Dom 23.03.2003

CULTURA

“El poder es un juego perverso y fascinante”

El escritor y ex vicepresidente de Nicaragua editó una novela que remite a sus tiempos en la revolución sandinista.

Por Elsa Fernández Santos *
Desde Madrid

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942) asegura que necesitó tiempo y distancia para escribir sobre una revolución de la que fue testigo y parte. Vicepresidente sandinista en el quinquenio 1985-1990, Ramírez narra en su última novela Sombras nada más (Alfaguara) un episodio poco conocido de los años de la insurrección que acabó con el dictador Somoza. Sin más documentación que “los recuerdos y la imaginación”, el escritor afirma que le interesan más “los pequeños acontecimientos, la épica oculta, esa en la que nadie se fija”.
“Esta novela nace de un recuerdo perdido, de un vago recuerdo.” Sergio Ramírez explica que el episodio que narra Sombras nada más ocurrió poco antes del triunfo de la revolución sandinista. “Fue algo que me impactó mucho. Ocurrió semanas antes del triunfo de la revolución: fue el juicio a un viejo funcionario del régimen de Somoza, y transcurrió dentro de la vorágine de aquel momento. Me puse a escribir sobre aquel recuerdo sin meditación.”
Ramírez utiliza elementos documentales pero niega que ésta sea una novela “documental o documentada”. “Hablé con gente, claro, me interesé por detalles, pero a eso no lo llamo documentarse. Quería defender lo que yo recordaba de entonces, defender lo que había imaginado. El juicio fue real, ocurrió en una escuela pública, una escuela que convertí en casa cural. Pero ésta es una novela de ficción, que nadie se confunda. De hecho, cada uno de los testigos de aquel suceso con los que hablé lo recuerda a su manera. Por eso creo que la imaginación lograba mejor lo que yo quería decir que los hechos.” Sombras nada más cuenta la historia de un destacado somocista llamado Alirio Martinica, que llega a ser secretario del dictador y confidente de su amante. Un esbirro en la sombra que un día (“capricho de los poderosos”) fue apartado del poder. Martinica, a diferencia de otros somocistas, decide no huir a Miami. Capturado por los guerrilleros en 1979, es sometido a un interrogatorio primero y a un juicio popular después, en el que la máxima sandinista (“una revolución humanista sin paredón”) finalmente tambalea.
“¿El poder? El poder me fascina, es un juego perverso y apasionante”, dice el escritor. “Sus reglas, trampas y oscuridades son milenarias. No cambian. Pueden aplicarse a cualquier sistema político.” “Nadie –añade Ramírez– puede negar el poder del poder. Es una fuerza del destino que se puede manipular. Los tres guerrilleros que en la novela atrapan a Alirio Martinica están jugando al poder, juegan al poder sobre el poderoso, y es fascinante ver cómo el poder mueve y cambia las vidas de las personas aunque las personas no lo quieran. El poder me sirve para desmitificar a los personajes. Eso que nos hace suponer que un guerrillero que baja de la montaña sea un santo cuando los guerrilleros también son seres humanos.”
Ramírez (primer premio Alfaguara de Novela con Margarita está linda la mar en 1998) asegura que hoy tiene la distancia suficiente para poder escribir sobre una época que le toca demasiado cerca. Vicepresidente sandinista (“es una referencia permanente que tengo que afrontar”), el escritor cree que logró el punto de vista que buscaba. “La mayor dificultad está en establecer esa distancia, no quería que la novela tuviera tintes ideológicos. Elegí un punto de vista omnisciente para acercarme lo más posible al personaje principal.” Para el escritor, no hay peligro en esa “distancia” que se impuso: “Que el lector tome su parte, no quiero inducirlo, que decida él, las novelas de tesis hoy no me resultan atractivas”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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