DEPORTES › MICHAEL PHELPS, EL DUEñO DE LAS MEDALLAS
› Por Dietmar Fuchs y Peter auf der Heyde
Desde Beijing
Pese a que sus ocho medallas de oro en los Juegos de Beijing y 14 en total lo convierten ya en la mayor leyenda olímpica, el nadador estadounidense Michael Phelps asume con sonrisa humilde y con normalidad lo que le está pasando, casi sin dar importancia a haber superado a Mark Spitz, que con sus siete oros copó el primer puesto del ranking de leyendas olímpicas durante 36 años. No pierde la sonrisa y bromea. “Tener dedos y uñas largos ayuda”, dice sobre su ajustado triunfo en los 100 mariposa por sólo una centésima.
–¿Trabajó de manera especial mentalmente para sobrellevar toda esa presión que tenía encima?
–No, ya hace ocho años de mis primeros Juegos Olímpicos. No es necesario. Siempre pude relajarme, relajar mi cuerpo y centrarme en lo que tenía que hacer.
–¿Cómo lo hace?
–Simplemente estoy sentado, escucho música, juego a los videojuegos.
–¿Cómo se protege del acoso de los medios, de la opinión pública?
–No es un tema importante. Uno debe saber siempre en qué debe concentrarse, cuáles son sus metas y qué quiere lograr. Yo siempre lo he hecho.
–¿Puede moverse en Ann Arbor, donde vive, sin que nadie lo moleste?
–Sí, claro. Puedo hacer mi vida como quiero.
–¿Dónde guarda sus medallas de oro?
–No lo sé exactamente. Algunas están en Baltimore. Algunas están aquí, algunas allí. Realmente no lo sé.
–¿Hay alguna que tenga un significado especial?
–No, una medalla de oro olímpica supone que durante toda tu vida sos campeón olímpico. Es diferente a los records mundiales. Los records se pierden, te los bajan, pero un triunfo olímpico no te lo puede quitar nadie.
–Cuando usted y sus compañeros del relevo ganaron el 4x100 libre lanzó un gran grito. ¿Fue el momento más emotivo?
–Los relevos son muy diferentes. No estás solo. Se necesitan cuatro buenas carreras para ganar. Es un trabajo en equipo y es mucho más emocionante cuando uno vive el trabajo conjunto de cuatro nadadores.
–¿Se arrepiente de haberse perdido algo por dedicar su vida a la natación?
–No.
–Por ejemplo, no haber probado lo que todos los jóvenes de su edad...
–No. Nunca tomé drogas. No lo haría y no debería hacerse. Mi juventud fue normal. Hice lo que quería hacer. Todo lo que sacrifiqué, todo lo que no hice puedo recuperarlo después de mi carrera. No pienso en que me perdí muchas cosas por todo lo que ya viví y aún vivo.
–¿Qué lo diferencia de los otros nadadores?
–No lo sé. Hago simplemente lo que más me gusta. Amo la competencia, amo viajar. Tengo metas muy altas. Eso me motiva, eso me hace seguir con todas mis fuerzas.
–¿Hay algún deportista en la Villa al que admire?
–Rafael Nadal. Es mi favorito.
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