Sáb 30.12.2006

CONTRATAPA

Por fin

› Por Osvaldo Bayer

Por fin, parece ser, se iniciará una investigación judicial profunda sobre las Tres A. La detención del comisario Almirón en España nos dice claramente que se han acabado los silencios, los acomodos, el mirar para otro lado acerca de los crímenes realizados por las denominadas Tres A, la Alianza Anticomunista Argentina, comandada por José López Rega, ministro de Asistencia Social de los gobiernos peronistas de 1973 hasta 1976. Muy poco o nada se habló de los crímenes cometidos con toda impunidad y apoyo oficial. Parecía que la época de los crueles delitos contra los enemigos políticos había empezado con la dictadura militar de Videla, pero la verdad es otra. Con la detención en España del ex comisario Almirón parece que la justicia plena también ha comenzado para ese período político anterior a la dictadura militar. Desde estas contratapas denuncié la impunidad de esos asesinos feroces, pero pareció siempre que se había extendido un manto de silencio: “de eso no se habla”. Esperemos ahora que este primer paso sirva también para juzgar a los responsables políticos de esos gobiernos, que hicieron como si no pasara nada en ese país del ’74 y ’75. La Justicia tiene que extenderse también acerca del papel jugado por la que fue presidenta de la Nación, Isabel Perón, a la cual no se puede despojar de toda responsabilidad, ya que si bien se decía que no ejercía poder sobre nada, por lo menos tendría que haber renunciado como protesta ante esa horrible actualidad que se vivía. Nadie puede decir que ignoraba lo que pasaba porque las listas de condenas a muerte de las Tres A se podían leer en todos los diarios de la Argentina. Yo mismo me enteré de mi propia condena a muerte, el 12 de octubre de 1974, al leer el diario La Opinión en el café El Foro, de Corrientes y Uruguay.

Es decir, las Tres A, organización criminal protegida desde el Estado, tenían un servicio a domicilio con sus propias víctimas. Si en el gobierno elegido por el pueblo se protegía y estimulaba a una organización signada por la barbarie más bestial, ¿cómo entonces los militares –los mismos que estaban a las órdenes de ese gobierno en los cargos castrenses más altos– no se iban a sentir después animados a establecer el sistema de desaparición de personas y actuar con la más absoluta impunidad? Y eso es lo que nos tiene que hacer reflexionar a los argentinos: los militares no llegaron solos, aprovecharon las propias debilidades y los pecados contra la democracia de los electos por el pueblo.

Sería interesante que el propio Partido Justicialista inicie una investigación sobre aquella época de lo habitual-siniestro y ponga en claro las debilidades e intereses que movieron a esos personajes propios de la novela negra que se comenzó a vivir en 1974 y cómo llegó al poder ese hombre repugnante y en el cual se corporizaba el cinismo más prepotente llamado José López Rega. ¿Cómo pudo llegar a tener tanto poder un hombre que en su esfuerzo de vida sólo había llegado a cabo de policía? ¿Realismo mágico? ¿El poder del bufoso a ultranza? ¿Un aprovechador del miedo civil? ¿El otro aspecto del poder “legal” elegido por las urnas?

El “espanto legal” en las calles de Buenos Aires. Por ejemplo, el comunicado de las Tres A del 25 de septiembre de 1974: “Con la aprobación anterior o posterior de este Cuerpo Nacional Ejecutivo se han ejecutado los siguientes traidores a la Patria: Luis Alberto Macor, Horacio Irineo Chávez, Rolando Horacio Chávez, Carlos Ennio Pierini, Eduardo Beckerman, Pablo Horacio van Lierde, Alfredo Curutchet, Atilio López y Juan José Varas. Además de los atentados contra Silvio Frondizi y Raúl Laguzzi”.

El cinismo alcanzó a grados de crueldad que ni la fantasía de un autor mágico podría alcanzar. El comunicado de los asesinos oficiales llega a eso cuando describe el atentado al rector de la Universidad de Buenos Aires, Raúl Laguzzi, a quien se le mató a su hijito. Pero el comunicado miente, por supuesto, para ensuciar y tratar de lavarse de la cobardía máxima: matar a un niño. Dice textualmente: “Lamentamos la muerte del hijo de Laguzzi pero se hace el deber de informar que el deceso del mismo se produjo con motivo del terror del padre al explotar la bomba, que lo impulsó a huir atropelladamente con el hijo en brazos y casi cayó e hizo caer al niño por el hueco del ascensor”. Agrega que “con respecto a la bomba en sí, es la guerra. La posición neutral en la guerra recibió muchas bombas y parece que aquí hay muchos neutrales”. La mentira y el cinismo alcanzan la categoría más miserable del más miserable de los cinismos del señor ministro López Rega del gobierno de Isabel Perón. Ahora, resulta que el culpable es el padre agredido por la patota del poder. ¿Y qué hicieron Isabel Perón y todos sus ministros? Se callaron la boca.

