Lun 14.01.2002

CONTRATAPA

Europa entre Berlusconi y la Argentina

Por M. Vázquez Montalbán

Prodi y Aznar, Aznar y Prodi reunidos en Madrid en el inicio del semestre de presidencia española de Europa dedicaron buena parte de sus reflexiones a la crisis de Argentina y a la crisis de Berlusconi. Escocía en la piel española la negativa de Berlusconi de recibir al ministro español de Asuntos Exteriores, señor Piqué, con el pretexto de que ya habría mejor ocasión, habida cuenta de que il cavaliere además de telegénico y jefe de gobierno, es ministro de Asuntos Exteriores por absorción. Si estaba claro que era el italiano quien no quería reunirse, el lenguaje del gobierno español trató de traducirlo positivamente: dadas las relativas distancias adquiridas por Italia con respecto a Europa, quizá no era el momento más adecuado para que Berlusconi y Piqué posaran dentro de la misma fotografía. También escocía en piel española que muchos argentinos hayan acusado a los más poderosos inversores de capital español de ser corresponsables importantes de la crisis económica, en un claro intento, según la tesis española, de delimitar un culpable exterior, a la manera del agnus dei qui tollie pecata mundi.
Prodi y Aznar, Aznar y Prodi acordaron pedir al nuevo presidente argentino, Eduardo Duhalde, un plan creíble para salir de la crisis, petición poco elegante porque presupone la posibilidad de que el señor Duhalde les presentara un plan increíble. Aznar y Prodi, Prodi y Aznar, pero sobre todo Aznar, trataron de minimizar el problema berlusconiano, como siempre impasse entre dos afirmaciones del indiscutible europeísmo de Berlusconi. El encuentro entre el jefe del gobierno europeo, italiano, y el presidente semestral, español, servía sobre todo para conseguir esa fotografía en la que Aznar ha soñado buena parte de su vida. Durante seis meses, aunque sólo sean seis meses, será lo más parecido que jamás ha habido al emperador Carlos I de España y V de Alemania e incluso a Felipe González.
Si de cara a Argentina los europeos tratan de ofrecer la actitud del buen inversor, conscientes de que muchos economistas argentinos y sobre todo la sabiduría convencional popular les reprocha el haber contribuido a aumentar la asfixiante deuda externa heredada de las dictaduras militares, en lo referente a Berlusconi el problema se agrava porque revela quiebras interiores en el europeísmo y precisamente en Italia, uno de los países fundadores de la CEE y uno de los más beneficiados por la política de distribución interior europea. La coalición que encabeza il cavaliere se compone de muy diversas lecturas del imaginario europeo e incluye, a través de los neofascistas, la de una Europa según el formato del Imperio Romano y también, a partir del propio jefe de gobierno, la de una Europa desvirtuada o al menos lejos, muy lejos del proyecto eurosocial de ser un bloque capitalista diferenciado, un buen inversor dentro de la globalización, capaz de convertir la tercera vía social liberal en la expresión postmoderna del impulso ecuménico constantiniano. En el mismo día en que Aznar debuta como un Carlomagno por seis meses y el euro llena de calderilla solvente los cerebros y los bolsillos europeos, Europa está en crisis.
Especialmente interesante la actitud de Aznar ante su maestro Berlusconi, unas veces cercana a la del reconocimiento al papel del padre y otras edípica, aunque igual podría decirse por parte de Berlusconi que en ocasiones exhibe el ejemplo aznarita como digno de imitar y en otras se proclama verdadero inspirador y dueño de las ideas que el joven EdipoAznar llevó a la práctica. Convertido en un potente rey Layo en condiciones de mantener saludable distancia con respecto a Edipo, el hijo asesino, Berlusconi acentúa su gesticulación ya menos telegénica, menos apta para la pequeña pantalla y más cercana a la que adoptaba Mussolini en el balcón de la Piazza Venezia. Tal vez pretenda acercarse a Sófocles y alejarse de Rafaela Carrá.
Los argentinos disponen de la mejor cultura psiquiátrica y psicoanalista en lengua española y es posible que en las largas filas formadas en Buenos Aires ante las embajadas de España e Italia para escapar de una de las emboscadas de la globalización, suficientes psiquiatras y psicoanalistas estén dispuestos, al llegar a Italia o España, a resolver el conflicto psicológico o psicótico entre Berlusconi y Aznar, Aznar y Berlusconi. Prodi no es problema. Prodi sabe que en Europa las fotografías gloriosas se renuevan cada seis meses y las verdades inevitables seguirán durante años y años siendo inevitables.

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