonismo entre ellos. Bueno, lo voy a estudiar, porque si no voy a llegar a la conclusión de que se ha logrado el socialismo en el fútbol.)
Pero esperemos el domingo, ojalá la final sea Brasil y Alemania, así vemos el meneo tropical contra la Lógica psicologista de Husserl. Ustedes me entienden. (Por eso le voy a hablar a Beckenbauer, para que en el futuro tengamos más cuidado con nuestros juicios. No nos vendría mal leer un manual de Lógica, aunque sea breve.)