DEPORTES › RELATO DE UN EX MAFIOSO QUE UTILIZA SU EXPERIENCIA PARA AYUDAR AL DEPORTE
Michael Franzese fue uno de los líderes de una familia de la Cosa Nostra en Nueva York, pero tras diez años en prisión abandonó la vida criminal y ahora se dedica a colaborar con la ATP para combatir los arreglos en los partidos del circuito mundial de tenis.
› Por Pablo Vignone
Desde Coventry
–¿Existe algo a lo que le tema?
Michael Franzese sabe lo que es el temor. Estuvo acostumbrado a infundirlo durante los años en que fue un capomafia. Uno de los líderes de la familia Colombo, una de las cinco que manejan la Cosa Nostra en Nueva York –ideó un sistema de venta de combustible que les permitía ganar entre 6 y 8 millones de dólares por semana evadiendo impuestos–, se hartó de los códigos y decidió abandonar su vida criminal tras diez años en prisión para trabajar con organizaciones deportivas para combatir la corrupción dentro de la actividad. Quebrado para utilidad del deporte, ahora colabora con la ATP para impedir los arreglos de partidos de tenis.
“Pasé siete u ocho años muy difíciles”, responde Franzese a la pregunta de Página/12, durante Play the Game, la sexta conferencia sobre los problemas de la globalización del deporte que se realiza aquí. “Mi padre, la familia, no estaban alegres con mi decisión de dejar la mafia. Tuve que mudarme varias veces, cuidarme mucho. Ahora es más tranquilo, porque muchos han muerto y los otros están en prisión para siempre. Pero eso no me alienta a volver a mi viejo barrio en Nueva York a ver cómo están las cosas. Sería una estupidez.”
El traje gris bien cortado, la piel cetrina, el discurso veloz y convencido. Un personaje salido de una película de Scorsese pero que habla sobre deportes desde su capacidad para arreglar partidos y su vocación actual para evitarlo. “Los que crean que las apuestas no afectan al deporte, están equivocados”, asegura. “Es un gran problema, está creciendo, no parece que vaya a atenuarse”, advierte, poniendo el acento en los deportistas que sienten debilidad por el juego.
“Los atletas son una raza especial más proclive al juego y a las apuestas que los hinchas. Lo sé por experiencia”, cuenta a mil por hora y bajando la voz. “Es una extensión de su naturaleza competitiva. Después quedan atrapados. Cuando charlo con los atletas, les digo que los apostadores se involucran con el deporte para hacer dinero y son capaces de cualquier cosa para meterlos en problemas. El juego ilegal no opera de acuerdo a reglas establecidas.” Franzese trabaja con la ATP desde el torneo de Miami de 2006: “El tenis es un deporte en el cual un solo individuo puede controlar el resultado. Por eso es tan tentador”.
El ex capomafia, que comenzó a trabajar con las ligas estadounidenses como la NBA, la NFL o la NHL a su salida de prisión, en 1996, cuenta que los tenistas rusos están particularmente apuntados. “Yo he trabajado con la mafia rusa en el negocio de los combustibles. Son gente despierta –señala–. Y se aprovechan de los tenistas rusos que tienen familiares allá a los que pueden someter al terror.”
Página/12 supo aquí en Coventry que la ATP tiene en su poder una lista de al menos una docena de tenistas que arreglaron partidos del circuito entre 2004 y 2006. Un jugador argentino, que hoy no figura entre los 100 primeros del ranking, forma parte de la lista. “Conozco el caso”, apunta misteriosamente Franzese, sin entrar en detalles.
“La situación no va a mejorar mágicamente, no está sucediendo –responde en su torbellino de palabras–. Las apuestas están muy aceptadas, hay mucho acceso al juego y mucho dinero disponible. Las ligas quieren mantener el control, pero no es posible mantener vigilados a jugadores y referís las 24 horas del día.” ¿La solución? Una poco sencilla: “Educación y cumplimiento de la ley”.
Franzese explicó que el arreglo de los partidos no siempre implica entregar la victoria. “Basta con asegurar una diferencia en el resultado. Por ejemplo, en el básquetbol, acomodar una ventaja de diez puntos. En ese sentido, los referís son muy susceptibles”, aclara.
El ex mafioso repite sus conceptos como si los tuviera bien aprendidos, tras una vida singular. “Cualquier deporte es hoy pasible de arreglos. ¿El boxeo? Absolutamente. Nosotros éramos dueños de boxeadores, podíamos negociar hasta con Don King.” Su visión es que “mientras haya dinero en juego, ningún deporte es inmune”. Y por un momento vuelve a su antiguo papel para subrayar la gravedad del asunto: “Si hubiera dinero en juego, podríamos arreglar hasta una partida de ajedrez”.
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