Ahora ha llegado el momento de que abran bien esa boca y expliquen ante la Justicia por qué permitieron o consintieron eso. La mayor parte de ellos volvieron a ser ministros o legisladores después de 1983. Y nadie de su partido dijo nada. De eso no se habla. El mismo día, 24 de septiembre de 1974, pedía asilo en la embajada mexicana el ex rector de la Universidad de Buenos Aires en la presidencia de Cámpora, Rodolfo Puiggrós, que había renunciado cuando asumió Perón. Cansado por las amenazas de las Tres A, quien había sido un brillante rector universitario decidió abandonar el país con su esposa. Días antes lo había hecho, con su familia, su hija Adriana Puiggrós, decana de Filosofía y Letras, amenazada también de muerte por las Tres A. El gobierno mexicano les dio de inmediato protección y permiso de estada en ese país. Eran los tiempos en que había sido nombrado el ultrafascista Alberto Ottalagano como interventor en la Universidad de Buenos Aires. Dirá palabras inolvidables por su servilismo e irracionalidad: “vengo a instaurar la plena voluntad de la Excelentísima Presidenta de la Nación, que ejerce la concesión del general Perón. Se vive en la actualidad el drama terrible de la desjerarquización, de la destrucción del orden natural. La restauración del orden natural debe devolver al padre su perdida autoridad: que el padre mande en el hogar, el profesor en el aula, el coronel en el regimiento y el obispo en su diócesis. Defenderemos el ser nacional, presupuesto de la Argentina Potencia. O se está con la Patria o contra la Patria, como con la Iglesia de Cristo, con el Ejército de San Martín y con nuestra gloriosa policía. La actitud argentina es estar con los que mueren y matan por la Patria”. Y reiteró su adhesión por el “tríptico de Dios, Patria y Ciencia”.

Esos tiempos vivió la Argentina. Para no volver a cometer los mismos errores, que en este caso se pueden denominar crímenes, la sociedad argentina tiene que hacer una profunda crítica de esos tiempos y de los que fueron sus gobernantes. Los intelectuales argentinos que defendieron siempre a las dictaduras y fueron sus amanuenses escriben ahora que la Argentina tiene que imitar a la España del pacto de la Moncloa. Claro, olvidar todo y mirar hacia adelante. Quieren hacer inútil todo el esfuerzo de los organismos de derechos humanos en estas tres últimas décadas. No podrán. Los crímenes han quedado bien visibles. El peronismo –como partido– deberá hacer una crítica honesta y profunda de ese pasado de las Tres A que incluye la masacre de Ezeiza. Lo mismo que el radicalismo tendrá que hacerlo con las masacres de obreros de la Semana Trágica, de la Patagonia Rebelde y de La Forestal. Con olvidar y mirar para adelante, que significa encubrir los profundos errores que conllevan esos crímenes, no se gana nada. Es volver a la mentira, a la adulonería que se cometió y se sigue cometiendo con Roca, al encubrir su genocidio con los pueblos originarios –y taparlos con diversos nombres– y a la expulsión de obreros con la ley de Residencia, obreros a los cuales finalmente la historia reivindicó porque su lucha fue por principios humanitarios, entre otras cosas, la jornada de ocho horas de trabajo.

El peronismo debe reconocer el lazo de algunos dirigentes que los unió con organizaciones fascistas y falangistas. No por nada el comisario Almirón, después de ser el asesino mayor de las Tres A de López Rega, terminó siendo miembro de los guardaespaldas del ministro franquista Fraga Iribarne. Basta investigar las relaciones de López Rega con organizaciones esotéricas de todo tipo para darse cuenta con qué frente trabajaba. Hoy mismo, las informaciones señalan desde España que las únicas relaciones que tiene la señora Isabel Perón son con viejas familias sostenedoras del régimen franquista. Franco, el que ganó la guerra contra su pueblo con ayuda del Ejército, la Iglesia, la división nazi “Cóndor” y las tropas fascistas enviadas por Mussolini. Franco, el fusilador de poetas.

Ayudar a terminar con secretos que avergüenzan será positivo para esos partidos y principalmente para la sinceridad de nuestra democracia. Que no se trate de acallar la verdad histórica con el grito de “gorila”. Eso no lleva a nada. Los argentinos tenemos muchos cadáveres en el ropero. Hay que preguntarse por qué llegaron hasta allí y por qué no somos capaces de sacarlos a la luz para entonces sí enterrarlos con todos los honores diciendo claramente quiénes fueron sus asesinos y por qué se los asesinó. Con mirar para adelante no ganamos nada porque cada vez más el olor de esos cadáveres nos acompañará. Mirar para adelante, sí, claro, pero con las manos limpias.

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