CULTURA
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Las sombras de Floresta
› Por Claudio Zlotnik
Algunas veces Momo no llega a tiempo para salvar a sus discípulos de la desgracia. El 29 de diciembre de 2001, Juan de Dios Velaztiqui, un policía de 61 años que custodiaba un minimercado de Bahía Blanca y Gaona, en Floresta, asesinó a sangre fría a tres jóvenes cuando escuchó que bromeaban entre sí sobre la represión en Plaza de Mayo. La TV mostraba un policía herido y uno de ellos dijo: “Se lo merecen por lo que hicieron el otro día en la Plaza”. Adrián Matassa (23), Christian Gómez (25) y Maximiliano Tasca (25) fueron baleados a quemarropa. Ahora, en el parque ubicado detrás de la cancha de All Boys a unas cuadras del minimarket, la murga Los Pecosos de Floresta ensaya intensamente. Mientras tanto, a pocos metros, se junta un grupo de vecinos del barrio. “El hecho de que estemos reunidos ya es un acontecimiento grosso”, dice uno que tiene un tatuaje del Che en el hombro. “Por favor –interrumpe una mujer– te pido que a él no me lo menciones”. Así, con ese escepticismo sobre el discurso se enmarcan las reuniones barriales. La murga Los Pecosos volvió a juntarse hace ocho meses, con el apoyo de Lácteos Barrasa, para comprar equipos, vestidos y bombos. Pero ahora Los Pecosos tienen el espacio vacío de un bombista: Maximiliano Tasca tocaba en esa comparsa. Y el dolor se convirtió en una canción de homenaje. “Antes de los Reyes Magos, una tragedia ocurrió/ pues de la tierra partían, tres amigos de gran valor/ fue una noche calurosa, y hablando de Plaza de Mayo/ le puso fin a su vida, un loco uniformado”. La letra fue escrita por Angelito Agallano, de 46 años, compañero de bombo. “Hoy Maxi estaría con nosotros”, asegura. El bombo nunca fue reemplazado.
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Las sombras de Floresta
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