CULTURA › OPINION
› Por Pacho O’Donnell
A pesar de las elegantes desmentidas de sus protagonistas, puede darse por confirmado que Carlos Barral rechazó el manuscrito de Cien años de soledad que García Márquez enviase en primera instancia a la editorial Seix Barral. En realidad, lo que habría sucedido era el verano europeo y Barral, con costumbre de jet-set, no se dio tiempo a ocuparse del envío y se fue de largas vacaciones. Al no recibir respuesta el colombiano consideró que se trataba de un rechazo y el texto mecanografiado fue a parar a la entonces argentina Editorial Sudamericana, cuyo director Francisco Porrúa decidió su inmediata publicación con sólo haber leído la primera línea, según declaró. El asunto no terminó ahí porque en 1968 se produjo el rechazo por parte de Barral para el Premio Biblioteca Breve de la novela de Juan Goytisolo Reivindicación del Conde don Julián, según el enojado escritor catalán por temor a malquistarse con la censura franquista. También denunció, en una polémica que duró años, el rechazo de otras consagradas obras literarias como De donde son los cantantes, de Severo Sarduy, y La traición de Rita Hayworth, de nuestro Manuel Puig.
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