DEPORTES › MURIO ANGEL RIENZI (84)
› Por Pablo Vignone
Para vencer a los venerables hermanos Emiliozzi en las rutas del mítico Turismo Carretera de los ’60, Angel Tomás Rienzi –un símbolo de Olivos– fue el primero en presentar en carrera el motor F-100 de Ford, que suplantaba al venerable 59AB, montado en su cupecita ’46 que pesaba “apenas” 1200 kilos, pero que le guiñaba un ojo a la aerodinámica. En el debut, en la Vuelta de Carlos Casares, el 25 de julio de 1965, conseguía un honroso quinto lugar. Pero a la semana, en Chacabuco, el motor se rompió, y una semana más tarde, en Salto, se soltó una manguera de aceite. Parecía embrujado. Esto que sigue me lo contó en su momento el propio Rienzi: “Fuimos a correr la carrera siguiente a Pehuajó, ya estaba listo para largar cuando se apersonó un señor, se asomó por la ventanilla del auto y me pidió si le podía mostrar el motor. Yo no le di artículo, estaba muy tenso pensando en la largada, pero el señor insistió. E insistió tanto que para sacármelo de encima aflojé, me bajé de la cupé y le abrí el capot. Entonces, el paisano, se arrodilló, se persignó y le habló al motor: ‘No te vayas a romper en ésta’, le pidió. Me dio la mano y se fue”. Era el 15 de agosto de 1965. Ganó Rienzi. A la semana siguiente, en la Vuelta de Rojas, ganó Rienzi. Con ese motor, un año y medio más tarde, en Necochea, ganó Rienzi, a 217 km/h de promedio, un record absoluto. Fue su octavo y último triunfo en TC. A los 84 años, Angel Tomás Rienzi falleció ayer en el hospital de Vicente López.
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