CULTURA
› ENTREVISTA AL ESCRITOR URUGUAYO MARIO BENEDETTI
“Claro que aún tengo utopías”
El autor de “La tregua”, a los 82 años, sigue reflexionando sobre el mundo que le toca vivir, y no se resigna a dejar de lado los sueños de una sociedad mejor. “El capitalismo ganó un partido, no el campeonato”, dice.
Por Carlos Fazio *
Desde Montevideo
Con su paso cansado y algunas heridas del tiempo a cuestas, el escritor Mario Benedetti (Paso de los Toros, 1920) sigue, sin tregua, en la pelea. No son ya, las suyas, letras de emergencia. Pero sigue alimentando el fueguito de los uruguayos con la ironía, el humor, la emoción y el compromiso, productos de sus insomnios y duermevelas. En su piso del centro montevideano concedió esta entrevista, en la que formula sus reflexiones sobre el mundo, la política, la juventud y las viejas utopías. –En 1993 usted publicó “Perplejidades de fin de siglo”, libro que recoge artículos y conferencias escritos entre 1987 y esa fecha. Tendrá algunas perplejidades de comienzos de siglo...
–Sí. Con esta globalización que tiene un solo dueño; no es que estuviera de acuerdo con muchas cosas de la ex Unión Soviética, pero por lo menos se enfrentaba a Estados Unidos y ahora nadie lo hace; sin perjuicio de que todos tenemos preocupación por nuestra propia muerte, más teniendo 82 años como tengo yo, mi mayor preocupación es que si la humanidad sigue por el camino que le marca la globalización, va hacia el suicidio. Esta humanidad me tiene más preocupado que mi propia muerte. Siempre fui optimista. Alguna vez escribí que el pesimista es un optimista bien informado. Pero ahora realmente estoy muy preocupado por el destino de la humanidad.
–Frente al cementerio central de Montevideo hay un graffiti que dice: “La historia de los de arriba no es la memoria de los de abajo”. Usted ha escrito mucho sobre la memoria colectiva, siempre terca, en resistencia...
–Sí, incluso tengo un libro que se llama El olvido está lleno de memoria.
–¿Qué reflexión le provoca la historia oficial del Uruguay actual, con un presidente como Jorge Batlle y, en contraste, esa memoria de los de abajo, por ejemplo en el caso de los desaparecidos?
–Quieren borrar la memoria. Pero no se borra. Lo de los desaparecidos es un tema candente porque los pueblos nunca son amnésicos. Amnistía no es amnesia. Algunos recomiendan “no tener ojos en la nuca”; dicen que hay que mirar siempre para adelante. Quisieran que la justicia desapareciera junto con los desaparecidos. Ningún pueblo logra una verdadera paz si tiene un pasado pendiente. Los pueblos siempre recuerdan. En Variaciones sobre el olvido (1987), escribí que “para la injusticia sólo hay un remedio y éste no es el olvido, sino la justicia”.
–En algunos puntos de la región la historia oficial se está alterando.
–Es verdad. Por suerte la izquierda se ha estado fortaleciendo. En Uruguay, las encuestas dan hoy que el Frente Amplio ganaría las elecciones presidenciales de 2004 a los dos partidos tradicionales (Blanco y Colorado) juntos en la primera vuelta. El triunfo de Lula en Brasil, de Lucio Gutiérrez en Ecuador y el mismo Hugo Chávez en Venezuela son signos de un cambio. Un grupo de intelectuales uruguayos mandamos una carta de apoyo a Chávez. Eso nos ha costado, porque en los diarios de Caracas salió “Galeano y Benedetti apoyan a Chávez”, pese a que eran veintitantas firmas, y en un editorial de un medio dijo: “¡Qué se podía esperar de estos criptocomunistas!” A mí, un tal Torres, un venezolano que nadie conoce, me dirigió una carta reprobatoria de cinco páginas. La envió a más de 200 direcciones para que me la manden, por mi apoyo a Chávez. Todos los días me llega la misma copia por mail o correo ordinario.
–¿Es optimista de que el Frente Amplio tenga posibilidad de hacer algún cambio, o si gana simplemente llegará a administrar la crisis?
–Le va a ser complicado gobernar. A Lula también le será difícil. A cualquier gobernante de izquierda que llegue en nuestros países se le va a hacer muy problemático, porque tendrá a Estados Unidos en contra. –Aparte de su prolífica actividad literaria, ha sido un cronista de la realidad del pasado medio siglo. ¿Cómo ve hoy la actitud de los jóvenes?
