¿Existe el mundo del libro cuando muy pocos toman posesión de él y lo utilizan para inscribirlo en sus memorias o para transformarlo en experiencias de vida? Ante esta pregunta, Paul Ricoeur señalaba con frecuencia el hecho de que una galaxia de textos que no tiene lectores, no es más que un universo de libros inertes, sin existencia verdadera. Curiosas paradojas atraviesan el tejido cultural de la ciudad: mientras sobre la calle Corrientes y adyacencias se concentra un puñado de grandes librerías (Gandhi, Antígona, Prometeo, Losada y Hernández) con librerías de saldos o de usados (Brujas, Monk, El Perseguidor, entre otras) esta proliferación no garantiza que la literatura esté al alcance de todos los porteños. El deseo de circulación de lo escrito no es privativo de estos tiempos. Los hombres del siglo XVII, iluminados por las luces de la razón, estimaban que la divulgación de los libros era la condición del progreso. Hoy a las 18 se lanza el programa Buenos Aires lee, en cafés, teatros y librerías de la calle Corrientes (entre Callao y Uruguay), del que participarán escritores, artistas y personalidades de la cultura.
Según la bella imagen de Michel de Certeau, el lector es un cazador furtivo que recorre las tierras de otro. Las cuatro cuadras –entre Callao y Uruguay–, pobladas de bares, teatros y librerías, serán el escenario en donde lectores avezados y curiosos se mezclarán para escuchar y apreciar los cuentos imprevisibles de Julio Cortázar y Ricardo Piglia o los poemas de Alfonsina Storni, José Hernández, Oliverio Girondo y Juan Gelman, entre otros. Estos encuentros –vehículos indispensables para promover e incentivar el placer de la lectura– concluirán con charlas con el público, durante las cuales las personalidades invitadas transmitirán su conexión particular con el hábito de leer, con los libros y los escritores. Participarán Florencia de la V, María José Gabin, Juan Palomino, Leonor Benedetto, Federico Andahazi, Alan Pauls, Fogwill, Luisa Kuliok, Víctor Laplace, Mercedes Morán, Claudio Gallardou, Gabriela Toscano, Mirta Busnelli, Pablo Alarcón, Rodrigo de la Serna, Fanny Mandelbaum, Ana María Bovo, Julieta Díaz, Los Macocos, Sendra, Rep, Norma y Mimí Pons, Martín Kohan, Raúl Rizzo, Luis Chitarroni, Federico Jeanmaire, Soledad Silveyra, Hugo Arana, Julia Zenko, Héctor Negro, Carola Reyna, Ernesto Cherquis Bialo, Claudio Morgado, Florencia Peña, Betina O’Connell, Martín Rocco, Alejandra Radano y los actores de Teatro por la Identidad, entre muchos otros.
Si la lectura siempre requiere de la apropiación y de la producción polisémica de significaciones, Buenos Aires lee se propone “cuestionar” la iconografía idealizada del lector de biblioteca o de living con una articulada exposición y apropiación colectiva de cuentos y poesías en afiches callejeros, postales, pantallas verticales y tarjetas (con textos breves de Jorge Accame, César Aira, Jorge Luis Borges, Alejandro Dolina, Roberto Fontanarrosa, Juan José Saer, Homero Manzi, Héctor Oesterheld y Alejandra Pizarnik, entre otros), que se convertirán en estímulo espontáneo para husmear los textos mientras los transeúntes caminan por la calle. El público tendrá acceso libre y gratuito a representaciones teatrales en librerías, cafés y en el hall de los teatros. Algunos de estos espacios serán Gandhi, los teatros San Martín y Presidente Alvear, Universidad del Museo Social Argentino, librería Losada, Musimundo, el complejo La Plaza, el bar La Giralda, el cine Los Angeles, el Centro Cultural de la Cooperación y la librería Hernández. Además, elencos de diferentes teatros de la calle Corrientes saldrán a la vereda, para realizar una lectura antes de comenzar con sus respectivas funciones. El itinerario literario incluye relatos fantásticos, poemas de amor, tangos, cuadros humorísticos y coplas gauchescas. En la última Encuesta Nacional de lectura (2001), realizada por Catterberg y Asociados, casi el 55 por ciento del total de la población nacional respondió que nunca concurrió a librerías. De la mano de actores y escritores, tal vez muchos apoyen por primera vez sus cuerpos sobre el umbral de una librería para ver de qué se trata. Ojalá que muchos de esos curiosos se animen a cruzar el umbral.