Jue 26.08.2004

CULTURA  › LAS DERIVACIONES DE UNA CONTROVERSIA

El límite democrático

La “renuncia” de la cuestionada profesora Nélida Donni de Mirande al Congreso de la Lengua saca a la luz otros temas: la soberanía cultural, el rol de la Real Academia Española y de los intelectuales.

› Por Silvina Friera

La estrategia de lo que se podría llamar “la lista sábana de la RAE” fracasó. Pero casi triunfa. Terminó la controversia por la inclusión en el III Congreso Internacional de la Lengua Española de la cuestionada profesora Nélida Donni de Mirande, objetada por su desempeño políticoacadémico en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) durante la dictadura militar. En una nota que Donni de Mirande envió a Víctor García de la Concha (titular de la RAE), a César Antonio Molina, director del Instituto Cervantes, y a Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras, dijo que renunciaba a participar como panelista por “la campaña de discriminación política e ideológica a la que he sido sometida en los últimos meses”. La semana pasada la tensión había aumentado cuando Barcia, secretario ejecutivo del III Congreso, reincorporó a la lingüista, aunque la comisión ejecutiva, presidida por la subsecretaria de Cultura de la Nación, Magdalena Faillace, le había confirmado a García de la Concha el listado presentado el 12 de julio pasado en la Casa de Gobierno. Sin Donni de Mirande.
“No aceptamos ninguna acusación de persecución ideológica. Acá no hay víctimas, hubo un solo diario nacional que ideologizó todo”, señaló Faillace a Página/12. “Soy licenciada en Letras, pero nunca me enteré de la existencia de Donni de Mirande hasta que recibimos las impugnaciones de la intendencia de Rosario y de la Universidad Nacional de Rosario”, aclaró Faillace. “Estoy entristecida porque a través de la comisión ejecutiva propusimos que se invitara a Noé Jitrik, director de Literatura Hispanoamericana de la Facultad de Filosofía y Letras, uno de los académicos de mayor prestigio del país. El es el verdadero excluido de este congreso.”
–¿Cómo funciona el sistema de invitación de los panelistas?
–La red de Academias de la Lengua Española, presidida por Víctor García de la Concha, nos envió el listado de panelistas que debíamos consensuar como comisión organizadora del país sede. Somos la comisión ejecutiva de un país soberano y el límite para participar es que una persona sea democrática. La Revolución de Mayo ocurrió hace unos cuantos años, ¿no? Parece que algunos se olvidaron de ese acontecimiento histórico.
Faillace dio por concluida esta polémica que se inició cuando en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR detectaron que la profesora Donni de Mirande figuraba como expositora propuesta por la Real Academia Española. El 17 de febrero pasado, la subsecretaria de Cultura recibió una carta del decano de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, Darío Maiorana, en la que enumeraba los cargos que la profesora había ocupado durante las sucesivas dictaduras militares y en la que advertía el malestar que ocasionaría su participación en el Congreso de la Lengua dentro del ámbito académico rosarino. Además, el intendente de Rosario, Roberto Miguel Lifschitz, el rector de la UNR, Ricardo Suárez, y los prestigiosos lingüistas Nicolás Rosa y Nora Mugica –quienes tenían que compartir la mesa con la objetada profesora– enviaron notas en las que rechazaban la incorporación de Donni de Mirande.
Días después de la Noche de los Bastones Largos, el 7 de septiembre de 1966, Nélida Donni de Mirande iniciaba su vertiginoso ascenso en el mundo universitario. Mientras cientos de profesores presentaban masivamente sus renuncias (entre otros, Adolfo Prieto, Tulio Halperín Donghi y Ramón Alcalde), en octubre de ese año, sin más antecedentes que una ayudantía, Donni de Miranda escalaba posiciones: en octubre ya había conquistado el status de titular de cátedra y un mes después accedía a la dirección del Instituto de Investigaciones Lingüísticas. En 1968 fue nombrada directora de la carrera de Letras y en 1972 fue decana interina de la facultad durante nueve meses, hasta que fue removida por las autoridades democráticas que llegaron de la mano del presidente Héctor Cámpora. Pero con el golpe de marzo de 1976, Donni de Mirande regresó: primero como directora de la Escuela de Letras y luego del Departamento de Lingüística y Lenguas Clásicas, cargo que ocupó hasta que renunció en octubre de 1983. El decano de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, Darío Maiorana, recordó, en reiteradas oportunidades, que al menos 82 personas vinculadas con esta facultad desaparecieron durante la última dictadura.
“Toda esta situación, además de lamentable y bochornosa, no tiene proporción con el acto de que se trataba, es decir, una exposición de unos minutos en un congreso internacional que no organizó ni el gobierno nacional ni la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario”, dijo Nélida Donni de Mirande ante una consulta que Página/12 le realizó por correo electrónico, desconociendo la potestad soberana del país que es sede del encuentro. “Los cargos que desempeñé en la universidad, no sólo en los gobiernos de facto sino también en los constitucionales, ya que tengo más de 30 años de trabajo en la universidad, aparte de los 20 últimos años fuera de la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario, fueron académicos, no políticos, salvo que se piense que la actividad universitaria debe ser siempre política e ideológica y no como muchos pensamos eminentemente educativa, científica y cultural, al servicio de la comunidad. Si se me discrimina por haber trabajado durante gobiernos militares en esa etapa desgraciada de la Argentina, le recuerdo que millones de argentinos hicieron lo mismo dentro y fuera de las universidades nacionales y, aun más, muchos panelistas argentinos del Congreso tienen una trayectoria similar a la mía por cuestión cronológica, sin que en sus respectivos sitios de trabajo, otras universidades nacionales, se los haya discriminado por tal motivo. ¿No es paradójico? Nadie es profeta en su tierra, pero aquí la exageración es grotesca.”
La controversia por la inclusión de Donni de Mirande, que participó en las anteriores ediciones del Congreso, en Zacatecas y Valladolid, puso en evidencia el disfraz de la neutralidad que se le confiere a determinadas palabras. Un aspecto que merece una reflexión aparte, dada la magnitud del III Congreso de la Lengua, que se desarrollará en Rosario entre el 17 y el 20 de noviembre y cuyo lema es “Identidad lingüística y globalización”. Hace algunos meses, cuando García de la Concha se enteró de los cuestionamientos que pesaban sobre la profesora (“una lingüista de una talla absolutamente relevante”, en opinión del titular de la RAE), esgrimió un argumento en el que mostró la hilacha: “Este no es un congreso de ideas, sino de la lengua española”. Evidentemente, para la Academia Española la lengua es una “cáscara” vacía de contenidos culturales, políticos e ideológicos, o al menos en esa cáscara reside la razón de ser de esta institución: defender el status quo y espantarse cuando escuchan la palabra política o ideología. ¿La lengua no es acaso un poderoso vehículo para expresar ideas?

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