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› Por Juan José Panno
- Abrazo de gol
Roberto Perfumo suele despedirse en su programa Hablemos de fútbol con la significativa frase “abrazo de gol”. Quienes jugaron a la pelota alguna vez saben muy bien de qué se trata, aunque en los últimos tiempos los goles se celebran con curiosas escenografías que, en algunos casos, no incluyen a los compañeros. Se supone que si uno da un pase magistral y el otro define fenómeno, esos dos jugadores se tienen que buscar para la celebración. Y no siempre pasa. En el primer gol de Argentina a Costa de Marfil, Juan Román Riquelme y Lionel Messi se juntaron en la cancha (como los amantes del buen fútbol queremos) y luego se abrazaron efusivamente (también como todos queremos)... Pareció auténtico. Emocionó. ¿O sólo se trató de un montaje escenográfico destinado a ahuyentar la idea que circula respecto de las cuestiones de vedettismo que los separa? Ojalá que no. Va a ser muy bueno para el equipo que se sigan encontrando. Adentro y afuera.
- Guardiola, piola
“La afición del Barça sabe que tiene en Lionel Messi a un jugador extraordinario y que cuando vuelva hará cosas maravillosas. La gente lo entenderá. Esto (estar en los Juegos) es una vez en la vida y él quiere jugar”, dijo Pep Guardiola, el técnico del Barcelona, un tipo muy sensato, defensor del fútbol que le gusta a la gente y los jugadores que lo practican.
- Otro mito derribado
“Lo importante es competir”, dijo, en su declaración más famosa, el barón Pierre de Coubertin... “Lo esencial no está en la victoria, sino en una buena lucha”, agregó, apelando al espíritu que reinaba en los primeros Juegos de la historia. Pero, ¿era realmente así?
La verdad es que a los antiguos griegos sólo les interesaba ganar y no se conformaban con otra cosa que no sea la victoria. No había premios para segundos ni terceros lugares; el único que contaba era el primero. Los perdedores volvían a su ciudad llenos de deshonra. Cuenta el poeta y cronista Píndaro: “Se escabullían por los callejones, apartados y furtivos, humillados por la derrota”.
Por otra parte, los “venerables” griegos antiguos no tenían cargos de conciencia al hacer trampa con tal de ganar, y los sobornos eran comunes. El boxeador Eupolo de Tesalia ganaba “comprando” a sus adversarios; Calipo de Atenas también sobornaba a sus oponentes en el pentatlón, y Damónico de Elis pudo ver a su hijo, Políctor, ganar un encuentro de lucha luego de haberle pagado al padre de su contrincante.
Algunos luchadores se engrasaban distintas partes del cuerpo para que sus adversarios no pudieran sujetarlos.
Las carreras de fondo consistían en dar vueltas a una corta pista con ángulos que dificultaban a los corredores cambiar de dirección y se cree que en estos puntos era común hacer trampa, ya fuera derribando a los contrincantes o tomando atajos.
La historia olímpica no registra, de todos modos, casos como el del bidón de Branco.
- Para volverse chino
No fue fácil decidirse en qué canal seguir el partido de la Selección Argentina. TyC Sports ofrecía la ventaja de sus enviados en China, mientras que Canal 7 sólo tenía a sus comentaristas en el piso. Pero vaya a saberse por qué cuestión tecnológica, la voz de Walter Nelson diciendo que el arquero marfileño había atajado la pelota llegaba antes de que Riquelme ejecutara el tiro libre. Y así, suspenso liquidado...
- El coleccionista
Oleg Vorontsov, un ciudadano ruso afincado en España, tiene el record mundial de piezas olímpicas. En 1972, la madre le dio medio rublo con la intención de que iniciara algún tipo de colección y la celebración de los Juegos en Munich, ese año, le sirvió el motivo en bandeja. De modo que se fue a un quiosco de prensa y allí adquirió su primer pin. Después comenzó un periplo de tres décadas por todo el mundo, rebuscando entre la basura de las villas olímpicas y realizando adquisiciones en subastas públicas. Hoy cuenta con 30 mil pins, medallas de todos los Juegos de la Era Moderna, antorchas, uniformes de las expediciones nacionales, carteles promocionales, vasos, platos, vasijas y objetos de arte con motivos olímpicos. Hasta debe tener algo de los folletos de promoción de Buenos Aires, sede olímpica en los tiempos en que Menem hablaba de Primer Mundo.
- Humor benigno
–¿Cómo se dice vicepresidente mendocino en chino?
–We-von.
(Continuará)
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