DEPORTES › CRUJE EL MODELO DE SUBSISTENCIA DEL FúTBOL ARGENTINO
Si el caso Nayar se multiplica, se acabará pronto la principal fuente de financiación de los clubes locales: las ventas al exterior. Los europeos ofrecen contratos inusuales y ya ni siquiera apelan el argumento de la patria potestad.
› Por Ariel Greco
El modelo del fútbol argentino, con la venta de jugadores como principal sostén económico de los clubes, corre un peligro muy serio si finalmente se concreta la intempestiva salida de Boca de Sebastián Nayar al Recreativo de Huelva. Ya sin la necesidad de pagar un peso por la transferencia y ni siquiera tener que utilizar algún recurso extraordinario como la patria potestad, las entidades europeas podrán apostar a cualquier juvenil con cierta proyección, sin que los equipos argentinos cuenten con las herramientas para evitarlo. Por eso, Julio Grondona, como presidente de la AFA, ya se comunicó con su par de la Real Federación Española, Angel Villar, para intentar controlar esta situación. De acuerdo con el argumento de Nayar, un juvenil de 20 años que disputó apenas un partido en la Primera de Boca, su vínculo con el club se terminó el 30 de junio. Como no hubo acuerdo para una prórroga, el jugador se consideró libre. Y bajo esa condición, arregló un contrato de cuatro temporadas con el Recreativo, a cambio de unos 400 mil euros anuales, que el club español ya hizo oficial. Ni pensarlo ante los 3 mil pesos mensuales que pretendía pagarle Boca por el nuevo vínculo.
Hasta ahora, para combatir este tipo de conflictos, los clubes argentinos se regían con la llamada cláusula del 20 por ciento, un parche que les otorgaba ese aumento a los jugadores y dos años más de gracia a los clubes hasta que el futbolista se quedaba con el pase en su poder. Ese tiempo servía para lograr una transferencia o, descartada esa chance, hacerle pagar al jugador esa rebeldía con una inactividad de seis meses o más. Este modelo, para la FIFA, no existe. A partir de la Ley Bosman, un jugador es libre una vez que finaliza su vínculo con un club. Y, además, cuenta con la opción de pagar la cláusula de rescisión, el verdadero valor en el mercado de un futbolista en Europa. De ahí que las chances de Boca de recuperar al jugador o recibir una compensación parecen complicadas, por más que, con el aval de la AFA, tiene decidido no entregar el transfer para que Nayar sea habilitado en la liga española.
Con este panorama, la ecuación es muy sencilla. Cualquier club medio de Europa está en condiciones de ofrecerle un contrato anual de 500 mil euros a un joven argentino con futuro y un puñado de partidos en Primera División. Si la apuesta sale bien y el jugador rinde, el negocio es redondo porque no se pagó nada por el pase. Con apenas una inversión de dos millones de euros, un club se asegura cuatro años de un futbolista de buen nivel. Y si no funciona, siempre está la chance de devolverlo o prestarlo a otro equipo argentino, para que se revalorice, práctica cada vez más fomentada.
Del otro lado, ningún conjunto de aquí puede equiparar semejante cifra para una promesa, número reservado sólo para figuras top, consagradas y de probada trayectoria. Ni siquiera podrían pagar una cuarta parte de lo que ofrecen en Europa. De esta manera, los clubes quedan limitados a la buena voluntad de los chicos de quedarse a esperar una oportunidad y a que no aparezcan empresarios voraces que los seduzcan con pilas de euros. Boca, con distintos recursos, ya perdió a Fabricio Coloccini (Milan), Cristian Ledesma (Bari), Fernando Forestieri (Genoa) y Oscar Trejo (Mallorca). A Estudiantes le pasó lo mismo con Brian Sarmiento y el Racing de Santander y a Vélez le ocurrió algo similar con Germán Pacheco y el Atlético de Madrid. El problema ya está instalado. Habrá que ver qué solución se le encuentra para que los clubes no sufran otro golpe en sus economías.
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