CULTURA
La Biblioteca Nacional activa una nueva dinámica del pensamiento
José Nun, Luisa Valenzuela, Horacio Tarcus, Mario Wainfeld, Hebe Clementi y David Viñas, entre otros, participarán desde mañana de una serie de charlas gratuitas. “Queremos promover un gran debate”, dice el subdirector Horacio González.
› Por Silvina Friera
En un momento de esterilidad en los debates intelectuales, el “Ciclo de pensamiento contemporáneo”, que comenzará mañana a las 19, en el auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502), se propone recuperar una vieja figura que la política está haciendo desaparecer o que contribuyó a suponer que estaba agotada como modelo: el orador del gran enunciado, el polemista que defiende a ultranza el valor de la palabra, que identifica y piensa problemas propios, que crea un lenguaje original o que cultiva un modelo de lectura excepcional, que interroga y pone a dialogar los textos del pasado con los del presente. Los encargados de revertir esta tendencia serán Roberto Gargarella, Ernesto Laclau, Methol Ferré, Mario Wainfeld, Horacio Tarcus, Luisa Valenzuela, Eduardo Grüner, Christian Ferrer, Nicolás Casullo, Cristina Banegas, Rafael Spregelburd, David Viñas, Federico Monjeau, José Nun, León Rozitchner, Hebe Clementi y Noé Jitrik, entre otros. “No hay Biblioteca sin la vuelta a la gran retórica”, resume el subdirector Horacio González el disparador de estas charlas que, con entrada gratuita, arrancarán con Roberto Gargarella, docente de la Universidad Di Tella, quien reflexionará sobre “El derecho frente a la protesta social”.
“Este organismo no puede perder su condición de depositario de un acervo de libros que ofrece a la comunidad, pero al mismo tiempo eso no lo puede hacer si no es un ágora de discusiones, una plaza pública, y en ese sentido reclama de todas las vetas culturales e intelectuales de un país –explica González a Página/12–. La Biblioteca no debe conformarse con poco, debe imaginar que el uso de la palabra pública, en su lógica institucional, tiene que ser la palabra pública más eximia y debe reclamárselo a todas las generaciones de escritores y de artistas argentinos”. El segundo conferencista, Mario Wainfeld, trazará un minucioso panorama de “El cuadro histórico político argentino”. Y el 1º de octubre, el propio González, Ernesto Laclau y Methol Ferré escarbarán críticamente en torno del pensamiento de Jorge Abelardo Ramos en la historia de la izquierda argentina. “En la concepción de una Biblioteca Nacional clásica, los procesos culturales llegan a ella una vez consumados, purificados y amortiguados. Es el lugar donde se recogen fantasmas y memorias del pasado a cargo de archivistas, que sin dejar de ser lúcidos, actúan en un mundo de tranquilidad espiritual y de metodologías ya probadas”, señala González.
“Nos proponemos devolver la Biblioteca Nacional a un gran debate en donde las cosas no están asentadas porque se están discutiendo y exigen la artesanía del polemista”. Viñas y Rozitchner, “dos fervores intelectuales que nunca se aquietan”, segúnGonzález, y que llevan adheridos en sus nombres la misma capacidad de afectar y ser afectados por el presente, “son los amigos que ponen al borde de las cosas la discusión”. Entre los polemistas más jóvenes, el subdirector subraya la presencia del filósofo Diego Tatián, “un finísimo escritor de pequeñas aguafuertes filosóficas”, o Guillermo David, que persigue “un gran proyecto intelectual al margen de la universidad”.
Según González, “la Biblioteca tiene que regresar a la ciudad y después integrarse al país. La nota cultural que siempre prevalecía era la de cierta complacencia, por eso los procesos llegaban cancelados y la Biblioteca terminaba haciendo la última misa de cada una de las vetas culturales argentinas. Aun con sus problemas, había una puesta en escena de un organismo prestigioso y satisfecho. La Biblioteca estará así, realmente, cuando aparezca el debate como síntoma de los tiempos intranquilos”.