–La juventud está reaccionando de a poco. Estaba obnubilada con las letras de rock que no dicen nada; son una porquería. Y no es que esté contra el rock, pero las letras son adormecedoras. Siento que la juventud comienza a moverse. Lo veo en nuestros recitales. Por ejemplo, en el A dos voces, que en diciembre hicimos con Daniel Viglietti en Alicante, España, y aquí en Montevideo. Hubo muchos jóvenes. No tenemos que descreer de la juventud. De a poco se están haciendo oír. En parte, las huelgas estudiantiles de México, Argentina y Uruguay expresan ese movimiento. Pero el bombardeo desde arriba, de los medios, es tremendo; aunque la gente les está perdiendo confianza a las versiones estadounidenses. En el propio Estados Unidos el partido mayoritario es el de la abstención. Va a llegar un momento en que a esa gente no le va a ser suficiente abstenerse. En la historia, todos los imperios terminaron mal. Y éste también terminará mal.
–A propósito, Mario, algunos teóricos de la izquierda dicen que el imperialismo ya no existe.
–¿Y cómo se llama esto de ahora?
–Dicen que hay un imperio de las trasnacionales, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional...
–Y bueno, ¿qué te parece, eso no es imperio? Hace años escribí que el imperialismo de la miseria: la deuda externa, el FMI y el Banco Mundial, estaba llevando a un estado del malestar. Un imperialismo desembozado y textual. Hoy, ese imperialismo se profundizó. Es alentador que surjan movimientos más o menos puros o impuros de izquierda en América latina. Hace un decenio no había nada de esto. Hubo un proceso de maduración; todo eso no nació espontáneamente. Es producto, precisamente, de la memoria.
–Hace 10 años, durante el ascenso de la dictadura de la ideología neoliberal, escribió algo sobre la pérdida de identidad de las izquierdas. –Los “nuevos profetas” recomendaban “poner al día al socialismo”, y pregunté si era “al día de los inocentes”, “de los trabajadores”, al “de los difuntos” o al “del perdón”.
–¿Existe la izquierda hoy? Porque después de la autodisolución de la URSS hubo un corrimiento masivo hacia el centro...
–A la socialdemocracia. Según una reciente encuesta, en España, Zapatero del PSOE le gana a Aznar (Partido Popular) por lejos. La actitud de Aznar con el asunto de Galicia fue horrible. ¡A los tipos los dejó en pelotas! Eso cayó muy mal en España y Zapatero se aprovechó de lo lindo. Creo que el próximo gobierno será socialista, con las debilidades que puede tener el socialismo español y con el pasado de Felipe González, que hizo tantas macanas, ¿no? Me da la impresión que Zapatero es un tipo más limpio.
–Antes, los intelectuales no se ruborizaban ante la palabra compromiso. Pero ahora hay que buscarlos con lupa. ¿Puede decir un nombre?
–Saramago. Me parece la figura más importante entre los intelectuales de izquierda a escala mundial. Es un tipo muy franco, leal. Otro es Günter Grass, que sigue criticando a Bush. ¡Y fuerte!
–¿Y en América latina?
–En Argentina me parece interesante Ricardo Piglia. El dramaturgo Roberto Cossa. Aquí, el propio Galeano. La generación que viene no llega con el mismo impulso, pero eso es producto de la derrota de la izquierda. Estamos derrotados, pero hay que seguir para adelante. Hoy, el unilateralismo de Estados Unidos es avasallante. Es peor que antes. Y el inglés, éste, Blair, es un lamec... Un obsecuente de Bush. Pon la palabra más culta. ¡Y Aznar! Otro obsecuente. No envió al ejército a ayudar con lo de la marea negra porque tiene un contingente listo para apoyar a Bush en la guerra contra Irak... Igual Berlusconi. En América latina ha empezado a resurgir la izquierda, pero en Europa casi todos los gobiernos estánmanejados por la derecha. ¡Cómo será la cosa que el alemán es el más “rebelde”! Además, ¡qué nos vienen con los derechos humanos en Irak! Es el petróleo. Igual en Venezuela, además de la relación de Chávez con Fidel Castro. Eso lo mata. Pero no se puede decir que Chávez sea un izquierdista. Es un nacionalista que ha tocado puntos sensibles de la derecha. Y de Estados Unidos.
–Siempre habla del derecho a soñar. ¿Todavía tiene utopías?
–Sí, ¡claro que tengo utopías! Si uno se queda sin utopías, ¿p’a qué seguir? El mundo ha avanzado gracias a las utopías. De repente se realiza un 10 por ciento de una utopía, pero es un paso adelante. Por eso, a contrapelo de la no historia que nos quieren vender, hay que seguir soñando. Desde su rinconcito de poder, el Fukuyama ése, campeón de la frivolidad ideológica, nos dijo que había llegado el fin de la historia. Pero el capitalismo ha ganado un partido, no el campeonato. Hay que tener claro que la utopía no comulga con la religión del dinero ni con la mezquindad. Una generación sin utopías siempre será inmóvil. ¡Qué haríamos sin esos destellos de la imaginación que son las utopías!
* De La Jornada, de México. Especial para Página/12.