Jue 28.11.2002

DEPORTES

Esa manía de correr tras la pelotita está en crisis

El tenis debate su crisis de saturación, debido al exceso de torneos y televisación, y la falta de figuras carismáticas, que obligan a promocionar la disciplina con la carita de Kournikova.

Por Sebastián Fest
Desde Madrid

Sus orígenes conocidos se remontan al siglo XIV, y en los años ‘60 y ‘70 brilló como el deporte de moda en el mundo. Pero en el tercer milenio el tenis se mira a sí mismo buscando la respuesta a una inquietante pregunta: ¿se volvió un deporte aburrido? Pese a que sigue contando con centenares de millones de cultores y a que sus principales figuras son conocidas mundialmente, el tenis está sumergido en un debate al que no son ajenos los problemas económicos mundiales, la crisis de los grandes consorcios mediáticos y los cambios en el estilo de vida de la sociedad.
Si antes se consideraba atractivo y seductor correr raqueta en mano tras una pelota, muchos buscan hoy un nivel mayor de adrenalina que el que genera el tenis, practicando rafting, puenting o probando la velocidad.
El tenis lo sabe. Por eso la WTA promociona de manera casi excesiva las cualidades extradeportivas de la rusa Anna Kournikova, la suiza Martina Hingis o las hermanas Venus y Serena Williams. Y el ex jugador alemán Boris Becker cree encontrar la solución imaginando un espectáculo de música, porristas y payasos antes, después e incluso durante los partidos.
No todos creen que haya una crisis de imagen en el tenis. “En muchos países el tenis es más popular que antes –opina Mark Miles, director ejecutivo de la ATP y máximo responsable del tenis masculino–. Eso varía de país en país. Tenemos ahora una gran oportunidad en España, también en Francia y en tantos otros países del mundo”, señala Miles.
“En China se hizo una encuesta con la siguiente pregunta: ¿Qué deporte lo inspira más a practicarlo o seguirlo como aficionado? El tenis fue el que más cantidad de respuestas obtuvo. No estoy preocupado por la popularidad del tenis”, aseguró.
Pero las propuestas para hacer más atractivo al ex “deporte blanco” no dejan de surgir. El empresario rumano Ion Tiriac, probablemente el hombre más poderoso del tenis mundial, propuso jugar con una pelota un diez por ciento más grande para reducir la velocidad de los tiros y permitir que el espectador siga mejor los partidos, en especial durante las transmisiones, criticadas por muchos jugadores por “aburridas”.
El problema excede al circuito profesional, y apunta a la identificación de la gente común con un deporte que tiene que encontrarse a sí mismo, tras años de exceso de dinero, de televisación y de torneos. Pero tardará en hacerlo, porque la discusión pasa por asuntos menores, como la camiseta sin mangas propuesta por el alemán Tommy Haas o la obsesión por descubrir a la nueva Kournikova.
“Haas intentó inyectar un poco de emoción al moribundo circuito de la ATP, empleando la misma estrategia de sex-appeal que las mujeres utilizaron tan bien”, destacó en tono crítico The New York Times en el último Abierto de Estados Unidos, cuando el alemán se vio obligado a cambiarse la camiseta sin mangas que se había puesto para jugar. La organización la consideraba “inadecuada”, sólo un día después de que Serena Williams apareciera ante 20.000 espectadores con un traje pegado a la piel en el que era más lo que se veía que lo que se cubría.
Si hay dos países donde el tenis está sufriendo hoy, esos son Alemania y Estados Unidos. En Alemania el “boom” generado por Becker, Steffi Graf y Michael Stich se desinfló. De la saturación por ver tenis a toda hora se pasó a un pay per view abusivo que convirtió el deporte de la raqueta en un lejano recuerdo, regresándolo en parte a sus tiempos de elitismo.
El tenis tampoco pasa por un buen momento comercial en Estados Unidos, donde las encuestas lo sitúan más cerca del 20º que del 10º puesto en las preferencias del público. Eso significa menos publicidad, menos dinero y menos negocio global.
Pero en Francia tiene un programa para promocionarlo que llega a todas sus clases sociales, desde la aparición de Gustavo Kuerten el tenis es más que popular en Brasil, y la buena camada de jugadores argentinos tiene suorigen en la clase media y en muchas ciudades del interior, muy lejos del elitismo de algunos clubes de la capital.
El tenis femenino goza en Estados Unidos de una popularidad muy superior al masculino, pero eso tampoco es algo que suceda en el resto del mundo. “El tenis masculino es tan invisible para el aficionado estadounidense que corre el peligro de convertirse en tan relevante como –ejem– el fútbol.” La frase, también de un columnista de The New York Times, pone en claro una vez más que los Estados Unidos son un mundo aparte.

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