CULTURA
› ENTREVISTA AL PENSADOR PABLO ALABARCES
“Maradona es un símbolo de lo que pudimos haber sido”
El profesor del seminario de cultura popular y masiva de la carrera de comunicación de la UBA está a punto de publicar un libro –“Patria y fútbol”– en el que aplica sobre el más popular de los deportes las metodologías de análisis de las ciencias sociales.
› Por Verónica Abdala
“Diego Maradona encarna, en el imaginario colectivo, cierto pasado glorioso, es un símbolo de eso que pudimos ser. Como todo símbolo vetusto, en cierto momento dejó de ser lo antisistema para convertirse en un producto más capturado por el sistema y triturado por la máquina, un miembro del jet set. Si tantos lo respetan y lo quieren es porque él remite a épocas en que las cosas pudieron haber sido distintas: pudimos haber sido campeones mundiales, pudimos haber sido resistentes y rebeldes frente al poder. Su próxima inclusión en un talk show del canal América, el ‘Maradona show’, es la confirmación de que ya no es lo que era, de que ya no produce sentidos nuevos, sino que es un personaje decorativo. Lo salvan sus salidas, su espontaneidad. Por lo demás, es un símbolo más del derrotero de este país quebrado, que fue capaz de soñarse mucho más grande y hermoso de lo que hasta acá llegó a ser.”
Para Pablo Alabarces, el fútbol es mucho más que el atractivo o el goce irracional que puede llegar a provocar en los hinchas la corrida de once jugadores detrás de una pelota. Para este investigador en el campo de los estudios culturales (profesor titular del seminario de cultura popular y masiva de la carrera de ciencias de la comunicación de la UBA), el fútbol es, por sobre todas las cosas, un espacio sin equivalentes a la hora de analizar los significados imaginarios de la cultura argentina y, sobre todo, las operaciones (discursivas) en torno de las cuales se construye eso que vulgarmente se llama identidad nacional.
Desde su punto de vista, el fútbol puede ser entendido como el discurso aglutinante detrás del que se embanderan los distintos sectores sociales y de clase y, en términos de Beatriz Sarlo, “la gran máquina cultural” productora de nacionalidad, que ha ido ganando terreno a medida que cedían espacio otras instancias constructoras, como la escuela pública o el Estado, el “histórico gran narrador”. Es también el soporte y el argumento de lo que los argentinos desean ser o suponen que son, nada menos. Además de una gigantesca metáfora del “nacionalismo desmembrado” de las sociedades contemporáneas, que al tiempo que se imaginan unificadas admiten en su seno las más violentas contradicciones y la tribalización de grupos que se enfrentan decididos a morir o matar, porque se suponen mutuamente excluyentes, Patria y fútbol, que a la brevedad publicará la editorial Prometeo, es un vigoroso y polémico ensayo, que Alabarces desarrolló a partir de la beca René Thalmann de la UBA –en parte en la Argentina y en parte en la universidad inglesa de Brighton– entre comienzos de 1999 y finales del 2001.
–Esta no es la primera vez que usted trabaja sobre el fútbol como puerta de entrada al estudio de otros campos, como el de la sociedad y la cultura. ¿Por qué elige esta práctica deportiva como punto de partida para el análisis de la sociedad y la cultura argentinas?
–Porque me parece que en este país es un espacio sin equivalentes para analizar este tipo de cuestiones, es la vía ideal de entrada al análisis. En este libro, que no es un libro sobre la práctica deportiva en sí sino de algunas cuestiones que hacen al imaginario de esta sociedad, me pregunto por la patria, y por las formas que el fútbol opera como espacio en el que se construye la identidad nacional argentina.
–En este marco retoma la concepción teórica que entiende que la patria y la identidad nacional se construyen básicamente a partir de lo discursivo...
–Claro, aunque la nación son también las cuestiones estructurales, cada nación se imagina a través de una serie de discursos, los hegemónicos y los contrahegemónicos. La historia argentina y la idea de identidad nacional, hasta determinado momento, estuvo atravesada por discursos inclusivos: esa cosa del país democrático, culto y rico, con posibilidades para todos. Y durante los años del peronismo apareció fuertemente la idea de refundación de la nación a partir de la perspectiva de lo popular. Pero con el fin de las presidencias de Perón sobrevino el primer quiebre importante de este discurso hegemónico, la primera gran crisis de la identidad nacional argentina. El análisis de esos procesos históricos es el que desarrollo en el libro.
–¿Cómo operó sobre la idea colectiva de nación la última dictadura?
–Precisamente, en los 70 volvió a entrar en crisis la idea de nación, porque se quebró el contrato social básico de inclusión, de seguridad social, de crecimiento, de garantía de los derechos humanos. A partir de ese momento, que supone también la aparición de Diego Maradona, el fútbol aparece, muchas veces, como el único discurso unificador capaz de sostener una idea de nación. Lo que planteo es un quiebre y una desarticulación de los otros grandes relatos que conformaban la identidad de los argentinos. Una descomposición de otros macrorrelatos, frente a la cual las narrativas del fútbol cobran fuerza. Para muchos, en esta sociedad futbolizada, el equipo al que pertenecen es el eje básico a partir del cual estructuran su consumo simbólico y la imagen de lo que creen ser.
–¿El Estado, la escuela, las instituciones, los gremios y sus respectivas narrativas fueron cediendo terreno a lo largo de los años?
–Claro, esos relatos fueron perdiendo fuerza a lo largo de la historia de este país y lentamente fueron abriendo paso a este discurso unificador predominante que es el de la pasión futbolera, que de un modo a otro contiene a todos porque es un discurso homogeneizador, una causa detrás de la que los distintos sectores de la sociedad argentina se embanderan.
–¿Cómo intervienen los medios de comunicación en este proceso, amplificando el discurso que propone el fútbol?
–Sí, los medios, aunque con variaciones a través de los años, son el espacio de representación de lo nacional, al menos del deseo de nación, del deseo de comunidad. Eso es muy claro en las publicidades de los mundiales, que nos hablan del heroicismo de un país, del país que todos quisiéramos. Aunque en la realidad muchas veces no nos sentimos identificados con esas imágenes: las publicidades mundialísticas –de Direct TV, Visa, McDonald’s, Coca Cola, Repsol, Quilmes, etc...– cabalgaron minuciosamente sobre los lugares comunes del patrioterismo futbolístico, sobre ese discurso nacionalista unificador, aunque los espectadores no se sentían representados por ellas como en el pasado.
–¿Cómo opera la actual crisis social y política por la que atraviesa el país, inédita por sus dimensiones, en la construcción y permanente reformulación de la identidad nacional?
–Yo creo que los medios siguen buscando soluciones fáciles, y el fútbol es una solución fácil, pero el quiebre a nivel de la sociedad es tan profundo que nos lleva a cuestionarnos como nunca antes sobre quiénes somos, qué nos pasa, qué nos trajo hasta acá. Pese a que sigue siendo una sociedad muy futbolizada, demuestra que es bastante más sana de lo que se pensaba. La crisis nos ayuda a pensar desde el momento en que nos permite dejar de lado el fútbol, la salida cómoda, y vincularnos con otros aspectos que hacen a nuestra identidad.