Sáb 20.07.2002

CONTRATAPA

De farabutes, mequetrefes, embarazadas y homosexuales

› Por Osvaldo Bayer

Sí, fue una información muy argentina. Esa que leímos por Internet los que estamos lejos. Menem y Patti, candidatos a presidente y gobernador. Y los dos sonrientes, aplaudidos por su cohorte de conocidos. Dios los cría y el dios argentino los junta. Un farabute y un mequetrefe, diría Caras y Caretas en los años treinta. Un ex preso de Don Torcuato y un torturador, diría un sociólogo exacto. Un contrabandista de armas y un maldito de la bonaerense, diría un periodista sin miedos. Y el lector miró la foto con los dos sonrientes y pellizcándose, dijo: ésta es la Argentina futura. La de siempre pero futura. Si ganan se hará la reivindicación tan esperada y el teniente general Videla pasará a ser titular de la Secretaría de Derechos Humanos. ¿Demasiada imaginación? No, una salida histórica como la llamaría Hadad. Y todos marcharíamos al Tedéum de acción de gracias, con presencia de cardenales y obispos, donde se leería una esquela de felicitación de George doubleiú. (Y por voto unánime de las Cámaras se aprobaría dar el título de “Héroe de Malvinas” al teniente general Galtieri y una indemnización vitalicia.) Y por supuesto crear el “Día del Nonato” tal cual lo proyectó, con gesto altruista, el presidente Menem para censurar definitivamente a los defensores de la despenalización del aborto. Y para todos los militares, una indemnización por obediencia debida.
La ironía se va volviendo triste porque el temor va aumentando, es decir que lo que se dice como una pulla electoral, se convierte en realidad.
Pero empezamos ya el retroceso definitivo adaptándonos definitivamente al modelo mundial. Teniendo a Menem y a Patti nos globalizaremos en forma rasante, pasaremos a ser un país serio, entre los predilectos del poder real. Tendremos dos especializados: el que arrasó con todo y a quien le brillan los ojos cuando tiene la picana en mano.
Pero no todo da lugar al pesimismo. Ese día, cuando vimos la foto de los dos salvadores abrazándose los hombros, se produjo aquí en Alemania algo que nos dice que pese al cuadro fantasmagórico que nos presenta el mundo hoy, se prenden luces, nacen flores en los desiertos, se oyen voces de protesta aun en los cuarteles. Se produjo algo inusitado, que nadie lo hubiese creído: el Partido Demócrata Cristiano alemán, ultraconservador, nombró como candidata a secretaria de la Familia, la Mujer y el Niño, a una joven, de apenas 28 años, soltera, con un hijo de cuatro años y embarazada en este momento del segundo hijo. ¿Cómo, los conservadores que además se llaman cristianos reconocen a una mujer soltera con hijos como encargada de los asuntos familiares de toda Alemania? ¿Cómo dice? Parece un chiste alemán. Pero no, fue una resolución seria. Claro, por supuesto hubo una institución que se opuso a muerte y se hizo la indignada: los cardenales y obispos católicos se dirigieron al Partido Demócrata Cristiano para que no usaran más la C en su sigla –CDU–, que la eliminaran. ¿Por qué? Porque habían faltado a los principios cristianos al aceptar a una soltera embarazada (es decir, en pecado) como secretaria de Familias. ¡Qué principios! Qué santa indignación. Para ser madre hay que tener el papelito oficial de casada. Si no se cae en pecado mortal. Con este destemplado veredicto de los príncipes católicos, la población se sintió mancillada, principalmente las mujeres. En una encuesta que hicieron los diarios, el 85 por ciento de la población dio su entusiasta apoyo a la soltera embarazada. Hay más amor, a veces, en las uniones desprendidas que en aquéllas con papelito legal y bendición papal, es decir, con la bendición del obispo con bonete. Para mayor simpatía, la soltera embarazada futura secretaria de Estado –si triunfa en las elecciones– es bella. El amor es bello y embarazado, señores curas católicos.
Pero hete aquí que, esta vez los ministros de la religión tuvieron mala suerte. En esos días se descubrieron tres nuevos casos de pedofilia entre los curas católicos. Era la gota que hizo rebalsar el vaso, después de los casos de los curas católicos norteamericanos que habían abusado de niños, ahora se venía a levantar el velo en algo que siempre se tuvo escondido. En Alemania, para no hablar de los demás países de Europa donde los mismos delitos guardan una aproximada proporción, han sido condenados por la Justicia sacerdotes y monjes por abusar o violar chicos entre 4 y 12 años y niñas entre 8 y 14 años. Casi todas las víctimas han sido monaguillos o menores que concurrían a la doctrina para tomar la comunión. Justo el día en el que los cardenales protestaban por el nombramiento de la joven soltera embarazada como secretaria de Familia, la Justicia daba a conocer que en el obispado de Mainz se había iniciado una causa contra un sacerdote que había abusado sexualmente de un adolescente durante años.
La pregunta es, hasta cuándo la Iglesia va a seguir con su política de castidad obligatoria para con sus monjes y sacerdotes. En eso Lutero fue un benefactor cuando permitió el casamiento de sus pastores y la formación de familias. La irracional castidad de hombres de por vida lleva –con las libertades que se va tomando la vida moderna– a una existencia de autocastigos que puede conducir no sólo a los actos solitarios sino a las violaciones de quienes no saben defenderse. En vez de abrir la vida del amor a los religiosos, se los obliga a la simulación. ¿Cómo se devuelve la salud mental a las víctimas de tales violaciones por parte de los denominados representantes de Dios? ¿Acaso rezando?
Otro golpe sufrió en esta semana el oscurantismo cuando la Corte Suprema de Alemania Federal aprobó definitivamente la ley de reconocimiento legal al matrimonio de homosexuales, con los mismos derechos que los matrimonios de hombre y mujer. Con esto se dio un gran paso adelante de terminar con ilegalidades y ocultismos. Todo a la luz del día y en reconocimiento de que los homosexuales no son “degenerados”. La ley fue llevada adelante por socialdemócratas y verdes, contra la oposición de los demócratas cristianos. En Irán, todavía los homosexuales son condenados a muerte, como en la Edad Media se hacía en los países católicos. Por fin se vencieron oscurantismos y preconceptos. Un paso adelante en este país como ya ha ocurrido en otros países europeos.
Pero otro mal momento ha vivido la jerarquía católica: un núcleo de mujeres que trabajan en las iglesias se proclamaron sacerdotisas, con el mismo derecho que los curas. Con la pregunta: ¿Por qué las mujeres no? ¿Acaso los hombres son más sabios y santos? Los cardenales y los obispos se han puesto sus bonetes y han comenzado a elaborar el castigo. Pero a esa corriente no la van a poder frenar más.
Lo mismo ya ocurrió con el aborto hasta que, finalmente, los principales países europeos aprobaron leyes sabias que tienen en cuenta no sólo al derecho a la vida del concebido sino también al de la mujer embarazada. Por eso fue tan ridícula la propuesta de Carlos Menem, después de visitar al Papa, de establecer el Día del Nonato. Los problemas se solucionan, o se buscan solucionar, en el diálogo y en la comprensión de los problemas de todos y no con teorías oscurantistas. Ni con prohibiciones ni con picanas eléctricas, señores candidatos. Con el consenso, con la libertad y con la dignidad para todos.

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