La nueva película de Arturo Ripstein, La virgen de la lujuria, llegará a las pantallas previsiblemente el próximo setiembre, según anunció ayer el propio cineasta en la ciudad canaria de Las Palmas. Tras rodar durante noviembre y diciembre del año pasado, el cineasta mexicano está trabajando en el montaje y el sonido del film, un personal retrato de la integración de los republicanos españoles que se exiliaron en México tras la Guerra Civil (1936-1939). Ripstein cree que la película estará lista “en los últimos días de abril o en los primeros de mayo”. El director de Profundo carmesí y Principio y fin anunció el estreno de su último trabajo durante la presentación de una retrospectiva sobre su obra organizada por el gobierno regional de Canarias. Allí, Ripstein defendió las oportunidades del formato digital para los creadores porque –afirmó– supone una rebaja de hasta una quinta parte en los gastos de producción, frente al celuloide de 35 milímetros. Y expresó su disgusto con las “enormes reticencias al cine digital” por parte de los autores jóvenes, como prueba el hecho de que actualmente “los que están haciendo este tipo de cine son ya bastante mayorcitos” en su mayoría.
El autor de La reina de la noche abogó por la generalización de la tecnología digital en el cine, un elemento que además de ser el futuro de la industria posibilitará “una producción infinitamente mayor, donde habrá muchísima basura pero también surgirán auténticas gemas”, señaló. En ese sentido, señaló que en el montaje de La virgen de la lujuria se van “buscando soluciones técnicas con las que nadie sabe qué va a resultar. El nuevo formato permitirá avanzar en la forma de narrar en la pantalla, hasta ahora encorsetada en patrones del siglo XIX. Hemos llegado como hasta Dickens, y ahora tenemos que ir más adelante”, concluyó.
La virgen de la lujuria es una coproducción hispano-mexicana con guión de la esposa del realizador, Paz Alicia Garciadiego (su habitual colaboradora), adaptado de un relato del escritor español Max Aub, muerto en 1971 en el país azteca, donde se exilió tras la Guerra Civil Española.
El mexicano Luis Felipe Tovar y la española Ariadna Gil dan vida a los protagonistas principales de este drama, rodado íntegramente en México, en el que se reflejan las luchas ideológicas entre los exiliados, el desarraigo y la relación con la nación adoptiva.