DEPORTES › HOCKEY ENTREVISTA CON LUCIANA AYMAR, ESTRELLA DE LAS LEONAS
La mejor jugadora del mundo está confiada en obtener en Beijing la medalla dorada, el único título internacional que le falta a esta camada. “En lo personal tengo mucha fe en este grupo”, remarca la rosarina que, a los 30 años, asegura que tiene mucho más para dar.
› Por Leonardo Castillo
Ganar una medalla dorada en los Juegos Olímpicos es quizá la única asignatura pendiente que tienen Las Leonas en el exitoso recorrido que iniciaron desde hace casi una década, y ése es el objetivo que intentarán plasmar dentro de tres semanas en Beijing, según Luciana Aymar. “Para defender nuestro prestigio tenemos que llegar a lo más alto del podio”, señaló la rosarina en una charla con PáginaI12. Considerada como la mejor jugadora del mundo por la Federación Internacional de Hockey, la mediocampista aseguró que el equipo que conduce Gabriel Minadeo ya superó la etapa de recambio que transitó en los últimos dos años y ahora se encuentra listo para encarar un gran desafío. “Somos un grupo que combina experiencia con juventud y no nos sentimos menos que nadie”, remarcó.
–¿Cómo se encuentra el plantel de cara al desafío que tiene por delante?
–Estamos bien, con muchas ganas de viajar a China para tratar de llegar a lo más alto. El nivel del torneo es bastante competitivo pero confío en este grupo. La medalla dorada es un título que les falta alcanzar a Las Leonas y esta es una buena oportunidad de ganarla para ratificar que somos una potencia mundial.
–¿Tanta confianza se tienen?
–En lo personal tengo mucha fe en este grupo. Vamos a dar pelea por llegar a lo más alto y vamos mentalizadas para eso. Sabemos que vamos a jugar contra rivales muy duros como Holanda, Alemania y Australia. Esos son los equipos que tenemos que vencer. Va a ser difícil, pero estamos bien.
–Hace dos años que se produjo un recambio con la incorporación de jugadoras jóvenes que reemplazaron a las que se retiraron. ¿Esa etapa terminó con el título del Champions Trophy?
–Sí, es un proceso que se superó y eso habla muy bien de la calidad de jugadoras que tenemos en Argentina. No sé cuántos países pueden superar un recambio generacional tan importante como el que debimos afrontar acá. Aparecieron jugadoras muy importantes como Carla Rebecchi, Rosario Lucchetti y Giselle Kañevsky, entro otras, que se acoplaron muy bien con las más veteranas, y eso quedó demostrado en el Champions Trophy, donde se vio un grupo que combina muy bien la experiencia con la explosión de las más jóvenes.
–El aporte de varios auspiciantes te permite jugar en el club GEBA de forma rentada. ¿Está muy lejana la posibilidad de que el hockey se profesionalice en la Argentina?
–Lo veo como algo muy lejano. Hay que cambiar muchas cosas que tienen que ver con posiciones de los clubes y sus dirigentes. Pero se debe tratar de seguir el camino que implementó el rugby desde hace varios años, aunque falta mucho todavía para que los jugadores y jugadoras podamos vivir como profesionales.
–¿El amateurismo conspira entonces contra el nivel competitivo del hockey argentino?
–Un poco sí, pero no hay que quejarse. La verdad es que se hace duro entrenarse en varios turnos y además tener otras actividades, como les pasa a otras chicas. Por eso cuando se consigue un logro la satisfacción es tan grande, ya que todo nos cuesta un poco más.
–¿El deportista amateur vive de forma distinta el desarrollo de los Juegos Olímpicos?
–Para mí sí. Esto es lo más importante que te pasa en tu carrera y, además, es una oportunidad casi única. Nosotros no percibimos contratos millonarios y no nos planteamos la chance de optar para cumplir con otros compromisos como puede hacer un profesional.
–Sergio Vigil, que trabajó con ustedes durante siete años, dirigió a los varones y no pudo clasificarlos a los Juegos. ¿Qué pasó?
–Básicamente, creo que no hubo química entre él y el grupo. Fue una pena porque para mí Cacho sigue siendo el mejor y era el entrenador ideal para los hombres, pero los resultados no lo acompañaron.
–¿Dirigir a las mujeres es más sencillo que a los hombres?
–Son cosas distintas. La mujer es más sensible, susceptible, y para conducir a un grupo de jugadoras hay que tener mucho tacto. En cambio, con los hombres las cosas son más directas, todo es frontal y se exterioriza más.
–Para muchos sos la mejor jugadora del mundo, ¿ratificar esa condición en cada competencia implica mucha presión?
–A esta altura, no. Conozco mi juego y mis condiciones. Sé que, al menos, estoy entre las tres jugadoras más importantes del mundo. Me pesaba que me calificaran como la mejor a los 23 o 24 años, pero ahora no. Me hago cargo de cómo se me considera, y cada vez que me pongo la camiseta de la Selección, trato de ratificarlo.
–¿Son tus últimos Juegos Olímpicos?
–No sé, no me pongo plazos. Tengo 30 años y todavía tengo muchas cosas para dar. Dejaré cuando no tenga más ganas de entrenarme, pero por ahora me siento bien y con ganas de seguir jugando.
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