Vie 16.03.2007

CONTRATAPA

Materia oscura

› Por Rodrigo Fresán

Desde Barcelona

UNO
Pocas cosas más gratificantes hay que desayunarse leyendo el titular Un telescopio de la NASA captura una nueva imagen de la materia oscura y, a continuación, la siguiente frase: “Todo lo que nos parece que existe es sólo el 5 por ciento de lo que existe”. Semejante información, combinada con una potente dosis de cafeína, facilita el inicio de la jornada laboral y nos pone en el sitio justo: a aquel “no somos nada” de costumbre ahora hay que sumarle un “y además, somos muy pero muy poco”. De ahí, pienso, ese reflejo y costumbre del ser humano para juntarse en grandes superficies y así –multiplicados y masa y poder– sentirse mucho, mucho más de lo que en realidad es. Dicho esto, ya estoy en condiciones de informar acerca de los resultados de la última manifestación del Partido Popular en Madrid –la primera convocada por ellos, porque a las anteriores iban de invitados o de auto-invitados– y vuelvo a experimentar, con el mismo pasmo, el asombro de siempre. La marcha de Rajoy y sus amigos para salvar a España del agujero negro reunió a 337.000 personas según cálculos del diario El País y a... ¡2.125.000 personas para la Comunidad de Madrid! Y, de acuerdo, El País más que simpatiza con el gobierno del PSOE mientras que el gobierno de la capital está en manos del PP. Pero... ¿no es un poco extraña y exagerada, ahora y siempre, tanta diferencia a la hora de sumar? ¿No va siendo hora de construir un manifestódromo con capacidad para unos 2.000.000 de personas y así poder calcular con mayor exactitud cuántos fueron y cuántos (la confección del rating es otro misterio cósmico) la vieron desde casa? Más allá de estos detalles, lo que importa es la cantidad de banderas desplegadas al viento de este primaveral invierno, las demasiadas veces que se pronuncia el nombre España con fervor épico y el resignado estupor de los que ya están empezando a terminar de cansarse de esta constante discusión entre líderes políticos y están un poco más preocupados por la “novedad” de que este país –de acuerdo con lo interceptado por los servicios de inteligencia, según las conversaciones que se espían dentro de la materia oscura– continúa siendo objetivo preferencial de Al Qaida. Este país donde se reclutan muchos de los mártires que, justo antes de recibir el diploma, se pierden para encontrarse dentro de una multitud como la del pasado sábado para explotar. Y después, claro, no existe duda alguna al contabilizar la cantidad exacta de muertos.

DOS
Tres años de las bombas en los trenes de Madrid y tres años de la victoria de Zapatero cuando, ingenuamente, dijo “Os aseguro que el poder no me va a cambiar”. Porque el poder siempre cambia. El poder golpea, erosiona, cansa y desgasta y así la ya mencionada manifestación del sábado pasado que, por estos días, Mariano Rajoy ya recuerda como “algo histórico” y “de las cosas más bonitas que he visto” convencido –y confundido– de que esa masa trasciende a la de sus seguidores y abarca al país todo. Ya saben: gente enarbolando banderas, gritando “¡España! ¡España!” y pidiendo la renuncia de este jefe de Gobierno al que las cosas comenzaron a complicársele a fines del 2006, al día siguiente de declarar que estaba seguro de que en un año las cosas con ETA estarían mejor que entonces y ETA –supuestamente en un alto el fuego– respaldó semejante deseo navideño haciendo volar un estacionamiento del aeropuerto de Barajas por los aires con dos ecuatorianos dentro. Desde entonces, el 2007, viene siendo un anno terribilis para Zapatero (ahora, después, la resaca del juicio por el 11-M y la polémica por el traslado por motivos de saludo del etarra Iñaki de Juana en huelga de hambre y la muerte de una soldado española en un Afganistán que promete una primavera caliente y las intenciones de un partido vasco ilegalizado de “legalizarse” para acudir a las elecciones municipales) y no hay sesión de control en el Congreso o en el Senado que –contempladas por televisión o en directo para un grupo de alumnos secundarios en trabajo práctico que se dieron a la fuga horrorizados por semejante espectáculo– no se asemeje a un gritódromo o injuriódromo donde las huestes del PP aúllan y las del PSOE se defienden con ingenuidades del tipo “Ya serán castigados durante las próximas elecciones” o “El número de personas que fueron a la concentración del fin de semana pasado es el de la mitad de la gente que ha muerto en Irak”. Allí, de frente, Zapatero –quien en tres años ha conseguido dictar leyes que valen más de una Legislatura– aguanta con elegancia, ironía y cejas más enarcadas que nunca. Pero a mí no me engaña: el poder sí lo ha cambiado. Desde aquí, hago votos de que haya sido para mejor y de que sea verdad eso de que lo que no te mata te fortalece.

TRES
Así, el fin de semana pasado fue muy raro. El clásico Barcelona-Real Madrid del sábado –luego del éxtasis de Rajoy y los suyos– fue histórico y de lo más lindo que se ha visto y extraño y emocionante para gloria de un Lionel “Forrest Gump” Messi que, después, en entrevistas, se refirió a las inyecciones que le daban para crecer cuando él era “chiquito”. El domingo se inauguró en Atocha el monumento a la memoria de las víctimas del 11-M: una estructura cilíndrica y perturbadoramente hermosa para lo que suelen ser este tipo de estructuras: vidrio, nombres y, bajo tierra, mensajes de los mortales para los muertos. Y, por fin, gracias, ya era hora, un poco de silencio y de respeto. Al finalizar el acto, los que gritaban “Vuestra guerra, nuestros muertos” se enfrentaron a los que gritaban “Zapatero dimisión” y la crispada normalidad volvió a corazones y gargantas de los españoles.

En cualquier caso, este sábado hay otra manifestación y el Episcopado español ha convocado a una jornada de oración para rezar por una España a la que consideran cada vez más diabólica o atea, da igual. Y todo esto es, apenas, el 5 por ciento del asunto. Afuera pero aquí Bush se fotografía cargando latinoamericanos cajones de lechugas y Chávez predica su realismo mágico en sendas giras que se persiguen y se cruzan y se esquivan. Unos y otros hablan de la patria como si se tratara de una Tierra Prometida olvidando que una cosa muy diferente es la patria y otra el patriotismo, ese volátil compuesto abstracto y mental que, cita Bob Dylan en una de sus canciones, no es otra cosa que “el último refugio al que se aferra un canalla”. Y lejos pero siempre cerca, el Vaticano –cuya patria es el espíritu y su patriotismo parece pasar cada vez más por los manuales de instrucciones y reglamentos– llama a sus obispos a la lucha ideológica y recomienda, en boca y edicto de su Sumo Pontífice, el regreso al canto gregoriano en lugar de “acompañamientos musicales más o menos modernos” y la vuelta a la misa en latín que es tan linda e histórica. Britney Spears ha contraatacado –ya saben– rapándose a cero y entrando a una nueva clínica de desintoxicación al grito de “¡Soy el Anticristo!” lo que le complica las cosas a Michael Jackson, supongo. Una y otro, pronto, grabarán sus respectivas versiones de Carmina Burana para beneplácito de Benedicto XVI ahora sonriendo para las cámaras junto a Putin. Mientras tanto, ahí afuera, se sigue juntando y acumulando la materia oscura.

Y la histórica foto de la materia oscura es tan linda de ver y tan difícil de comprender.

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