Dom 25.05.2008

DEPORTES  › RIVER LE GANO 1-0 AL GLOBO Y RECUPERO LA PUNTA Y LA ALEGRIA

El Huracán pasó cerca de Aruba

Con un gol de Diego Buonanotte cuando empezaban a llover los insultos, el equipo de Simeone logró la victoria y celebrará su 107º aniversario como líder, al menos hasta que juegue Estudiantes. Ortega entró y se fue muy aplaudido.

River festeja hoy su cumpleaños. Y lo hace puntero, al menos, por un rato. No tiene demasiado por celebrar, no vive en un momento como para estar de fiesta y tirar la casa por la ventana, pero maquilló un poco su imagen tan manchada en los últimos tiempos. Todavía está lejos del calor y la tranquilidad de Aruba, pero el gol de Buonanotte, que llegó a 9 minutos del final y marcó lo que le costó quedarse con los tres puntos, trajo algo de alivio en la fría y tensa tarde del Monumental.

Para Simeone, cada partido parece ser un laberinto en el que el técnico busca diferentes salidas, cambia de guía, modifica el mapa. Ayer, por ejemplo, Ferrari comenzó como mediocampista por derecha, siguió como mediocampista por izquierda y terminó como marcador de punta por ese sector. Augusto Fernández inició como mediapunta por derecha y luego fue uno de los dos marcadores en el centro junto con Abelairas, que había empezado por izquierda. El colombiano Falcao empezó retrasado detrás de Abreu y terminó el partido como faro bien cerca de Barovero. Buonanotte pasó por todas las posiciones del medio hacia adelante. Todo era confusión. Todo era vértigo.

En el primer tiempo, lo mejor lo había hecho Huracán con un buen circuito de fútbol por la banda izquierda. Por allí se proyectaba Arano, desbordaba con profundidad Nadal y se unían Poggi –mientras aguantó físicamente fue de lo mejor de la cancha– y Franzoia, quien se movió mucho por los costados y quedó lejos del gol.

River estaba enredado en su propia interna. Gerlo le protestaba a Cabral, después le recriminaba a Nicolás Domingo, Cabral se enojaba con Ponzio. Y la gente pedía a Ortega. Murmuraba ante cada error de Abreu, se fastidiaba ante cada centro sin destino. El mejor delantero de River por ese entonces era Ferrari, que lastimó cada vez que llegó al fondo.

Hasta que entró Ortega. El 10 salió para el segundo tiempo y no jugó un gran partido, es más, falló en un par de avances que comandó. Pero sólo con su presencia logró dos cosas: le sacó responsabilidad al resto y aquietó un poco la impaciencia que bajaba de las tribunas. En la primera que tocó el jujeño se la dio a Buonanotte que encaró y, cuando iba a definir, Goltz lo agarró de la camiseta pero Baldassi no cobró penal. En la segunda también buscó al pibe, que sacó un zurdazo desde la puerta del área que salió alto. Y en la tercera, encaró para adelante, se sacó a dos de encima y otra vez se la dio al petiso de la camiseta 32, que sacó un remate cruzado, fuerte y batió a Barovero. 1-0, alivio, desahogo.

River cumple años. Lo festeja bien arriba en la tabla, aunque seguramente se tomará más tiempo en pedir los deseos que en soplar las velitas.

Informe: Mariano Verrina.

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