› Por Adolfo Pérez Esquivel
Blumberg y sus aliados han convocado a una marcha por la seguridad, para el día 31 de agosto. Su reclamo consiste en pedir una policía unificada a nivel nacional y bajar la edad de imputabilidad de los menores. Dice que “la marcha será apolítica” y que “no pueden permitir que los menores sigan asesinando gente”. Evidentemente busca soluciones por el camino de la fuerza y lograr que se sancione en el Congreso una ley para penalizar a los menores, porque –según el ingeniero– “hay que impedir que maten gente”. Podemos comprender y acompañar, ya que ha sufrido una dura experiencia personal dolorosa como es la pérdida de un hijo, pero hay que tener cuidado de no generalizar. Hay organizaciones de familiares víctimas de la violencia social como Avise, que reclaman Verdad y Justicia, juicio y castigo a los responsables, pero lo hacen dentro del marco de la ley y el derecho. Las leyes vigentes en el país son buenas, lo que falta es aplicarlas correctamente.
Otro de los problemas planteados por Blumberg es que, según su entender, los menores matan. Es correcta hasta cierto punto su afirmación, pero debe entenderse que la pobreza no es un delito, los chicos y chicas en situación de riesgo social no son delincuentes, son víctimas de una sociedad injusta y sufren la marginación y la represión. Es cierto que ha aumentado la inseguridad social, pero no se soluciona con medidas represivas, poniendo más policías. Ya han intentado bajar la edad de imputabilidad de los menores, pero quiero recordar que existen leyes y resoluciones internacionales, como la Convención de la Infancia de las Naciones Unidas, que los países miembros tienen la obligación de respetar y hacer respetar. Blumberg ha equivocado el camino. Y es peligroso pensar que aplicando la mano dura resolverá los problemas sociales. Son medidas que llevan al totalitarismo y al fascismo, generando y aumentando el miedo, el sometimiento y las violaciones de los derechos humanos. Estos planteos buscan aparentemente mayor seguridad pero generan mayor inseguridad.
La alternativa para superar la violencia y la inseguridad pasa por generar los espacios de acción social superadores de la pobreza, y proponer planes educativos y la participación de los jóvenes en la sociedad. Muchas de esas políticas están en marcha. El Ministerio de Educación lleva adelante planes de alfabetización a nivel nacional; el Ministerio de Desarrollo Social y el de Salud han implementado planes de asistencia y promoción humana, muchos municipios llevan adelante programas de asistencia a la minoridad, atendiendo la salud, educación y el derecho a una vida digna.
Organismos de derechos humanos y sociales comprometidos con el trabajo legal y social con menores en riesgo social vienen desarrollando planes, programas y proponiendo políticas, a nivel nacional y local. Hacer creer que la seguridad se logra con mayor represión y sanciones contra sectores de la población, contra los mal llamados chicos de la calle, como Blumberg lo ha señalado en su oportunidad, es no querer ver o no comprender la situación social. Sería bueno que toda esa energía puesta en buscar mecanismos de una seguridad cada vez más insegura que lleva a propuestas represivas y a la pérdida de los derechos, las use correctamente para impulsar políticas sociales en bien de todos. Y para ayudar a los más desprotegidos y no marginarlos, porque tienen los mismos derechos que todo ciudadano.
Y otra cosa que es necesario tener presente es la decisión política del gobierno nacional y de algunas provincias, no todas, de fortalecer las instituciones de las fuerzas de seguridad y el rol que éstas deben cumplir. Debemos recordar que en sus orígenes las fuerzas de seguridad fueron constituidas como fuerzas de prevención y seguridad social; lamentablemente, políticas como las que propone Blumberg hacen que continúen actuando como fuerzas de represión, lo que rechazamos rotundamente.Vemos que también en las fuerzas de seguridad comienza a comprenderse esta diferencia y esperamos que, como instituciones al servicio del pueblo, puedan cumplir sus obligaciones en defensa de la vida, la dignidad de la persona y el pueblo. Hay signos esperanzadores en esa dirección que hay que profundizar. La democracia y los derechos humanos son valores indivisibles y son espacios a construir ciudadanía con el esfuerzo de todos. Que la marcha del 31 sea “apolítica” no se lo cree ni el mismo Blumberg.
Venimos de experiencias muy duras para restablecer el estado de derecho en el país y el respeto a los derechos humanos. Hemos aprendido que nada es aséptico, la marcha plantea objetivos políticos para establecer espacios donde la seguridad que propone sea el autoritarismo y no el derecho; que la policía de “mano dura” reprima y que los jueces juzguen a los pobres como delincuentes. Ya conocemos esos mecanismos que buscaron imponer Patti, Bussi, Rico y los personeros de la dictadura militar. Eso no resuelve el grave problema que vive el país, heredado de gobiernos incapaces y del saqueo a que fue sometido.
Es necesario hacer memoria. No es porque sí no más que tenemos cerca de 10 millones de personas en situación de pobreza, que mueran niños de hambre y enfermedades evitables, que haya aumentado el analfabetismo. Esa es la inseguridad que hoy sufre el país. Es necesario construir los espacios que garanticen la seguridad social. Se necesita un debate nacional para analizar el camino a recorrer y aportar a la vida y seguridad de nuestro pueblo. Con la represión nada se construye. Cada uno debe decidir qué hacer. Y quienes participen de la marcha el día 31 deben tener claro los objetivos, analizar qué es lo mejor para el país para no ser sorprendidos en su buena fe.
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