DEPORTES › OPINION
› Por Ariel Greco
“La verdadera Libertadores arranca en la segunda fase.” La frase hecha, nacida en épocas en las que avanzaban tres equipos de cuatro, perdió cierta vigencia. Ninguno de los cinco conjuntos argentinos que pasaron a los octavos de final pudo asegurarse su plaza antes de la última jornada. Y el colmo fue Boca, el actual campeón, que dependió de un gol de Atlas en Chile para clasificarse. Además, por el desgaste y las lesiones que ya sufrieron, está claro que la Copa empezó hace rato. Lo que sí es cierto es que a partir de ahora, con el comienzo de los enfrentamientos mano a mano, todo lo que hicieron hasta aquí ya no tiene ningún valor, ni siquiera el hecho de haber ganado su grupo o haber obtenido un lugar privilegiado en el orden de los clasificados. El mejor ejemplo lo dio el Boca campeón de la edición pasada, que también entró de última con la goleada ante Bolívar y luego dejó afuera como visitante a Vélez, Libertad y Gremio, todos con más puntos en la ronda previa. Y un año antes, la contracara fue Vélez, de óptimo rendimiento en la primera fase con el mejor puntaje, y que terminó eliminado en Liniers por Chivas de Guadalajara. Para esta situación, mucho influye un cambio reglamentario, que los entrenadores deben saber interpretar para plantear sus estrategias. Desde que la Conmebol resolvió que en caso de empate de puntos y diferencia prevalezcan los goles anotados como visitante, ya no es tanta ventaja definir como local. Y los históricos “buenos resultados” fueron cambiando. Antes, perder por poco afuera, servía. Hoy, un 1-0 como visitante en la ida es un mal resultado, sobre todo porque si el rival anota en la revancha, obliga convertir tres goles. Por el contrario, el 0-0 en casa no es tan grave, teniendo en cuenta que cualquier igualdad en la revancha es válida: en el peor de los casos, otro 0-0 deriva en los penales. Y en un empate con goles otorga la clasificación. Por eso, más allá de las eventuales debilidades, virtudes y performances anteriores del rival, lo importante pasa por no especular si uno es visitante en el primer partido y no regalarse cuando uno es local. Los equipos y entrenadores que lo entiendan, que puedan sacarse de la cabeza los anteriores preconceptos y sepan aplicar esta estrategia, tendrán muchas más chances de seguir en busca del objetivo. Más allá de haber salido primero en la fase de grupos o tener el 14º record.
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