Mar 02.10.2007

CONTRATAPA

SANTA MARIA DE LOS BUENOS TARGETS

› Por Horacio Fontova

Romántica y espectacular, Santa María de los Buenos Targets cuenta, inmersa en sí misma, el pasar del tiempo. La magnífica Reina del río de la Fiaca, republicana por convicción, gran reina desde su nacimiento, guarda en sus costas toda la riqueza y el bello misterio de la historia de sus ancestros, la historia del saber serpentino, del recuerdo del querido, antiguo y celebrado Conquiste Sebáceo de América y del placer enamorado de sus habitantes. ¡Cómo describir cuántos tesoros de increíble valor y la memoria de tanta época de esplendor y gloria, afortunadamente eternizada ahora por la excelsa, amable, inextinguible dirigencia de la República Serpentina!

Es harto sabido que las costas de Santa María de los Buenos Targets se extienden sobre un conjunto compacto de atractivos, hermosos canales, lagunas y playas.

Ahora, ¿por dónde comenzar nuestra visita a las riberas de esta incomparable ciudad, patrimonio de la humanidad?

Las posibilidades son muchas, pero de entre todas, y tan sólo por satisfacer el ansia del recién llegado, creo que sería mejor comenzar nuestro inolvidable periplo surcando el magnífico y asombroso Ricachuelo, una gigantesca, fuera de lo común vena de ébano que atraviesa y divide a la grandiosa ciudad en dos. El amado Ricachuelo, bendecido por aquel simpático, obeso conquistador, el inolvidable y querido Don Pedro de Merdosa.

Ya desde la época colonial, en las tierras ubicadas en sus márgenes, y una vez expulsados los últimos salvajes querandíes del lugar, se instalaron monumentales establecimientos industriales. Muchas de estas fábricas, fundadas en muy distintas épocas, hoy siguen en plena, pujante actividad, y sus asombrosas arquitecturas permanecen como testigos de las brillantes transformaciones ocurridas a través de una historia inextinguible, de un tiempo que inevitablemente sigue siendo el del pleno empleo, el de cientos de trabajadores ocupados, harto bien remunerados.

En ese mismo contexto, ambiental e histórico, está integrado el hermosísimo, exótico barrio porteño La República de la Moka, que lleva ese nombre por estar inmerso, justamente, en la acogedora mocalina del Ricachuelo. Así, podemos apreciar que las aguas de toda la cuenca de La Mandanga-Ricachuelo brillan en su esplendor. Y es en la cuenca alta (desde su nacimiento hasta la zona de countries Esteban Elquebarría) donde la actividad turística comienza a generarse, cobrando plena vida en el tramo inferior, que es el que llega hasta la desembocadura en el Río de la Fiaca. Es en este último tramo en donde se desarrolla la plena, bulliciosa actividad acuática, cita cada vez más obligada del turismo internacional.

Por otra parte, es notable, “voxpopuli”, como la pardusca belleza de las aguas de Santa María de los Buenos Targets y la de las tierras olorosas de sus riberas hace imposible el privarse de cualquier actividad recreativa que nos brinda semejante paisaje inspirador de más de una aliviadora deyección...

Partiendo desde la esplendorosa Reserva Escatológica (zona de aventura erótica que merece mención aparte) que se extiende por casi cuatro kilómetros de hermosísimas, cremosas playas a cuyas veras los profundos colores pardos del pasado y del presente se van confundiendo a lo largo de las costas de la hermosa Buenos Targets, siguiendo por campillos, penumbras y carísimos desechos flotando sobre las aguas, jardincillos insolentes que se asoman al río, casitas diminutas y de tierna belleza, palacetes y mansiones perfumados al costoso amoníaco, primeros atisbos de esta nueva, rutilante civilización..., todo ello puede verse a bordo de cualquiera de los tantos vaporcitos que nos trasportan gentilmente y a precios más que módicos por las entrañables aguas pardas del inmenso Río de la Fiaca.

Y ya, a primera vista, las primeras joyas: Verisso Edopo Morire, con su hermosa, brillante cúpula de color verde pepino, con la gran escalinata y la escultura en la que reluce la plateada calva del honorable serpentino Bernardino Neustardavia. Y en camino hacia la romántica Punta de la Lora todavía podemos seguir divisando a lo lejos el monumental, justiciero y redentor Puñal de Cacciatore. Continuamos nuestro derrotero acuático hasta llegar a la humilde, colonial, Iglesia de Santa María de las Nazarenas Vélez, donde se recomienda una relajada parada para disfrutar de su delicioso, disfrutable interior, y de ese aroma tan costero, tan inconfundible del bagre recién sacado del río.

Más allá aparece la enceguecedora Ensenarda y junto a su puerto –pujante a más no poder– el dorado, gran palacio del prócer mayor, Domingo Latino Sangriento, y junto a éste, la magnífica estatua del gran civilizador de las pampas, el venerado general Julio Serpentino Rosca, en la apertura del gran canal.

Ya volviendo, desandando por las aguas, en la misma boca de la brillante Capital, nos encontramos con la propia Bal Harbour serpentina, llamada Puerto Bardero, la que no tiene nada que envidiar a la ejemplar Miami, y es uno más de los tesoros que nos ofrenda Santa María de los Buenos Targets a lo largo de sus riberas. Y un poco más al norte, ya habiendo recorrido la seductora “venecia” de Puerto Bardero, nos deleitamos con un buen chapuzón en los aromáticos miasmas del balneario San Tropé. Y mientras flotamos apaciblemente en el denso material hídrico que nos sostiene a guisa de cómodo colchón, ahí comenzamos a vislumbrar la impresionante playa, la histórica “El Ancla”, en el comienzo de la interminable seguidilla de deslumbrantes balnearios de la elegante zona de Oligos.

Terminado este pequeño pero invalorable primer encuentro con la perfumada ribera de la inmortal Reina del Río de la Fiaca –donde fuimos descubriendo poco a poco a esta gran capital representante de la gran cultura europea en América del Sud, metrópoli de brillantes amaneceres marcados por ese inconfundible, intenso aroma a su comida regional, el “choripan”– se nos invita a tomar ese primer café con leche con medialunas de la media tarde en alguna elegante confitería de la terminal de ómnibus de Tetiro, donde poder charlar embelesados sobre las apasionantes alternativas de nuestro viaje por la ribera con los compañeros de paseo.

Deambular luego tranquilos por las enlosadas calles y plazuelas llenas de palomas, disfrutando de la cálida tez de alguna mujer porteña que nos contempla arrobada, de algunos niños corriendo en torno de cientos de turistas, y de la cena en los innumerables restaurantes típicos donde degustar su afamada gastronomía mientras mojamos las gargantas con un finísimo Termidor Cabernet Sauvignon, son el acorde final de una aventura de nunca acabar. Y una copa de cremas heladas Macris tras la comida y el más que obligatorio paseo en el Tren Blanco de los Cartoneros son el magnífico preludio antes de afrontar la exuberante noche mágica de Santa María de los Buenos Targets.

Sólo se trata de disfrutar de la inolvidable estancia entre tantos seductores paisajes, recuerdos imborrables de la Gran Reina del Río de la Fiaca.

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